Art. IIº Creo en Jesucristo, su Único Hijo, Nuestro Señor (III)

Posted by: Nycticorax

Pantocrator 04 (13)
Art. IIº: Creo en Jesucristo, su Único Hijo, Nuestro Señor (III)

De la Encarnación del Hijo de Dios derívanse tres consecuencias:
1- La naturaleza humana en Jesucristo es adorable, porque es la humanidad del Hijo de Dios.
2- Todas las acciones de Jesucristo tienen un valor infinito, porque son hechas por una persona divina: son las acciones de un Dios.
3- La Virgen María es, realmente,
Madre de Dios, porque es Madre de Jesucristo, que es Dios.

CONCLUSIÓN: El Hijo de Dios ha tomado la naturaleza humana, y, quedando Dios como su Padre, es hombre como nosotros, es uno de los hijos de la gran familia de Adán incorporado a nuestra raza. Este Hombre-Dios puede tratar con Dios, puede reparar los pecados de sus hermanos de adopción y rescatar la vida divina perdida.
De este modo, la vida espiritual de la gracia se le devuelve al género humano. El Hombre-Dios, el Cristo, el nuevo Adán, se convierte en Padre y Cabeza del linaje humano, en cuanto a la gracia y en cuanto a la gloria.
“Dios ha amado tanto al mundo, que le ha dado su Hijo único…Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…Y vino para que tuviéramos la vida, y una vida más abundante” (Jn 3, 16; 1, 14; 10, 10)

Resultados: De la Encarnación del Hijo de Dios resultan la confusión del demonio, el honor del hombre y la gloria de Dios.
1- La
confusión del demonio, que, después de haber triunfado del primer hombre, ve su imperio desecho por el Mesías.
2- El
honor de la naturaleza humana, que está rehabilitada delante de Dios –reintegrada en sus derechos– unida a la divinidad en la persona de Cristo, y, gracias a esta unión, adornada con Él con todas las perfecciones divinas, colmada de todas las gracias que es capaz de recibir.
3- La
gloria de Dios, puesto que la Encarnación es una obra más admirable que la creación del universo. La Encarnación manifiesta de una manera más luminosa las perfecciones divinas y nos recuerda la omnipotencia de Dios, su justicia, y su misericordia.
Además, como Jesucristo resume en sí todos los seres creados: el
mundo de los espíritus por su alma, el mundo material por su cuerpo, ofrece a Dios, en nombre de la creación entera, homenajes de adoración, de agradecimiento y de amor, que son plenamente dignos de la Majestad del Creador. Cada uno de estos homenajes es más agradable a Dios que todos los actos de virtud de los Ángeles y de los santos juntos.

Fuente: P. A. Hillaire, La Religión Demostrada