Cómo prepararnos para la Sagrada Comunión (V)

Posted by: Nycticorax

Virgen Eucaristica 01 (01)
Virgen Eucarística

Continuamos con la exposición del primer requisito para recibir bien la Comunión -pureza de conciencia- y de los dos pecados que máximamente se oponen a ella: el odio y la deshonestidad.

b) Libres de torpezas: El otro pecado contrario a ese sacramento es cualquier torpeza y deshonestidad, porque este sacramento, que en sí encierra aquella carne virginal amasada de las purísimas entrañas de Nuestra Señora, pide una tan grande limpieza del cuerpo y del alma, que tan sólo haber pasado una sombra de (tal) deleite, tienen los santos por impedimento para llegarse a este divino sacramento, si no fuese cuando o la obediencia o alguna fiesta señalada a esto los obligase.
Y no sólo de comulgar, mas aún de ayudar a Misa nos aconseja San Bernardo que nos abstengamos habiendo esto precedido; tan grande es la pureza que se requiere para este misterio. Porque si para sólo vacar a la oración quiere el Apóstol que se abstengan los casados de la vida conyugal, ¿cuánto más para llegarse a este sacramento, donde corporalmente se recibe a Dios? Y si en la ley vieja la mínima intención deshonesta desterraba al hombre por todo aquel día de las tiendas y compañía del pueblo de Dios, ¿cuánto más de la comunión y participación del mismo Dios?

c) Libres de pecados veniales: Y no sólo de los pecados mortales, mas también de los veniales conviene que vayamos limpios para allegarnos a este sacramento. Porque ese género de pecados, aunque no apaga el fuego de la caridad, amortigua el fervor de la devoción, que es el más propio apresto que para este divino sacramento se requiere.
Y para alcanzar limpieza de este género de pecados conviene que antes de la comunión preceda el arrepentimiento y dolor de ellos, o algunos otros santos ejercicios de amor y de devoción, para que con ellos se restituya el fervor y devoción actual que con tales pecados se perdió. Y quien dejase de hacer algo de esto no se excusaría, a lo menos, de pecado venial por esta negligencia y perdería mucho de suavidad y refección de este sacramento, que es el propio afecto que él obra en las almas que con este aparejo se allegan a él.
Mas el que hubiese caído en pecado mortal, demás del arrepentimiento susodicho, es necesario confesarse sacramentalmente, so pena de pecado mortal, como expresamente está mandado en el santo Concilio Tridentino.

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta