Laudem Gloriae

La transfiguración

Posted by: Laudem Gloriae

Transfiguración 01 (04)
Transfiguración

¡Oh Jesús! Que tu gracia triunfe en mí, hasta hacerme digno de participar de tu gloriosa transfiguración.
El alma de Jesús, unida personalmente al Verbo, gozaba de la visión beatífica, cuyo efecto connatural es la glorificación del cuerpo. Este efecto no se manifestó en Jesús, porque quiso, a lo largo de sus años de vida terrena, asemejarse a nosotros lo más posible, revistiéndose de “una carne semejante a la del pecado” (Rom. 8, 3). Sin embargo, para robustecer la fe de los apóstoles turbados por el anuncio de su Pasión, Jesús permitió que por breves instantes en el Monte Tabor, algunos rayos de su alma beata se transparentasen en su cuerpo: entonces Pedro, Santiago y Juan lo vieron transfigurado: “su rostro resplandeció como el sol y sus vestidos eran blancos como la nieve”. Los tres quedaron extasiados; y eso que Jesús sólo les había dejado ver un rayo de su gloria, pues ninguna creatura humana habría podido soportar la visión completa.

La gloria es el fruto de la gracia: la gracia, que Jesús posee en medida infinita, redunda en una gloria infinita, que le transfigura totalmente. Un fenómeno semejante sucede también en nosotros: la gracia nos transforma, nos transfigura
“de gloria en gloria” (II Cor. 3, 18), hasta que un día en el cielo nos introduzca en la visión beatífica de Dios. Mientras la gracia transfigura, el pecado desfigura con su oscuridad a los que yacen víctimas de él.

El Evangelio de hoy destaca la relación íntima que existe entre la Transfiguración y la Pasión de Jesús. Moisés y Elías, que aparecieron en el Tabor al lado del Salvador, hablan con Él precisamente, según puntualiza San Lucas, de su próxima Pasión,
“de su muerte que había de cumplirse en Jerusalén” (Lc. 9, 31).
Con esto el Maestro divino quiere decir a sus discípulos que ni Él ni ellos podrán llegar a la gloria de la Transfiguración sin pasar por el dolor. Es la misma lección que más tarde dará a los discípulos de Emaús:
“¿No era preciso que el Mesías padeciera esto y entrase en su gloria?” (Lc. 24, 26). Lo que el pecado desfiguró no puede volver a su primitiva belleza sobrenatural, sino a través del dolor que purifica.

¡Oh Jesús! Destruye en mí el pecado, ese pecado que ha desfigurado tu Rostro, ese pecado que ha desfigurado mi alma, creada a tu imagen y semejanza. Pero para que se cumpla esta destrucción es necesario que yo participe de tu Calvario, de tu Cruz; dígnate, pues, Señor, unir a tu Pasión todos los sufrimientos pequeños y grandes de mi vida, para que, purificado a través de ellos, pueda subir de claridad en claridad hasta la total transfiguración en ti.
La luz y la gloria del Tabor me animan; gracias, Señor, por haberme concedido, aunque sea por breves instantes, el contemplar tu esplendor, el gozar de tus divinas consolaciones; así fortalecido y animado bajo del monte para seguirte
a ti solo hasta el Calvario.

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina

Del maravilloso efecto del Divino Amor (I)

Posted by: Laudem Gloriae

Virgen María 07 (19b)

¡Oh Señor Dios mío, Amador santo mío! Cuando tú vinieres a mi corazón, se alegrarán todas mis entrañas. Tú eres mi gloria y la alegría de mi corazón; tú eres mi esperanza y el refugio mío en el día de mi tribulación.
Mas porque aún soy débil en el amor, e imperfecto en la virtud, por eso tengo necesidad de ser fortalecido y consolado por ti. Por eso visítame, Señor, continuamente, e instrúyeme con santas doctrinas. Líbrame de mis malas pasiones y sana mi corazón de todos mis afectos desordenados; a fin de que sano y bien purificado en lo interior, sea apto para amarte, fuerte para sufrir y firme para perseverar.

Gran cosa es el amor y el mayor de todos los bienes. Él solo hace ligero todo lo pesado, y sufre con igualdad todo lo desigual, pues lleva la carga sin fatiga y hace dulce y sabroso todo lo amargo. El nobilísimo amor de Jesús nos anima a hacer grandes cosas y siempre nos mueve a desear lo más perfecto. El amor quiere estar en lo más alto, y no ser detenido en cosas bajas. El amor quiere ser libre y ajeno de toda afición mundana, para que no se impida su afecto interior, ni se embarace en ocupaciones de provecho temporal, ni caiga por algún daño o pérdida. No hay cosa más dulce que el amor, ni más fuerte, ni más alta, ni más espaciosa, ni más alegre, ni más cumplida ni mejor en el cielo ni en la tierra. Porque el amor nació de Dios y no puede descansar con nada de lo creado, sino con el mismo Dios.

El que ama vuela, corre, alégrase, es libre, y no es detenido; todas las cosas da por todo, y las tiene todas en todo, porque descansa en el único Sumo Bien sobre todas las cosas, del cual mana y procede todo bien. No mira a los dones, sino vuélvese al dador de ellos sobre todos los bienes. El amor muchas veces no sabe modo, mas se inflama sobre todo modo. El amor no siente carga, ni hace caso de los trabajos, antes desea más de lo que puede. No se queja que le manden lo imposible, porque cree que en Dios todo lo puede. Pues tiene poder para todo y muchas cosas ejecuta y pone por obra, en las cuales el que no ama desfallece y cae.

Fuente: Tomás de Kempis, Imitación de Cristo, L III, cap. 5

Convertirnos a Dios de todo corazón

Posted by: Laudem Gloriae

San Pablo 02 (09) Conversión
Conversión de San Pablo

¡Oh Señor, que me creaste para ti! Haz que con todas mis fuerzas yo tienda a ti, mi último fin.
Santo Tomás enseña que
“en el fin no hay que poner límites ni medida alguna” (II.-II., 184, 3); y, como la santidad es el fin de la vida espiritual, no debes proponértela bajo una forma reducida o empequeñecida, sino en toda su amplitud. Esta amplitud te habla de unión íntima con Dios, de una conformidad tan plena con su divina voluntad, que ésta sea el único motivo de todas tus acciones; esta amplitud te habla de una completa invasión de la gracia, porque, tan pronto como el alma se ha purificado de todo lo que es contrario a la voluntad de Dios, “le comunica Dios su ser sobrenatural de tal manera que parece el mismo Dios y tiene lo que tiene el mismo Dios” (San Juan de la Cruz). La santidad es plenitud de amor y de gracia, es transformación en Dios por amor, es deificación por gracia.

¿A qué grado de amor y de gracia llegarás? Esto depende, en primer lugar, de los designios de Dios sobre tu alma, y después, de tu colaboración personal. Ahora bien, por lo que a ti toca, el secreto para llegar a la meta está en no detenerse jamás, y esto por dos razones: primera, porque por más que crezcas en el amor, jamás llegarás a amar a Dios cuanto Él se merece; segunda, porque ignoras el grado de santidad a que Dios te llama. Además, el Señor no se dejará vencer en generosidad; por eso cuanto más te des a Él por el ejercicio de un amor intenso, tanto más se dará Él a ti por gracia.
La medida para amar a Dios es amarlo “sin medida”. Y si en el amor no has de poner medida, tampoco has de ponerla en tu conversión.
“Dice el Señor: convertíos a mí de todo corazón” (Jl. 2, 12); he aquí la condición indispensable para amar a Dios con todo el corazón. Es muy raro que esta conversión total se realice en un instante como efecto de un golpe particular de la gracia: lo más ordinario es que se llegue a ella a través de una larga y progresiva conversión. Y si bien en la conversión, como en toda la obra de santificación, la iniciativa es siempre de Dios, que te previene con su gracia, se requiere también tu colaboración; por eso cada día debes empeñarte con renovado propósito “en convertirte a Dios de todo corazón”. Sea éste tu programa de Cuaresma.

Concédeme, Oh Señor Jesús, por los méritos infinitos de tu Pasión, que me convierta a ti con todo mi corazón. No permitas que mi espíritu se abata ante el continuo rebrotar de mis tendencias egoístas y la lucha incesante que tengo que sostener contra ellas. Hazme comprender que, para convertirme totalmente a ti, no debo pactar con mis flaquezas, con mis defectos, con mi egoísmo, con mi amor propio. Hazme comprender que todo debe ser sacrificado a tu amor. Y cuando lo hubiera sacrificado todo, tendré todavía que exclamar: Soy siervo inútil, oh Señor, porque todo es nada en comparación del infinito amor que merece tu infinita amabilidad.

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina

Que los negocios no impidan atender los intereses del alma

Posted by: Laudem Gloriae

Negocios 01 (01)

¡Oh Jesús! Te contemplo en el monte enseñando a las turbas el espíritu de pobreza. Yo también me acerco ansioso de escucharte.
“Y abriendo Jesús su boca les enseñaba diciendo. Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el reino de los cielos” (Mt. 5, 2-3).
Así comienza el sermón de la montaña. Después, en diversas ocasiones Jesús explica cómo debe entenderse la pobreza de espíritu.
“No alleguéis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín los consumen, y donde los ladrones lo desentierran y roban. Acumulad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los consumen, y donde los ladrones no los desentierran ni roban. Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón” (Mt. 6, 19-21).

Considera que Jesús dirigió estas enseñanzas no sólo a los apóstoles, sino también a los discípulos y a toda la gente que le seguían. Esto demuestra que, si no todos tienen que hacer el voto de pobreza -la vida de familia no lo consiente-, todos están obligados a conseguir y practicar “el espíritu de pobreza”, es decir, el desprendimiento afectivo de los bienes de la tierra, no poniendo en ellos su tesoro ni buscándolos con avidez y espíritu de codicia. Quienes tienen el deber de administrar los bienes y acrecentarlos por medio de un honesto trabajo, como son los padres y madres de familia, deben hacerlo con orden, o sea, evitando que los negocios y los intereses materiales les impidan atender a los intereses del alma y a los deberes para con Dios.
“¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo, si después pierde su alma?” (Mt. 16, 26). Y quien posee poco y vive en estrecheces materiales, debe aceptar serenamente y con paciencia la propia condición de la vida, viendo en ella una ocasión y un llamamiento para imitar más de cerca la vida de Jesús pobre.
Reflexiona además, que cuando el Divino Maestro dijo:
“Vende lo que tienes y dalo a los pobres”, quiso unir el ejercicio de la pobreza con la práctica de la caridad. El espíritu de pobreza, desprendiendo tu corazón de los bienes terrenos, debe hacerte generoso para con los necesitados.

Cúrame, Señor, de mi excesiva inquietud por las necesidades de la vida. En el silencio de mi corazón parece que resuena continuamente tu dulce reproche:
“Los gentiles se afanan por todas estas cosas. Pero bien sabe vuestro Padre celestial que de todas estas cosas tenéis necesidad” (Mt. 6, 32).
¡Oh Señor! Tú conoces mis necesidades y no eres para mí un extraño, sino un Padre, y como tal te has obligado a tener cuidado de mis necesidades. Fortifica, Señor, mi fe en tu palabra. Haz que mi confianza sea semejante a la de San Francisco de Asís, que se sentía tan seguro de ti, que no dudó en restituir a su padre no sólo el dinero, sino también los vestidos e irse desposeído de todo por el mundo, más contento y seguro en su pobreza, que los ricos en sus riquezas. ¡Oh dichosa pobreza, que tiene a Dios por servidor! Porque tú, Señor, no abandonas al que en ti confía, antes bien te complaces en ser generoso y liberal con el que ha abandonado todo por tu amor y se ha puesto por completo en manos de tu divina Providencia.

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina

La presentación del Niño Jesús y la Purificación de María Santísima

Posted by: Laudem Gloriae

Presentación de Jesús en el Templo 02 (09)

¡Oh Señor! Te suplico, por intercesión de María Santísima, que te dignes purificar mi alma.
La fiesta de hoy, que cierra el ciclo litúrgico natalicio, es al mismo tiempo fiesta de Jesús y de María; de Jesús, que, al cumplirse los cuarenta días de su nacimiento, es presentado en el templo por su Madre, según lo prescribía la ley; de María, que se somete al rito de la purificación.
La liturgia celebra ante todo la primera entrada de Jesús Niño en el Templo:
“He aquí que viene a su templo el Dominador, el Señor; gózate y alégrate, oh Sión, saliendo al encuentro de tu Dios” (Breviario Romano).
Salgamos también nosotros a su encuentro, emulando los sentimientos del anciano Simeón, quien, “movido por el Espíritu Santo, fue al templo” (Lc. 2, 22-23) y, lleno de alegría tomó en sus manos al Niño Jesús.

Para hacer más festivo este encuentro, la Iglesia bendice las candelas y las pone en nuestras manos, y así, con los cirios encendidos, entramos procesionalmente en el templo. La candela encendida es símbolo de la vida cristiana, de la fe y de la gracia que deben resplandecer en nuestra alma. Pero también es símbolo de Cristo, luz del mundo,
“luz puesta para iluminar las naciones”, como le saluda Simeón. La candela encendida nos recuerda que debemos llevar siempre con nosotros a Cristo, fuente de nuestra vida, autor de la fe y de la gracia, y que el mismo Cristo es quien nos dispone con su gracia para que corramos hacia Él con más fe y con más amor. Que nuestro encuentro con Él sea hoy lo más íntimo y santificador posible.
Jesús es presentado en el templo para ser ofrecido al Padre. El rescate que se pagaba por los primogénitos de los hebreos en su presentación en el templo, no tiene en Jesús ningún efecto. Él es la Víctima que deberá ser inmolada por la salvación del mundo. Su presentación en el templo es como el ofertorio de su vida; el sacrificio se consumará más tarde en el Calvario. Ofrezcámonos juntamente con Jesús.

“¡Oh Jesús! Por las manos de María quiero hoy ofrecerme al Eterno Padre juntamente contigo. Más Tú eres Hostia purísima, santa, inmaculada, y yo me encuentro lleno de manchas, de miserias y de pecados. ¡Oh Madre mía, María! Ya que, a pesar de estar exenta de toda sombra de imperfección, quisiste ser purificada, te pido que limpies mi pobre alma, para que pueda ser ofrecida menos indignamente al Padre en unión con tu Jesús. ¡Oh Virgen purísima! Introdúceme en el camino de una seria y profunda purificación, y después acompáñame Tú misma, para que por mi pusilanimidad no desfallezca ante la aspereza del camino.

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina

Hemos visto su estrella y venimos a adorarlo

Posted by: Laudem Gloriae

Pesebre 08 (27)

“Hemos visto su estrella en Oriente y venimos con dones a adorarle”.
En estas palabras del versículo del Aleluya sintetiza la misa de Epifanía la conducta de los Magos. Divisar la estrella y ponerse en camino, fue todo uno. No dudaron porque su fe era sólida, firme, maciza. No titubearon frente a la fatiga del largo viaje, porque su corazón era generoso. No lo dejaron para más tarde, porque tenían un ánimo decidido.
En el cielo de nuestras almas aparece también frecuentemente una estrella misteriosa: es la inspiración íntima y clara de Dios que nos pide algún acto de generosidad, de desasimiento, o que nos invita a una vida de mayor intimidad con Él. Si nosotros siguiéramos esa estrella con la misma fe, generosidad y prontitud de los Magos, ella nos conduciría hasta el Señor, haciéndonos encontrar al que buscamos.

Los Magos continuaron buscando al Niño aún durante el tiempo en que la estrella permaneció escondida a sus miradas; también nosotros debemos perseverar en la práctica de las buenas obras aún en medio de las más oscuras tinieblas interiores: es la prueba del espíritu, que solamente se puede superar con un intenso ejercicio de pura y desnuda fe.
Sé que Dios lo quiere, debemos repetirnos en esos instantes, sé que Dios me llama, y esto me basta: “Scio cui credidi et certus sum” (II Tim. 1, 12); sé muy bien en qué manos me he colocado y, a pesar de todo lo que pueda sucederme, no dudaré jamás de su bondad.
Animados con estas disposiciones, vayamos también nosotros con los Magos a la gruta de Belén:
“Y así como ellos en sus tesoros ofrecieron al Señor místicos dones, también del fondo de nuestros corazones se eleven ofrendas dignas de Dios” (Breviario Romano).

Tú me das a comprender, oh Jesús mío, que deseas mi colaboración para la venida de tu reino; tú quieres que yo ore, sufra y trabaje por la conversión de todos, vecinos y lejanos… Tú quieres que también yo lleve ante tu cuna los regalos de los Magos: el incienso de la oración, la mirra de la mortificación y del sufrimiento abrazado generosamente, y el oro del amor; un amor que convierta mi corazón en posesión exclusivamente tuya, y me incite a trabajar y a darme por completo en beneficio de los pecadores y de los infieles y para la mayor santificación de tus escogidos.
¡Oh dulcísimo Rey!, crea en mí un corazón de apóstol. ¡Con cuánta ilusión yo quisiera traer hoy a tus plantas las sinceras alabanzas y adoraciones de todos los hombres de la tierra!
¡Oh Jesús mío!, te suplico que, al mismo tiempo que te manifiestas al mundo, te des a conocer cada vez más a mi alma. Que brille hoy también para mí tu estrella y me enseñe el camino que conduce a ti; que el día de hoy sea también para mí una verdadera Epifanía, es decir, una nueva manifestación tuya a mi entendimiento y a mi corazón. Quién más te conoce más te ama, oh Señor; y yo deseo conocerte sólo para amarte y para darte a ti cada vez con mayor generosidad.

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina

Santísimo Nombre de Jesús

Posted by: Laudem Gloriae

Santísimo Nombre de Jesús 01 (01)

Ayúdame a comprender, oh Jesús, los misteriosos tesoros encerrados en tu dulcísimo Nombre.
La Iglesia nos invita a meditar y celebrar las glorias del Nombre del Hijo de Dios. Glorias que, como nos enseña San Pablo, brotan precisamente de su profundo anonadamiento:
“Hermanos: Cristo se anonadó…, por lo cual Dios le exaltó y le otorgó un nombre sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús doble la rodilla cuanto hay en los cielos, en la tierra y en los abismos” (Flp. 2, 7-8). Así canta la Iglesia en el oficio del día del Santísimo Nombre de Jesús, invitando a todos sus hijos a rendir un homenaje de devoción y agradecimiento a quien tanto se humilló por nosotros.

Respondiendo a este llamamiento, todo corazón cristiano está obligado a ensalzar el nombre santísimo de su Salvador, lo cual equivale a ensalzar su misma persona, ya que el nombre de Jesús expresa cabalmente su esencia, que es la de Salvador y Redentor. Dios mismo le impuso este nombre bendito, cuando el ángel anunció a María y a José el gran misterio:
“Le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt. 1, 21). Este nombre declara y sintetiza los grandes misterios de la Encarnación y de la Redención, y está en el centro del universo como punto de contacto y puente de unión entre Dios y la Humanidad. Sólo por medio de Jesús y en nombre de Jesús puede el hombre llegar a Dios: “Porque no existe debajo del cielo otro nombre, dado a los hombres, en el cual hayamos de ser salvos” (Hech. 4, 12).

“¡Oh nombre glorioso, nombre gracioso, nombre amoroso y virtuoso! En tu virtud se perdonan las culpas, se vencen los enemigos, sanan los enfermos, los que sufren hallan consuelo en sus adversidades. Tú eres el honor de los creyentes, el maestro de los predicadores, el alivio de los que trabajan, el sostén de los débiles: con tu fuego ardiente se nutren los deseos santos, se alcanzan los auxilios necesarios, se embriagan las almas contemplativas, y son glorificados los triunfadores en la patria celestial. Concédenos, oh dulcísimo Jesús, por tu santísimo nombre, que también nosotros podamos reinar con los bienaventurados. Tú que glorificas a todos ellos, Tú que triunfas glorioso con el Padre y el Espíritu Santo, en unidad y trinidad perfecta por todos los siglos de los siglos” (San Bernardino de Sena).

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina

Negociemos con el tiempo

Posted by: Laudem Gloriae

Reloj 03 (03b)

En este último día del año, me postro a tus pies Jesús, para considerar el valor del tiempo a la luz de la eternidad.
El tiempo pasa y no vuelve más. Dios ha señalado a cada uno de nosotros un tiempo determinado para realizar el plan que se ha prefijado sobre nuestras almas: disponemos de este tiempo, y únicamente de éste. El tiempo mal empleado se ha perdido para siempre. Así es nuestra vida: un continuo fluir, un incesante correr del tiempo que ya no vuelve.
En la eternidad, por el contrario, ya no sufriremos cambios, sino que permaneceremos eternamente inmutables en el grado de amor que alcancemos en el tiempo: si conseguimos un alto grado de amor, nuestra gloria y nuestro amor eternos gozarán de la misma altura; pero si nuestro caudal de amor es exiguo, no dispondremos de más por toda la eternidad. Acabado el fluir del tiempo, ya no es posible ningún progreso. “Por consiguiente, mientras hay tiempo, hagamos el bien” (Gál. 6, 10).

Se trata de dar a cada instante el máximo amor, de hacer eterno el instante que huye, dándole el valor de la eternidad: he aquí el mejor modo de emplear el tiempo que el Señor nos concede. Por medio de la caridad nos podemos unir con docilidad y amor a la voluntad de Dios y de este modo al fin de la vida habremos realizado los designios de Dios sobre nuestra alma y habremos alcanzado el grado de amor que Dios espera de cada uno de nosotros y con el cual le amaremos y glorificaremos por toda la eternidad.

¡Oh Señor!, al pensar en el nuevo año transcurrido que Tú me has dado para crecer en tu amor, no puedo menos que quejarme de mí mismo y decirte mil veces: ¡Qué poco te he amado, Dios mío, qué mal he empleado el tiempo!
Veo, oh Señor, que el mejor modo de recuperar el tiempo perdido es dándome con todas mis fuerzas al ejercicio del amor. ¡Oh, cómo se intensificará mi amor si aprendo a hacer por amor tuyo todos mis deberes y todas mis buenas obras “con todo el corazón”, o sea, “con toda la buena voluntad”! Pero ¡ay!, me siento tan débil y flaco, tan indolente e inclinado a huir el esfuerzo y a evitar o, al menos, a disminuir el sacrificio…; mi naturaleza tiende siempre a lo más fácil, a lo menos trabajoso, y cae fácilmente en la negligencia y en la desgana. Ayúdame tú, Señor, y robustece mi amor con la fuerza omnipotente del tuyo. Ya que es tan poco lo que puedo hacer por ti, que al menos lo haga con todo el amor de que me has hecho capaz.

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina

A Jesús a través de María

Posted by: Laudem Gloriae

Virgen de la Medalla Milagrosa 02 (04)

Otro aspecto de la vida mariana es la imitación de María. Jesús es el camino que conduce al Padre; Él es el único modelo; pero ¿quién más semejante a Jesús que María? ¿Quién poseyó con más profundidad que María los mismos sentimientos de Cristo?
“¡Oh Señora! -exclama San Bernardo- Dios mora en ti y Tú en Él. Tú le revistes con la substancia de tu carne y Él te reviste con la gloria de su Majestad”. Al encarnarse y habitar en el seno purísimo de la Virgen, Jesús la revistió de sí, le comunicó sus perfecciones infinitas, le infundió sus sentimientos, sus deseos, su querer; y María, que se abandonó totalmente a aquella acción profunda de su Hijo, fue transformada plenamente en Él, hasta ser su más fiel retrato. “María -canta la liturgia- es la imagen perfectísima de Cristo, pintada al vivo por el Espíritu Santo”.

El Espíritu Santo, que es el espíritu de Jesús, se posesionó totalmente del alma purísima y dulcísima de María, y esculpió en ella, con una perfección y delicadeza sumas, todas las líneas, todas las características del alma de Cristo; con razón se puede decir que imitar a María es imitar a Jesús. Precisamente por esto nosotros la elegimos por modelo. Del mismo modo que no amamos a María por sí misma, sino en orden y en unión con Cristo, de quien es Madre, así tampoco la imitamos en sí misma, sino con relación a Cristo, de quien es imagen perfectísima. Jesús es el único camino que lleva al Padre, y María es el camino más seguro y más fácil para ir a Jesús. Al encarnar en sí las perfecciones del Padre, Jesús nos hizo posible su imitación. María, modelando en sí las perfecciones de Jesús, nos las ha hecho más accesibles, nos las ha puesto más a nuestro alcance.
Por otra parte, nadie podrá decir con mayor sinceridad y verdad que María: “Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo” (I Cor. 4, 16). Como Jesús vino a nosotros a través de María, así tenemos que ir nosotros a Jesús por medio de María.

“¡Madre mía! Tu belleza enamoró a Dios y le hizo descender del cielo a tu seno, y yo ¿podré vivir sin amarte? No, no descansaré hasta amarte verdaderamente, con un amor constante y tierno hacia ti, Madre mía. Sí, quiero amarte, dulcísima Madre, quiero amarte, pero al mismo tiempo tengo miedo de no amarte, porque sé que el amor hace semejante al amante y al amado… Si soy, pues, tan diferente de ti, ¿es señal de que no te amo? ¡Tú tan pura, yo tan impuro! ¡Tú tan humilde, yo tan soberbio! ¡Tú tan santa, yo tan pecador! Pero, Madre mía, esto es lo que tienes que hacer Tú, pues me amas: hacerme semejante a ti. Tú puedes cambiar los corazones; toma el mío y cámbialo. ¡Muestra al mundo cuánto puedes para favorecer a los que Tú amas! ¡Hazme santo, hazme digno hijo tuyo!” (San Alfonso).

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina

Vida mariana

Posted by: Laudem Gloriae

Virgen María 06 (18b)

¡Oh María, Madre dulcísima! Quiero vivir contigo, como un hijo vive con su madre.

El alto puesto que María ocupa en su cualidad de Madre en la obra de nuestra salvación, justifica plenamente el deseo de una vida de intimidad con Ella. Lo mismo que el Hijo está tan a gusto junto a su Madre, así el cristiano vive tan a gusto junto a María; por eso se ingenia de mil modos para mantener siempre vivo en su mente el recuerdo de su Madre del cielo. Procura, por ejemplo, tener delante de los ojos su imagen, acostumbrándose a saludarla amorosamente todas las veces que su mirada se encuentra con ella.

