¡La cara por Dios!

Posted by: Lotario de Segni

Jesús 02 (02)

¡Cuántos y cuántas hallareis!, aun acá entre nosotros, los católicos puramente tales (que de los otros no hablo), cuántos y cuántas, digo, hallareis que os lo dan todo con la mayor espontaneidad y largueza. Entendimiento, corazón, dinero. Hasta dinero, sí, señor; ¡y cuidado si cuesta en este pícaro mundo dar dinero para las cosas de Dios!
Sí, todo os lo darán, pero ¡oh dolor!, no les pidáis la cara, que hasta eso no llega su abnegación; ante tal exigencia se vuelven cobardes los más animosos, y avaros los más desprendidos.

Exige la fe la sumisión de la inteligencia a sus augustas cuanto misteriosas verdades, y se presta dócilmente por los buenos católicos esta sumisión.
Exige el rendimiento del corazón con todos sus afectos, y a pesar de la resistencia de nuestros apetitos, siempre inclinados a lo sensual y grosero, se obtiene este rendimiento.
Exige el culto a Dios, la propaganda del bien, la caridad por nuestros hermanos, el amor al Papa; exige, digo, sacrificios de dinero, y se hacen con prontitud y buena voluntad.
Pero se exige el testimonio público de Religión, se exige que la mostremos en faz de nuestros adversarios para confundirlos con lo decidido de nuestra actitud, que la saquemos a las calles y plazas para acreditarla, para que la vean firmemente profesada, así amigos como enemigos; exígese, en una palabra, la cara, y entonces… ¡allí aparecen las excusas y pretextos! ¡allí los vanos recursos y sutiles componendas!

De todas las debilidades y cobardías del católico débil y cobarde esta es, sin duda, la más común, la más injustificada y la más perjudicial.
La más común porque es como una enfermedad contagiosa, acomete a todas las clases; es como una moda la vergüenza de la verdad: aspírase a contentar a todos por medio de una conducta flexible, dúctil, que nunca acarree una contradicción, nunca ocasione un compromiso. Llámase espíritu de caridad toda condescendencia con el error, por más que ante Dios sea una impía traición a los derechos de la verdad.
Es la más injustificada porque el adversario al que teme es el más ruin, despreciable y cobarde a la vez: es el
“qué dirán”.
Es la más perjudicial porque ante ella crece la audacia de los impíos pues, por ella, los católicos viven de un modo tan original que nada los distingue de los que no lo son. Ocultan todo tipo de signo exterior de fe y de piedad que los comprometa ante los amigos. Y ved luego por qué es tan audaz el blasfemo, por qué es tan insolente la prensa irreligiosa, por qué son tan libres los desahogos de la impiedad.

No le neguéis nunca a Cristo, abofeteado y escupido en la suya divina, este testimonio de vuestra cara, aunque os la abofetee el mundo y os la escupa el malvado.
Y no duden encontrar misericordiosa la del Supremo Juez en su hora postrera los que por profesar su fe la hubieran mantenido serena y cristianamente altiva en los presentes combates.

Fuente: Cfr. Pbro. Félix Sardá y Salvany, Propaganda Católica, Barcelona, febrero de 1876