El día del Señor (I)

Posted by: Nycticorax

Capilla 01 (01)

El tercer mandamiento nos ordena que santifiquemos el día del Señor. Nos prohíbe profanarlo.
La ley natural prescribe al hombre consagrar, de tiempo en tiempo, un día al culto de Dios, pero no lo determina.
En la
ley antigua era el sábado, en memoria del reposo de Dios después de la creación; en la ley nueva es el Domingo, en honor de la resurrección de Jesucristo y de la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles.
 
Este día de descanso por semana nos recuerda, pues, las tres grandes maravillas de Dios: la Creación, la Redención y la Santificación.

El Domingo es el tributo del Señor: Dios es el
dueño de los hombres, y elige los sacerdotes consagrados a su culto. Dios es el dueño del espacio, y exige edificios sagrados. Dios es el dueño del tiempo, y se ha reservado un día por semana, el Domingo. Dios ha dado seis días al hombre para su trabajo, y se reserva el séptimo para su culto. Nada más justo ni razonable.
 
¿Qué hay que hacer para santificar el Domingo? 1º, Hay que abstenerse de obras serviles; y 2º, dedicarse a obras de religión.
 
1º Las obras serviles son los trabajos en que el cuerpo tiene mas parte que el espíritu. Están prohibidas aun en el caso en que se ejecutaran sin interés o por hacer una buena obra.
Dios nos prohíbe las obras serviles en los Domingos:
a) a fin de que podamos ocuparnos en nuestros deberes religiosos y en la salvación de nuestra alma;
b) para dar al cuerpo el descanso necesario.
La ciencia demuestra que el descanso de un día, cada siete, es requerido por nuestra constitución física. Dios ordena, pues, al hombre el santo reposo del Domingo para bien de su alma y de su cuerpo.
 
Los que hacen trabajar a otros, o dejan que sus subalternos trabajen, son tan culpables como si trabajaran ellos mismos: son responsables del pecado de los otros y del escándalo que dan.
Hay causas que pueden excusar el trabajo en Domingo:
1)     La necesidad, cuando se trata de detener, apagar o localizar un incendio, impedir una inundación, reparar los caminos necesarios para el servicio público, recoger una mies en peligro o hacer cualquier otro trabajo que no pueda omitirse sin daño notable.
2)     El servicio divino permite ciertas obras serviles para el culto, como preparar las andas, etc., para una procesión.
3)     La caridad autoriza el trabajo a favor de los enfermos y de los pobres que se hallan en necesidad extrema.
4)     La dispensa, concedida con justo motivo por los superiores eclesiásticos, el obispo, el párroco.

Fuente: P. A. Hillaire., La Religión Demostrada