Pero la mirada profunda de la fe va mucho más lejos que la mirada de los ojos: penetra y llega hasta María viviente en la gloria, y que, a través de la visión beatífica, nos ve, nos sigue, conoce todas nuestras necesidades, nos ayuda con su asistencia maternal; así, por este ejercicio de fe, el alma vive en contacto continuo con la Virgen, espontáneamente, como por un impulso natural de su corazón, multiplica a lo largo del día los pequeños ejercicios de piedad en su honor, las invocaciones, las jaculatorias y todo lo que puede intensificar sus relaciones con María.
El sábado, el Mes de María, las numerosas fiestas de la Virgen son otras tantas ocasiones para recordarla particularmente, para meditar sus prerrogativas, para contemplar sus bellezas, para enamorarse cada vez más de Ella. Es imposible llevar en la mente y en el corazón la dulce figura de María sin sentirnos movidos a amarla, sin experimentar la necesidad de demostrarle la verdad de nuestro amor, procurando agradarle, procurando vivir como verdaderos hijos suyos.

Así concebida la vida 'mariana', la vida de intimidad con María puede penetrar y animar todo el conjunto de nuestra vida cristiana y hacernos más fieles en el cumplimiento de nuestros deberes, porque nada puede agradar tanto a la Madre como vernos cumplir por amor la voluntad de su Hijo. Por otra parte, vivida así, bajo la mirada maternal de María, la vida cristiana adquiere aquella dulzura especial y aquella suavidad que brota espontáneamente de la compañía de una Madre dulcísima que nos rodea de atenciones.

“¡Oh Madre mía dulcísima! Tú me llamas y me dices: 'Si alguno es pequeño venga a mí'. Los niños tienen siempre en sus labios el nombre de la madre y siempre, en cualquier peligro, en cualquier susto, en cualquier dificultad, la llaman inmediatamente. ¡Oh Madre dulcísima, oh Madre amorosísima! Esto es lo que Tú deseas: que, como niño pequeño, siempre te llame, siempre te invoque y te diga: ¡Madre mía, Madre mía amabilísima! Este nombre me consuela completamente, me llena de ternura y me recuerda la obligación que tengo de amarte. Este nombre me anima a confiar en ti. Después de Dios Tú eres mi esperanza, mi refugio y mi amor en este valle de lágrimas. ¡Oh dulce Señora y Madre mía! Tú, que con el amor que te abraza hacia tus hijos robas los corazones, roba mi pobre corazón que tanto desea amarte” (San Alfonso).

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina

El castillo interior (VI)

Posted by: Laudem Gloriae

Ultima Cena 04 (07)

Prosigue de la importancia de la humildad. Poner los ojos en Cristo, mirando sus grandezas comprenderemos mejor nuestra bajeza.

No sé si queda dado bien a entender, porque es cosa tan importante este conocernos que no querría en ello hubiese jamás relajación, por subidas que estéis en los cielos; pues mientras estamos en esta tierra no hay cosa que más nos importe que la humildad. Y así torno a decir que es muy bueno y muy rebueno tratar de entrar primero en el aposento adonde se trata de esto, que volar a los demás; porque éste es el camino, y si podemos ir por lo seguro y llano, ¿para qué hemos de querer alas para volar?; mas que busque cómo aprovechar más en esto; y a mi parecer jamás nos acabamos de conocer si no procuramos conocer a Dios; mirando su grandeza, acudamos a nuestra bajeza; y mirando su limpieza, veremos nuestra suciedad; considerando su humildad, veremos cuán lejos estamos de ser humildes.

Hay dos ganancias de esto: la primera, está claro que parece una cosa blanca muy más blanca cabe la negra, y al contrario la negra cabe la blanca; la segunda es, porque nuestro entendimiento y voluntad se hace más noble y más aparejado para todo bien tratando a vueltas de sí con Dios; y si nunca salimos de nuestro cieno de miserias, es mucho inconveniente. Así como decíamos de los que están en pecado mortal cuán negras y de mal olor son sus corrientes, así acá (aunque no son como aquéllas, Dios nos libre, que esto es comparación),
metidos siempre en la miseria de nuestra tierra, nunca la corriente saldrá de cieno de temores, de pusilanimidad y cobardía: de mirar si me miran, no me miran; si, yendo por este camino, me sucederá mal; si osaré comenzar aquella obra, si será soberbia; si es bien que una persona tan miserable trate de cosa tan alta como la oración; si me tendrán por mejor si no voy por el camino de todos; que no son buenos los extremos, aunque sea en virtud; que, como soy tan pecadora, será caer de más alto; quizá no iré adelante y haré daño a los buenos; que una como yo no ha menester particularidades.

¡Oh válgame Dios, hijas, qué de almas debe el demonio de haber hecho perder mucho por aquí! Que todo esto
les parece humildad, y otras muchas cosas que pudiera decir, y viene de no acabar de entendernos; tuerce el propio conocimiento y, si nunca salimos de nosotros mismos, no me espanto, que esto y más se puede temer. Por eso digo, hijas, que pongamos los ojos en Cristo, nuestro bien, y allí deprenderemos la verdadera humildad, y en sus santos, y ennoblecerse ha el entendimiento como he dicho y no hará el propio conocimiento ratero y cobarde; que, aunque ésta es la primera morada, es muy rica y de tan gran precio, que si se descabulle de las sabandijas de ella, no se quedará sin pasar adelante. Terribles son los ardides y mañas del demonio para que las almas no se conozcan ni entiendan sus caminos.

Fuente: Cf. Santa Teresa de Jesús, Castillo Interior, Moradas primeras, Cap. 2.

Visión de una persona que muere en pecado

Posted by: Laudem Gloriae

Muerte 01 (01)

Santa Teresa cuenta así la visión que tuvo de una persona que murió en pecado mortal:

Otra vez me acaeció otra cosa que me espantó muy mucho. Estaba en una parte adonde se murió cierta persona que había vivido harto mal, según supe, y muchos años; más hacía dos años que tenía enfermedad y en algunas cosas parece estaba con enmienda. Murió sin confesión, mas, con todo esto, no me parecía a mí que se había de condenar. Estando amortajando el cuerpo, vi muchos demonios tomar aquel cuerpo, y parecía que jugaban con él, y hacían también justicias en él, que a mí me puso gran pavor, que con garfios grandes le traían de uno en otro.
Como le vi llevar a enterrar con la honra y ceremonias que a todos, yo estaba pensando la bondad de Dios cómo no quería fuese infamada aquel alma, sino que fuese encubierto ser su enemiga.

Estaba yo medio boba de lo que había visto. En todo el Oficio no vi más demonio. Después, cuando echaron el cuerpo en la sepultura, era tanta la multitud que estaban dentro para tomarle, que yo estaba fuera de mí de verlo, y no era menester poco ánimo para disimularlo. Consideraba qué harían de aquella alma cuando así se enseñoreaban del triste cuerpo. Pluguiera al Señor que esto que yo vi ¡cosa tan espantosa! vieran todos los que están en mal estado, que me parece fuera gran cosa para hacerlos vivir bien.

Fuente: Cf. Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida, Cap. 38, 24 y 25.

El castillo interior (V)

Posted by: Laudem Gloriae

Castillo 03 (11)

Dice cómo se han de entender estas moradas y la importancia de la humildad, sin la cual va todo perdido.

Siempre oímos cuán buena es la oración, y no se nos declara más de lo que podemos nosotras; y de cosas que obra el Señor en un alma declárase poco, digo sobrenatural. Diciéndose y dándose a entender de muchas maneras, sernos ha mucho consuelo considerar este artificio celestial interior tan poco entendido de los mortales aunque vayan muchos por él.
Pues tornemos ahora a nuestro castillo de muchas moradas. No habéis de entender estas moradas una en pos de otra, como cosa en hilada, sino
poned los ojos en el centro, que es la pieza o palacio adonde está el rey, y considerad como un palmito, que para llegar a lo que es de comer tiene muchas coberturas que todo lo sabroso cercan. Así acá, en derredor de esta pieza están muchas, y encima lo mismo. Porque las cosas del alma siempre se han de considerar con plenitud y anchura y grandeza, pues no le levantan nada, que es capaz de mucho más que podremos considerar, y a todas partes de ella se comunica este sol que está en este palacio.

Esto
importa mucho a cualquier alma que tenga oración, poca o mucha, que no la arrincone ni apriete. Déjela andar por estas moradas, arriba y abajo y a los lados, pues Dios la dio tan gran dignidad; no se estruje en estar mucho tiempo en una pieza sola. ¡Oh, que si es en el propio conocimiento! Que con cuán necesario es esto (miren que me entiendan), aun a las que las tiene el Señor en la misma morada que Él está, que jamás por encumbrada que esté le cumple otra cosa ni podrá aunque quiera; que la humildad siempre labra como la abeja en la colmena la miel, que sin esto todo va perdido. Mas consideremos que la abeja no deja de salir a volar para traer flores; así el alma en el propio conocimiento: créame y vuele algunas veces a considerar la grandeza y majestad de su Dios. Aquí hallará su bajeza mejor que en sí misma, y más libre de las sabandijas adonde entran en las primeras piezas, que es el propio conocimiento. Y créanme, que con la virtud de Dios obraremos muy mejor virtud que muy atadas a nuestra tierra.

Fuente: Cf. Santa Teresa de Jesús, Castillo Interior, Moradas primeras, Cap. 2.

Importancia de la confesión frecuente

Posted by: Laudem Gloriae

Confesión Sacramental 04 (06)

Acercándose la conmemoración de todos los fieles difuntos, meditemos la importancia de estar siempre en gracia y de confesarse frecuentemente, con esta visión que tuvo Santa Teresa de Jesús. Así la cuenta ella:

Habiéndose muerto un cuñado mío súbitamente, y estando yo con mucha pena por no haber podido confesarse, se me dijo en la oración que así había de morir mi hermana, que fuese allá y procurase se dispusiese para ello. Díjelo a mi confesor y, como no me dejaba ir, díjelo otras veces. Ya como esto vio, díjome que fuese allá, que no se perdía nada.
Ella estaba en una aldea, y, como fui, sin decirla nada la fui dando la luz que pude en todas las cosas, e hice se confesase muy a menudo y en todo trajese cuenta con su alma. Ella era muy buena e hízolo así. Desde a cuatro o cinco años que tenía esta costumbre y muy buena cuenta con su conciencia, se murió sin verla nadie ni poderse confesar. Fue el bien que, como lo acostumbraba, hacía poco más de ocho días que estaba confesada.

A mí me dio gran alegría cuando supe su muerte. Estuvo muy poco en el purgatorio. Me parece aún no serían ocho días cuando, acabando de comulgar, me apareció el Señor y quiso la viese cómo la llevaba a la gloria. En todos estos años, desde que se me dijo hasta que murió, no se me olvidaba lo que se me había dado a entender, ni a mi compañera (1), que, así como murió, vino a mí muy espantada de ver cómo se había cumplido.
Sea Dios alabado por siempre, que tanto cuidado trae de las almas para que no se pierdan.

(1) Su amiga doña Guiomar de Ulloa, a quién le había contado la visión.

Fuente: Cf. Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida, Cap. 34, 19.

El castillo interior (IV)

Posted by: Laudem Gloriae

Cárcel 01 (01)

Prosigue declarando la fealdad de un alma en pecado mortal y dice cómo toda cosa buena que hagamos viene de esta fuente o sol que es Dios.

Es de considerar aquí que la fuente y aquel sol resplandeciente que está en el centro del alma no pierde su resplandor y hermosura que siempre está dentro de ella, y cosa no puede quitar su hermosura. Mas si sobre un cristal que está al sol se pusiese un paño muy negro, claro está que, aunque el sol dé en él, no hará su claridad operación en el cristal.

¡Oh almas redimidas por la sangre de Jesucristo! ¡Entendeos y habed lástima de vosotras! ¿Cómo es posible que entendiendo esto no procuráis quitar esta pez de este cristal? Mirad que,
si se os acaba la vida, jamás tornaréis a gozar de esta luz. ¡Oh Jesús, qué es ver a un alma apartada de ella! ¡Cuáles quedan los pobres aposentos del castillo! ¡qué turbados andan los sentidos, que es la gente que vive en ellos! Y las potencias, que son los alcaides y mayordomos y maestresalas, ¡con qué ceguedad, con qué mal gobierno! En fin, como adonde está plantado el árbol que es el demonio, ¿qué fruto puede dar?

Oí una vez a un hombre espiritual que no se espantaba de cosas que hiciese uno que está en pecado mortal, sino de lo que no hacía.
Dios por su misericordia nos libre de tan gran mal, que no hay cosa mientras vivimos que merezca este nombre de mal, sino ésta, pues acarrea males eternos para sin fin. Esto es, hijas, de lo que hemos de andar temerosas y lo que hemos de pedir a Dios en nuestras oraciones; porque, si El no guarda la ciudad, en vano trabajaremos (cf. S. 126,1-2), pues somos la misma vanidad.

Decía aquella persona que había sacado dos cosas de la merced que Dios le hizo: la una, un
temor grandísimo de ofenderle, y así siempre le andaba suplicando no la dejase caer, viendo tan terribles daños; la segunda, un espejo para la humildad, mirando cómo cosa buena que hagamos no viene su principio de nosotros, sino de esta fuente adonde está plantado este árbol de nuestras almas, y de este sol que da calor a nuestras obras. Dice que se le representó esto tan claro, que en haciendo alguna cosa buena o viéndola hacer, acudía a su principio y entendía cómo sin esta ayuda no podíamos nada; y de aquí le procedía ir luego a alabar a Dios y, lo más ordinario, no se acordar de sí en cosa buena que hiciese. No sería tiempo perdido, hermanas, el que gastaseis en leer esto ni yo en escribirlo, si quedásemos con estas dos cosas.

Fuente: Cf. Santa Teresa de Jesús, Castillo Interior, Moradas primeras, Cap. 2.

