Del amor que Dios nos tiene (V)

Posted by: Nycticorax

Jesus 15 (22)

A todos estos argumentos del divino amor se añade otro tan poderoso y tan grande, que ninguna lengua humana basta para explicarlo; que es la institución del Santísimo Sacramento, que el Señor ordenó para estar en nuestra compañía, y morar en nuestras almas, y hacernos una cosa consigo.
Porque como el amor esencialmente sea unión de dos almas y dos corazones en uno, la cosa más propia del amor es desear esta unión. Pues, según esto, ¿qué mayor muestra de amor que haber ordenado este Señor un sacramento cuyo efecto, entre otros, es juntarse Él con nuestra alma y hacerse una cosa con ella? ¿Qué cosa puede ser más propia del verdadero y perfecto amor que ésta? De la cual hacemos mención de ella para que los que quisieren mover su corazón al amor de Nuestro Señor, considerando el amor grande que Él nos tiene, agreguen este argumento a todos los demás que están dichos. El cual es tan grande cuanto es la dádiva que por él se nos da, que es la mayor de las dádivas, pues en ella se nos da Dios. Por donde, como no hay dádiva que se pueda comparar con esta dádiva, así no hay amor que se pueda comparar con este amor.

Además, grande es el amor que los padres tienen a sus hijos; mas con todo esto no llegan las entrañas de los padres a consentir que aparezca más ante sus ojos un hijo que les hizo algún agravio. Mas las entrañas de aquel Padre celestial bastan para que, aunque un hombre haya cometido todas las ofensas del mundo, si de todo corazón se vuelve a Él, sea, como el hijo pródigo, recibido y perdonado.
Bien conocía esto el profeta cuando dijo:
“Ahora, Señor, Tú eres nuestro padre, y Abraham no nos conoció, ni Israel tuvo cuenta con nosotros. Tú solo eres nuestro padre, y en los siglos permanecerá tu nombre”.

Este amor nace, Señor, de tu bondad, de la cual proceden dos ríos muy caudalosos, que son misericordia y amor, el uno para curar nuestros males y el otro para comunicarnos tus bienes. Pues si la fuente es infinita, ¿qué tal será el río del amor que nace de ella?
Por eso no desmayo ni desconfío, aunque me conozco por tan indigno de ser amado, porque, aunque yo sea malo, el amador es bueno, y tan bueno, que no desecha a los pecadores, sino antes los atrae a sí y los recibe y come con ellos.

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta