Hay que orar con humildad (I)

Posted by: Ioseph

San Francisco de Asís 07 (43)
San Francisco de Asís

Escucha el Señor bondadosamente las oraciones de sus siervos, pero sólo de sus siervos sencillos y humildes, como dice el Salmista: Miró el Señor la oración de los humildes. Y añade el apóstol Santiago: Dios resiste a los soberbios y da sus gracias a los humildes. No escucha el Señor las oraciones de los soberbios que sólo confían en sus fuerzas, antes los deja en su propia miseria, y en ese mísero estado, privados de la ayuda de Dios, se pierden sin remedio.

Así lo confesaba David con lágrimas amargas:
Antes que fuera humillado, caí. Pequé porque no era humilde. Lo mismo acaeció al apóstol Pedro, el cual, cuando el Señor anunció que aquella misma noche todos sus discípulos le habían de abandonar, él, en vez de confesar su debilidad y pedir fuerzas al Maestro para no serle infiel, confió demasiado en sus propias fuerzas y replicó animoso que, aunque todos le abandonaran, él no le abandonaría. Predícele de nuevo Jesús que aquella misma noche, antes que cantase el gallo, tres veces le había de negar; de nuevo, Pedro, fiado en sus bríos naturales, contestó orgullosamente: Aunque tenga que morir, yo no te negaré.
¿Qué pasó? Apenas el desdichado puso los pies en la casa del pontífice, le echaron en cara que era discípulo del Nazareno y él por tres veces le negó descaradamente y afirmó con juramento que no conocía a tal hombre. Si Pedro se hubiera humillado y con humildad hubiera pedido a su divino Maestro la gracia de la fortaleza, seguramente no le hubiera negado tan villanamente.

Convenzámonos de que estamos todos suspendidos sobre el profundo abismo de nuestros pecados por el hilo de la gracia de Dios. Si ese hilo se corta, caeremos ciertamente en ese abismo y cometeremos los más horrendos pecados.
Si el Señor no me hubiera socorrido, seguramente sería el infierno mi morada. Eso decía el Salmista y eso podemos repetir nosotros también.
Esto mismo quería manifestar San Francisco de Asís cuando de sí mismo decía que era el mayor pecador del mundo. Contradíjole el fraile que le acompañaba:
Padre mío, le dijo, eso no es verdad, pues de seguro que hay en el mundo muchos pecadores que han cometido más graves pecados. A lo cual contestó el Santo: Muy verdad es lo que decía; pues si Dios no me tuviera de su mano, hubiera hecho los más horribles pecados que se pueden cometer.

Fuente: San Alfonso María de Ligorio, El gran medio de la oración