El castillo interior (III)

Posted by: Laudem Gloriae

Gollum 01 (01)

Trata de cuán fea cosa es un alma que está en pecado mortal.

Antes que pase adelante, os quiero decir que consideréis qué será ver este castillo tan resplandeciente y hermoso, esta perla oriental, este árbol de vida que está plantado en las mismas aguas vivas de la vida, que es Dios, cuando cae en un pecado mortal: no hay tinieblas más tenebrosas, ni cosa tan oscura y negra, que no lo esté mucho más. No queráis saber más que, con estarse el mismo sol que le daba tanto resplandor y hermosura todavía en el centro de su alma, es como si allí no estuviese para participar de Él, con ser tan capaz para gozar de Su Majestad como el cristal para resplandecer en él el sol. Ninguna cosa le aprovecha; y de aquí viene que todas las buenas obras que hiciere, estando así en pecado mortal, son de ningún fruto para alcanzar gloria; porque no procediendo de aquel principio, que es Dios, de donde nuestra virtud es virtud, y apartándonos de Él, no puede ser agradable a sus ojos; pues, en fin, el intento de quien hace un pecado mortal no es contentarle, sino hacer placer al demonio, que como es las mismas tinieblas, así la pobre alma queda hecha una misma tiniebla.

Yo sé de una persona a quien quiso nuestro Señor mostrar cómo quedaba un alma cuando pecaba mortalmente. Dice aquella persona que le parece si lo entendiesen no sería posible ninguno pecar, aunque se pusiese a mayores trabajos que se pueden pensar por huir de las ocasiones. Y así le dio mucha gana que todos lo entendieran; y así os la dé a vosotras, hijas, de
rogar mucho a Dios por los que están en este estado, todos hechos una oscuridad, y así son sus obras; porque así como de una fuente muy clara lo son todos los arroyicos que salen de ella, como es un alma que está en gracia, que de aquí le viene ser sus obras tan agradables a los ojos de Dios y de los hombres, porque proceden de esta fuente de vida, adonde el alma está como un árbol plantado en ella, que la frescura y fruto no tuviera si no le procediere de allí, que esto le sustenta y hace no secarse y que dé buen fruto; así el alma que por su culpa se aparta de esta fuente y se planta en otra de muy negrísima agua y de muy mal olor, todo lo que corre de ella es la misma desventura y suciedad.

Fuente: Cf. Santa Teresa de Jesús, Castillo Interior, Moradas primeras, Cap. 2.

El castillo interior (II)

Posted by: Laudem Gloriae

Castillo 02 (10b)

Pues tornando a nuestro hermoso y deleitoso castillo, hemos de ver cómo podremos entrar en él.
Parece que digo algún disparate; porque si este castillo es el ánima claro está que no hay para qué entrar, pues se es él mismo; como parecería desatino decir a uno que entrase en una pieza estando ya dentro. Mas habéis de entender que va mucho de estar a estar; que
hay muchas almas que se están en la ronda del castillo que es adonde están los que le guardan, y que no se les da nada de entrar dentro ni saben qué hay en aquel tan precioso lugar ni quién está dentro ni aun qué piezas tiene. Ya habréis oído en algunos libros de oración aconsejar al alma que entre dentro de sí; pues esto mismo es.

Decíame poco ha un gran letrado que
son las almas que no tienen oración como un cuerpo con perlesía o tullido, que aunque tiene pies y manos no los puede mandar; que así son, que hay almas tan enfermas y mostradas a estarse en cosas exteriores, que no hay remedio ni parece que pueden entrar dentro de sí; porque ya la costumbre la tiene tal de haber siempre tratado con las sabandijas y bestias que están en el cerco del castillo, que ya casi está hecha como ellas, y con ser de natural tan rica y poder tener su conversación no menos que con Dios, no hay remedio. Y si estas almas no procuran entender y remediar su gran miseria, quedarse han hechas estatuas de sal por no volver la cabeza hacia sí, así como lo quedó la mujer de Lot (Cf. Gén 19, 26) por volverla.

Porque, a cuanto yo puedo entender,
la puerta para entrar en este castillo es la oración y consideración, no digo más mental que vocal, que como sea oración ha de ser con consideración; porque la que no advierte con quién habla y lo que pide y quién es quien pide y a quién, no la llamo yo oración, aunque mucho menee los labios; porque aunque algunas veces sí será, aunque no lleve este cuidado, mas es habiéndole llevado otras. Mas quien tuviese de costumbre hablar con la majestad de Dios como hablaría con su esclavo, que ni mira si dice mal, sino lo que se le viene a la boca y tiene deprendido* por hacerlo otras veces, no la tengo por oración, ni plega a Dios que ningún cristiano la tenga de esta suerte; que entre vosotras, hermanas, espero en Su Majestad no lo habrá, por la costumbre que hay de tratar de cosas interiores, que es harto bueno para no caer en semejante bestialidad.

Pues no hablemos con estas almas tullidas, que si no viene el mismo Señor a mandarlas se levanten como al que había treinta años (cf. Jn. 5, 2-8) que estaba en la piscina, tienen harta malaventura y gran peligro, sino con otras almas que, en fin, entran en el castillo; porque aunque están muy metidas en el mundo, tienen buenos deseos, y alguna vez, aunque de tarde en tarde, se encomiendan a nuestro Señor y consideran quién son, aunque no muy despacio; alguna vez en un mes rezan llenos de mil negocios, el pensamiento casi lo ordinario en esto, porque están tan asidos a ellos, que como adonde está su tesoro se va allá el corazón (cf. Mt. 6, 21), ponen por sí algunas veces de desocuparse, y es gran cosa el propio conocimiento y ver que no van bien para atinar a la puerta. En fin, entran en las primeras piezas de las bajas; mas entran con ellos tantas sabandijas, que ni le dejan ver la hermosura del castillo, ni sosegar; harto hacen en haber entrado.

* Deprender significa aprender. Palabra de poco uso actualmente.

Fuente: Cf. Santa Teresa de Jesús, Castillo Interior, Moradas primeras, Cap. 1.

El castillo interior (I)

Posted by: Laudem Gloriae

Castillo 01 (09)

Estando hoy suplicando a nuestro Señor hablase por mí, porque yo no atinaba a cosa que decir, se me ofreció lo que ahora diré: que es considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay muchas moradas (Cf. Jn. 14, 2). Que si bien lo consideramos, hermanas, no es otra cosa el alma del justo sino un paraíso adonde dice Él tiene sus deleites (Cf. Prov. 8, 31). Pues ¿qué tal os parece que será el aposento adonde un Rey tan poderoso, tan sabio, tan limpio, tan lleno de todos los bienes se deleita? No hallo yo cosa con que comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad; y verdaderamente apenas deben llegar nuestros entendimientos, por agudos que fuesen, a comprenderla, así como no pueden llegar a considerar a Dios, pues El mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza.

