Diversas formas de apostolado (II)

Posted by: Laudem Gloriae

Santa Teresita 09 (17)

El apostolado interior puede subsistir por sí solo, y hay de hecho formas de vida que legitiman la ausencia del apostolado exterior. Tal es el caso de la vida contemplativa pura que siempre floreció en la Iglesia y ha sido siempre por ella defendida maternalmente contra quienes la tachan de absentismo del campo de la activad.
Los que, siguiendo la llamada de Dios, se retiran de las obras para darse a este género de vida, no son desertores o evadidos; y si dejan las filas del apostolado externo, lo hacen precisamente para entregarse a un apostolado más profundo: el de la oración y la inmolación continua.

“Los que ejercen en la Iglesia el oficio de la oración y de la continua penitencia, contribuyen al incremento de la Iglesia y a la salvación de las almas mucho más que los que cultivan el campo del Señor con la actividad; pues, en efecto, si aquellos no impetrasen del cielo la abundancia de las gracias divinas para regar el campo, los obreros evangélicos cosecharían ciertamente más escasos frutos de su trabajo” (Pío XII Umbratilem).
Esta autorizada afirmación de un gran Papa no puede menos de disipar toda duda acerca del alto valor apostólico de la vida contemplativa.

Por otra parte, empero, es justo observar que tal valía se realiza solamente cuando los contemplativos se empeñan con todas sus fuerza en la oración y el sacrificio continuo.
En otras palabras, no cualquier oración o cualquier sacrificio alcanza una tan grande fecundidad, sino sólo la oración y el sacrificio que salen de un corazón puro y generoso en grado sumo, totalmente entregado a Dios y que, día tras día, renueva y vive con lozanía y profundidad cada vez mayores su inmolación.

Cuando la vida contemplativa se vive con esa intensidad, es de modo eminente vida apostólica. Justamente en este sentido define Pío XII la vocación al claustro como
“una vocación apostólica universal…, vocación plenamente apostólica, no circunscripta por barreras de tiempo, de lugar o de circunstancias, sino pronta siempre y en todas partes a celar todo lo que de algún modo puede tocar al honor del Esposo y la salvación de las almas” (Const. Ap. Sponsa Christi).
Por lo demás, los monasterios contemplativos, con el mero ejemplo de su vida de retiro, de oración y de penitencia, son para todos un continuo llamamiento a desasirse de las cosas terrenas, a buscar las celestiales, a la unión con Dios, a la santidad.

“¡Oh Jesús! Mi vocación no es ir a segar en los campos maduros. No me decís: ‘Tiende tus ojos, mira los campos y vete a cegar’; mi misión es más sublime aún. He aquí vuestras palabras: ‘Alza tus ojos y mira cómo en el cielo hay lugares vacíos; a ti te toca llenarlos… tú eres mi Moisés suplicante en la montaña. Pídeme obreros y yo los enviaré; no espero más que una plegaria, un suspiro de tu corazón’.
Esta es, Señor, la misión que me confías: contribuir con la oración y el sacrificio a la formación de obreros evangélicos, que salven millones de almas, cuya madre seré yo.”
(Santa Teresa del Niño Jesús).

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina