Santidad Argentina (XXVII)

Posted by: Corim

Cura Brochero 01 (12)

Regalo del Divino Niño de Belén para todos los argentinos, reflexiones para el tiempo de Navidad.

Ya adentrándonos en la octava de Navidad, que consiste en celebrar por ocho días el gozo del Nacimiento del Señor, hemos recibido la gratísima noticia que fue aprobada la beatificación, sólo falta esperar la fecha exacta, del siervo de Dios, Venerable José Gabriel del Rosario Brochero, o como es conocido más popularmente: el Cura Brochero. Y no es pura coincidencia que se haga pública esta noticia justo en este tiempo de Navidad: es un regalo que el Dulce Niño de Belén nos hace a todos los que habitamos este bendito suelo argentino.

Y como ya lo hemos dicho en ocasión de la beatificación de María Crescencia Pérez, Dios nos invita a cada uno de los argentinos a responder con fidelidad al llamado universal a la santidad.
Y por eso nos da modelos tan cercanos a nosotros, que recorrieron los mismos caminos que nosotros, compartieron nuestras mismas costumbres, y tuvieron el mismo amor por la patria. La diferencia está en que se decidieron a realizar en sus vidas la santa Voluntad de Dios, aunque les costaba, aunque no entendían, aunque les dolía en el fondo del alma; a pesar de todo, dieron su sí al querer Divino, “sí” que es una respuesta de amor al infinito Amor que Dios nos tiene, ya que
amor con amor se paga.

En este tiempo de Navidad dejemos nuestra soberbia y orgullo de lado y decidamos nosotros también a dar nuestro “SI” a Dios, “SI” que dará como resultado una paz inmensa del alma, porque estaremos enteramente en las manos de Dios, y todo lo que pueda sucedernos nos resultará dulce, pues proviene de sus benditas manos. Ejemplo de esto ya lo tenemos en María Crescencia y en el Cura Brochero, como así también y principalmente en la Santísima Virgen, que le ha dado su “SI” a Dios por medio del Ángel para ser la madre del Redentor.

Por lo tanto miremos el pesebre, que seguramente estará armado en todos los hogares cristianos, miremos las figuras de San José, de María y del Niño, y desde lo más profundo del alma digamos:
“Señor, te entrego mi vida, mis bienes, mis necesidades, mis proyectos, mis ilusiones, mi cuerpo y mi alma, para que solo Vos dispongas de todo ello, según Tu Santísima Voluntad, para gloria de Dios, Bien de la Iglesia y de mi pobre alma. Amén.”
Y estaremos seguros de que, si correspondemos fielmente, Dios hará maravillas en nuestras vidas y caminaremos seguros, sin temor, pues Dios dirige los caminos de nuestras vidas.