Obras son amores

Posted by: Lotario de Segni

San Antonio de Padua 02 (07)
San Antonio de Padua predicando

Creen muchos, y es lamentabilísimo error, que puesto que el mal principal de nuestra época es la confusión y extravío de las ideas, se habrá puesto a nuestro daño oportunísimo y completo remedio cuando se haya logrado que, gracias a los esfuerzos de la apologética católica, no quede punto alguno de los controvertidos sin clara explicación, o sofisma alguno de los propalados sin refutación sólida y concluyente.
Les parece a estos que si a cada incrédulo de nuestros días se les pudiese poner ante los ojos un libro en que precisa y detalladamente se pudiese dar satisfacción a todos sus reparos contra la fe y se estableciesen uno a uno los solidísimos argumentos que la abonan, la conversión de nuestra sociedad indiferente y escéptica sería negocio de pocas horas, es decir, de las pocas horas que emplease cada individuo de ella en hacerse cargo del libro en cuestión y meditar algo de su contenido.

¡Vana ilusión! Si el más trivial conocimiento de la naturaleza humana no nos desengañase de ella, para desengañarnos bastará el ejemplo mismo de lo que palpamos todos los días. Poned en manos del incrédulo más ilustrado la mejor y más convincente apología católica, y es muy fácil que lo venzáis con sus argumentos… pero no que lo convenzáis. En materias de religión el secreto resorte de la convicción o de la duda está en otra parte que en la sola inteligencia; está en el corazón ayudado por la divina gracia.
Por extravío del corazón más bien que por extravío de la inteligencia se entra en el camino de la incredulidad: los humos que del corazón corrompido suben a la cabeza, éstos son los que han empezado a oscurecer la luz clarísima de ella y han concluido tal vez por apagarla.
No se empezó por discutir y negar la fe a fin de vivir después con más holgura, libre de las trabas que ella impone. No, que lo primero fue sacudir las trabas y después vino lo de buscarse rebeldes razones y argumentos con que justificar la rebeldía. Este es el procedimiento usual por el que se pasa de la Religión a la incredulidad, que por esto dijo quien lo entendía perfectamente: Procurad hallaros sin falta en lo que prescriben los mandamientos; yo haré que no tengáis luego duda alguna en admitir todo lo que enseña el Credo.

Ahora bien, si la corrupción del corazón es la que hace incrédulos, solo librando de la corrupción los corazones habremos hallado el medio principal y más eficaz de deshacerlos. Creemos en la influencia poderosísima que ejercen mutuamente las ideas en las costumbres y las costumbres en las ideas, pero somos de parecer que las costumbres influyen más eficazmente en las ideas que viceversa. Por esto, y hasta contrariando en algo nuestra natural inclinación y la índole especial de nuestras tareas, damos, para la destrucción del error, mucha más importancia al ascetismo que a la controversia, creemos de más positivos resultados la obra de piedad que la de polémica, y estamos más por la unción persuasiva del sermón que por las brillantes discusiones de la Academia o del Ateneo.
Y es que es más firme empezar por la persuasión que por la convicción. No descuidemos la propaganda de las buenas ideas, pero demos la importancia principal a la de las buenas costumbres, pues
obras son amores, que no buenas razones.

Fuente: Cfr. Pbro. Félix Sardá y Salvany, Obra importantísima, España, 1887