El justo no teme la muerte

Posted by: Nycticorax

San JoseĢ 14 (13b)
Muerte de San José

Los justos no tienen por qué temer la muerte, antes bien, mueren alabando y dando gracias a Dios por su acabamiento, pues en él acaban sus trabajos y comienza su felicidad. Y así dice San Agustín sobre la epístola de San Juan: El que desea ser desatado y verse con Cristo no se ha de decir de él que muere con paciencia, sino que vive con paciencia y muere con alegría.

Así que el justo no tiene por qué entristecerse ni temer la muerte; antes con mucha razón se dice de él que muere cantando como cisne, dando gloria a Dios por su llamamiento. No teme la muerte, porque temió a Dios, y quien a este Señor teme, no tiene más que temer. No teme la muerte, porque temió la vida; porque los temores de la muerte, efectos son de mala vida. No teme la muerte, porque toda la vida gastó en aprender a morir y en aparejarse para morir; y el hombre bien apercibido no tiene por qué temer a su enemigo. No teme la muerte, porque ninguna otra cosa hizo en la vida sino buscar ayudadores y valedores para esta hora, que son las virtudes y buenas obras. No teme la muerte, porque tiene al juez granjeado y propicio para este tiempo con muchos servicios que le ha hecho.
Finalmente, no teme la muerte, porque para el justo la muerte no es muerte, sino sueño; no muerte, sino mudanza; no muerte, sino último día de trabajos; no muerte, sino camino para la vida y escalón para la inmortalidad.

No desmaya con la memoria de los pecados, porque tiene a Cristo por Redentor, a quien siempre agradó. No por rigor del juicio divino, porque le tiene por abogado. No por la presencia de los demonios, porque le tiene por capitán. No por el horror de la sepultura, porque sabe que allí siembra el cuerpo animal, para que después nazca espiritual.
Pues si al fin se canta la gloria y el postrer día, como dice muy bien Séneca, juzga de todos los otros días y da sentencia sobre toda la vida pasada, porque él es el que justifica o condena todos los pasos de ella, y tan pacífico y quieto es el fin de los buenos y tan congojoso y peligroso el de los malos, ¿qué más era menester que esta sola diferencia para escupir la mala vida y abrazar la buena? ¿Qué montan todos los placeres, toda la prosperidad, todas las riquezas y todos los regalos y señoríos del mundo si en fin vengo a ser despeñado en el infierno? Y ¿qué me pueden dañar todas las miserias de esta vida acabándola en paz y tranquilidad y llevando prendas de la gloria advenidera?

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta