Los que "dejan hacer"

Posted by: Lotario de Segni

Santo Tomás Moro 01 (01)
Santo Tomás Moro, mártir del no “dejar hacer”

Hay entre los autores y cómplices del gran atentado de la Pasión y Muerte del Hijo de Dios, alguien a quien no se nombra en aquella dolorosa historia, y a quien no obstante, corresponde una parte principalísima en ella: los que dejaron hacer, los que con su cobarde silencio y criminal retraimiento, hicieron fuese posible toda aquella serie de espantosas iniquidades.
Los indiferentes, que dicen amar y nada hacen por lo que aman; los que aseguran creer y a nada se resuelven por lo que creen. Son estos los auxiliares más eficaces del adversario en los momentos críticos de una batalla; son éstos los que, ni pagados, servirían mejor para entorpecer y paralizar el empuje de los buenos defensores de la causa de Dios.

Este gran pecado de
“dejar hacer” tiene sus circunstancias agravantes, como todos los pecados.
Es indudable que pecan más en dejar hacer a los malos aquellos que tienen mayor y más estrecha obligación de tenerlos con su firme y resuelta actitud enfrentados y contrastados.
Tener autoridad, tener talento y tener dinero son, en efecto, tres medios poderosísimos de acción social que Dios no otorga a nadie porque sí, y sin exigirle por ellos más que un ocioso disfrute.

Suelen creer, o lo aparentan por lo menos, los tocados de la tan general lepra del
“dejar hacer”, que toda su culpa es simple omisión, la cual con ser de sí muy grave en el caso presente, no se lo parece tanto como otras de carácter francamente positivo. Sin embargo es esta una ilusión.
Esta estricta pasividad de que se muestran tan poco alarmados, no es pasividad más que en el sentido material de la palabra. En el fondo es verdadero y positivo concurso a los más negros planes de Satanás, pues él cuenta con la pasividad de los buenos; con ese
dejarle hacer sin oponer ningún género de resistencia. Esto es lo que ante todo necesita y sin lo cual nada llevaría a cabo.

¿Y no ha de temer para sí un severo fallo en el Tribunal Divino el cristiano de autoridad, inteligencia o riquezas, vil desertor de la causa de Dios y cómplice de su enemigo, cuando a Dios y a la Iglesia no consagra en primer lugar su dinero, su saber y sus cargos públicos, como a ello viene estrechamente obligado desde que con tales preeminencias sociales se le distinguió?

Fuente: Cfr. Pbro. Félix Sardá y Salvany, Propaganda Católica, Barcelona, 1905