Santidad Argentina (XVI)

Posted by: Corim

Vble María Crescencia Pérez 03 (05)
Agustín Pérez, padre de Sor María Crescencia

HERMANA MARÍA CRESCENCIA PÉREZ. Cuarta parte.

En la entrega anterior hemos acompañado a María Crescencia en su ingreso al postulantado de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de Huerto. De esta manera, inicia la preparación a la consagración religiosa que la unirá mas estrechamente con su amado Dios y Señor.
La fecha oficial de su ingreso en la Congregación es el 31 de diciembre de 1915, y el 21 de septiembre del año siguiente toma el Santo hábito religioso y cambia su nombre de bautismo por el de María Crescencia, en memoria de San Crescencio, mártir, cuyas reliquias habían puesto en el ara del altar del noviciado unos días antes.
 
El noviciado es un tiempo donde la Congregación conoce al novicio, y el novicio conoce a la Congregación, es un tiempo de aprendizaje, de estudio, de intensa oración, de ir moldeando el alma en la Divina Escuela del Maestro de la Cruz, y es esta la principal tarea del futuro religioso: morir en la Cruz de Cristo, como Él murió por mí; se debe aprender a morir a los gustos personales, a los caprichos, al resabio que puede haber todavía del mundo en lo más escondido del alma;  y es además un periodo para encarnar en uno mismo el santo carisma fundacional que Dios ha inspirado al Fundador. En el caso de María Crescencia el fundador de su Congregación fue San Antonio María Gianelli, a quién Sor Crescencia manifestaba tener gran devoción. Citaremos algunos párrafos de los consejos que San Antonio María les daba a sus religiosas:
 
“Primero procuren amar realmente y mostrar gran amor por las criaturas que les son confiadas...”
“Serán amorosas y complacientes con los pobres enfermos y, sobre todo, infatigables para con ellos...No duden en reprender, pero sin cólera ni mal humor... Vigilarán para que cada uno cumpla bien su propio deber..., con mucha cautela...”
“Se presentarán toda clase de enfermos. Digan en su corazón: Dios me manda esta alma, para que yo la ayude... Y rogarán por ellos y, en particular, por aquellos que encontrarán más tercos y obstinados...”
“Enseñar con la voz y con el ejemplo es justamente la enseñanza que Jesucristo ha ejercido en los tres años de su vida pública, y que ha confiado a los Apóstoles...”
 
Y es en esta escuela en donde María Crescencia se va formando durante los dos años de noviciado; y además de las enseñanzas de su Fundador, en ella se cultiva una caridad y dulzura cada vez más exquisitas. Pero sobre todo moldea su alma pera ser más agradable a los ojos de Dios, especialmente en morir a sí misma hasta sacrificar su voluntad perfeccionándose en ejercitar la santa obediencia de modo heroico, como así también las demás virtudes.
 
Citaremos testimonios de tres religiosas que fueron compañeras de sor Crescencia en el noviciado:
Hermana María Sommer:
“María Crescencia era muy buena siempre, nunca la vi disgustada, era muy buena compañera, alegre...Estaba siempre pronta para ayudar y consolar.” “Era como las demás: estudiaba, rezaba, leía... Estudiaba las reglas y las observaba lo mejor que podía.”
Hermana Celina Rohr:
“Crescencia pensaba siempre en su santidad. Ella quería hacer siempre la Voluntad de Dios. Era verdaderamente una santa.”
 
Un aspecto importantísimo de la Hermana María Crescencia es su gran devoción a Santa Teresita del Niño Jesús, de quién aprendió a transitar por el Caminito de la santa infancia espiritual. La Hermana María Ángela Quinodoz nos da el siguiente testimonio:
“Crescencia tenía todo resuelto en el “Caminito” de Santa Teresita. Yo creo que la imitó en todo y ella expresamente señalaba que la quería imitar”.
 
En la próxima entrega vamos a detenernos un poco en este aspecto de la vida de sor María Crescencia, su devoción por el camino de la santa infancia espiritual, que copia de Santa Teresita del Niño Jesús. Pero por hoy nos quedamos contemplando a Sor Crescencia desprendida de todo y de todos, abandonada en los brazos de la Divina providencia y confiando en el Amor Maternal de su Madre Santísima del Huerto, guiada por el ejemplo de Santa Teresita, y fiel al Carisma de San Antonio Gianelli. María Crescencia avanza por el tiempo que dura su noviciado, anhelando que llegue el día feliz de la profesión de sus votos religiosos, que la unirán estrechísimamente con su Esposo Crucificado.
 
Para terminar este capítulo, vamos a citar un párrafo de una de las cartas que Crescencia escribió a su familia:
“...los recuerdo siempre en mis oraciones, no dejo de pedir por todos, para que el Buen Dios los ayude y consuele en todas las contrariedades y amarguras de la vida, en que tanta gracia de Dios necesitamos para sobrellevar todo, con paciencia y resignación y adquirir una grande gloria en el Cielo; y así unirnos con todos los seres queridos. ¡Oh, como nos debe animar y alegrar la esperanza de que un día nos encontraremos todos reunidos en el Cielo!... así que bien se merece para alcanzar tanta dicha, vivir sin placer y además la vida por larga que sea, es breve comparada con la Eternidad...”