La hora de la acción

Posted by: Ioseph

Pío XII 04 (15)

El Papa Pío XII, constantemente, aprovechando todas las ocasiones, ha procurado excitar en la conciencia católica la voluntad, el gusto, el sentido de la acción; el deber y el ideal de la acción.
¡Son tan grandes las necesidades, tan numerosos y graves los problemas, tan cargados de odio satánico los enemigos!
“El mundo camina, sin saberlo, por los derroteros que llevan al abismo almas y cuerpos, buenos y malos, civilizaciones y pueblos...” ¿Podemos permanecer inmóviles y con los brazos cruzados? Es preciso enfrentarse con la corriente destructora, dominarla, transformarla. Pero la tarea es inmensa. Es necesario “reconstruir al mundo desde sus cimientos”.
El presente
“impone al apostolado exigencias gigantescas”. Todos deseamos el triunfo del bien. Pero “¿qué vale desear sin un fuerte querer? ¿Y para qué sirve un fuerte querer sin un franco emprender? No discutamos más de principios, de metas y objetivos –decía el Padre Santo–. Son ya conocidos y esperan una sola cosa: su realización concreta”.

“No hay tiempo que perder. El momento de la reflexión y de los proyectos ha pasado. Es el momento de la acción”. “¿Os lamentáis por las terribles calamidades de los tiempos? No lamentos sino acción es el precepto de la hora presente”. “Se trata de emplear a fondo todas las posibilidades, de poner en tensión todas las energías hasta el último esfuerzo”. “De luchar y luchar sin descanso”
, como decía el radiomensaje a la Juventud femenina de la acción católica española.

Si otros trabajan con tanto ardor para el mal
“cuanto mayor deberá ser el celo por la causa de Dios, de Cristo y de la Iglesia”. Nuestra causa es la más bella, la más noble, la más grande. “¡No os dejéis vencer por nadie –dice– en actividad, en fervor, en celo!”
“No os deis reposo –decía en el radiomensaje al VIII Congreso Eucarístico Nacional de Chile– hasta ver que el pensamiento y la práctica cristianas penetran en los más recónditos rincones de vuestra vida pública y privada, individual y social”.

La acción que el Papa pide a los fieles debe ser continua, sin intermitencias de inercia, que puedan frustrar en pocos días la labor de muchos años; vigilante, de modo que pueda prever los problemas que la rápida evolución de los tiempos suscita, y afrontar oportunamente su solución; pronta, sin vacilaciones y perezosas lentitudes; no meramente defensiva, sino ofensiva, de conquista espiritual, misionera y por ello audazmente intervencionista, en valiente contacto con la vida y en el centro de sus problemas.
Y si preguntáis hasta qué punto debéis daros a la acción y sacrificaros por ella, el Papa os responderá
: “Bajo la mirada de María, Reina de las Victorias, disponeos a vivir, por decirlo así, en un clima de general movilización, prontos a cualquier sacrificio, a cualquier heroísmo”

Fuente: Ernesto Szanto, Campeón invicto de santidad juvenil