El amor a María demostrado por el sacrificio

Posted by: Lotario de Segni

Bodas de Caná
Bodas de Caná

Es preciso sufrir por María cuando se la ama mucho. La Santísima Virgen no se contenta con puras palabras, quiere ver en nosotros un amor práctico. Ella nos puede decir lo que dijo Jesús: "El que me ama guarda mis mandamientos” o sea mi doctrina. Ahora bien, ¿cuál es la doctrina de María?
El Santo Evangelio pone en boca de María estas palabras, que dirigió a los servidores en las bodas de Caná:
“Haced lo que Él os diga”. Y eso mismo nos dice ahora al conducirnos a Jesús.

Nuestra primera señal de verdadero amor a María será el cumplimiento de la divina voluntad. Esta fidelidad al deber aún en las más mínimas cosas, nos dará ocasión de ofrecer a Dios por medio de María, numerosos sacrificios.
En efecto, el sacrificio se impone para prestar con amabilidad el servicio que se nos pide, para soportar a alguna persona por la cual tenemos antipatía, para perdonar las injurias, etc.
La naturaleza se resiste a guardar silencio en las horas penosas, como por ejemplo en el cumplimiento de un deber monótono o que nos desagrada, estudiar materias que nos repugnan, etc.
Es heroico, sin embargo, y muy posible, el sacrificio de vencer el respeto humano santiguándose delante de una iglesia, haciendo bien la señal de la cruz, arrodillándose a rezar…
Cumplir con fidelidad y lo mejor posible, el deber que se nos impone ahora mismo, en este preciso momento, eso es amar a María.
Además de estos sacrificios comunes y de todos los días, Dios Nuestro Señor pide otros, sobre todo a quienes ama con especial amor. El verdadero sufrimiento amoroso, es aquel que se acepta con alegría: incomodidades, contrariedades, enfermedades y sufrimientos que con frecuencia padecemos.

Cuando tengáis que sufrir alguna cruz ofrecedla a Jesús y a María: ¡He ahí el verdadero amor!

También la mortificación de los sentidos es un obsequio agradable a María: no buscar mirar siempre objetos agradables o tratar siempre con personas bellas, soportar olores desagradables sin quejarse ni exterior ni interiormente, privarse de comer o beber cosas ricas, usar algo que nos incomode el cuerpo, etc.
Donde hay sacrificio, hay amor. Cuanto más nos sacrifiquemos por María tanto mayor será nuestro amor por Ella. El amor se prueba con el sacrificio.

Fuente: cfr. Hno. Mutien Marie, F.S.C., "Cómo amar y
hacer amar a María", Ed. Stella, 1954