No hay para qué nos cansar en querer comprender la hermosura de este castillo; porque puesto que hay la diferencia de él a Dios que del Criador a la criatura, pues es criatura, basta decir Su Majestad que es hecha a su imagen para que apenas podamos entender la gran dignidad y hermosura del ánima.
No es pequeña lástima y confusión que, por nuestra culpa, no entendamos a nosotros mismos ni sepamos quién somos. ¿No sería gran ignorancia, hijas mías, que preguntasen a uno quién es, y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni su madre ni de qué tierra? Pues si esto sería gran bestialidad, sin comparación es mayor la que hay en nosotras cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino que nos detenemos en estos cuerpos, y así a bulto, porque lo hemos oído y porque nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas. Mas qué bienes puede haber en esta alma o quién está dentro en esta alma o el gran valor de ella, pocas veces lo consideramos; y así se tiene en tan poco procurar con todo cuidado conservar su hermosura: todo se nos va en la grosería del engaste o cerca de este castillo, que son estos cuerpos.

Pues consideremos que este castillo tiene como he dicho muchas moradas, unas en lo alto, otras en bajo, otras a los lados; y en el centro y mitad de todas éstas tiene la más principal, que es adonde pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma.
…Ver que es posible en este destierro comunicarse un tan gran Dios con unos gusanos tan llenos de mal olor; y amar una bondad tan buena y una misericordia tan sin tasa.

Fuente: Cf. Santa Teresa de Jesús, Castillo Interior, Moradas primeras, Cap. 1.

Imitar Su pobreza y humildad

Posted by: Laudem Gloriae

Pesebre 07 (26)

Jesús, no sólo se ha despojado por nuestro amor, hasta cierto punto, de toda su grandeza y majestad, sino que desde el primer momento de su vida terrena ha abrazado las mayores privaciones.
Despojémonos también nosotros, voluntariamente y de corazón, por amor a Jesús, de todo: del amor a las riquezas, del apego a nuestro bienestar material, de las comodidades, de lo superfluo.

Leer más...

Corresponder al amor

Posted by: Laudem Gloriae

Virgen María 04 (16)
Los primeros pasos de Cristo

Postrado ante el humilde pesebre, contemplo a Jesús Niño, pidiéndole que me enseñe a corresponder al amor.

Para asumir la naturaleza humana y unirse a ella, el Verbo eterno ha ocultado su divinidad, su majestad, su potencia y sabiduría infinita: se ha hecho niño que no puede hablar, que no puede moverse y que en todo depende y todo lo espera de su Madre, criatura suya.

Leer más...

Abismarnos en el misterio de la Navidad

Posted by: Laudem Gloriae

Pesebre 06 (25)

¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Dame la gracia de penetrar en el abismo de tu infinito amor, para que yo crea en él con todas mis fuerzas.

En la creación nos amó Dios tanto, que nos hizo a su imagen y semejanza, pero en la redención nos ha amado hasta el extremo de hacerse Él mismo semejante a nosotros. La Navidad es la fiesta por excelencia del amor, del amor que se revela no en los sufrimientos de la cruz, sino en la amabilidad de un Niño, Dios nuestro, que extiende hacia nosotros sus brazos para darnos a entender que nos ama.

Leer más...

La Confesión (II)

Posted by: Laudem Gloriae

Confesión Sacramental 03 (05)
Nuestro Señor y San Dimas

Cuando, al acercarse al tribunal de la Penitencia, no encuentra el alma más que pecados veniales de que acusarse, no debe preocuparse de la integridad de la confesión –es decir, que sea completa-, como tiene que hacerlo, por el contrario, cuando se trata de pecados mortales. No es necesario que enumere todas las faltas veniales que haya cometido durante la semana; es mucho más provechoso que fije la atención en primer lugar sobre las deliberadas, y después sobre las semi-deliberadas, aunque no pasen de simples imperfecciones, y manifieste no sólo su aspecto exterior, sino también su motivo íntimo.

Leer más...

La Sagrada Familia

Posted by: Laudem Gloriae

Sagrada Familia 05 (05)

Quiere la Iglesia que, además de los días dedicados a festejar separadamente al Niño Jesús, a María Santísima y al Patriarca San José, se haga recuerdo hoy de los tres juntos, como formando la familia tipo, ejemplar y modelo de lo que debe ser, según Dios y el Evangelio, la familia cristiana de nuestros tiempos.

Leer más...

La Confesión (I)

Posted by: Laudem Gloriae

Confesión Sacramental 02 (03b)

A los pies de tu cruz, Jesús mío, confieso mis pecados y te pido que derrames sobre mí tu Sangre preciosa para que mi alma sea purificada.

La Confesión es el Sacramento de la Sangre de Cristo, con la cual -según la expresión gráfica de Santa Catalina de Siena- “ha querido prepararnos un baño para purificar de la lepra del pecado la cara de nuestras almas”.

Leer más...

El Exámen de conciencia (II)

Posted by: Laudem Gloriae

Santo Domingo de Guzmán 02 (08)
Santo Domingo rezando (El Greco, detalle)

Un alma de vida interior, libre ya del pecado mortal, en sus exámenes de conciencia más que ir en busca de todas las faltas cometidas, buscará el grado de voluntariedad que hubiere en ellas, aunque se trate de solas imperfecciones, porque lo que precisamente impide el progreso espiritual y la unión con Dios son las faltas deliberadas. El alma tratará de indagar con todo cuidado la causa y el motivo de tales faltas, y así frecuentemente llegará a concluir que, aunque sus culpas externamente son diversas -faltas contra la caridad, contra la paciencia, contra la obediencia, contra la sinceridad-, en realidad provienen de una sola causa y tienen una raíz común, por ejemplo, el orgullo o la pereza.

Leer más...

El Examen de conciencia (I)

Posted by: Laudem Gloriae

Examen 01 (01)

Proyecta, Señor, sobre mi alma un rayo de tu luz para que me vea como Tú me ves y me juzgas.

Si queremos asegurar a nuestra vida interior un desarrollo ordenado y progresivo, es necesario que tengamos conciencia de nuestras propias posiciones, o sea, de nuestros pecados, de los puntos débiles y malas inclinaciones, así como de los progresos realizados, de los buenos resultados obtenidos y de nuestras buenas tendencias. Esto se consigue por medio del llamado examen de conciencia, que bajo este punto de vista, debe ser considerado como uno de los ejercicios más importantes de la vida espiritual, pues ayuda al alma a eliminar todo aquello que puede obstaculizarla en su camino hacia Dios, estimulándola a acelerar su marcha hacia Él.

Leer más...

El Varón de dolores

Posted by: Laudem Gloriae

Jesus 14 (21)

La Misa del Miércoles Santo (según el calendario antiguo del rito romano) contiene dos lecciones de Isaías (62,11; 63,1-7; 53,1-12) que nos dibujan de una manera impresionante la figura de Jesús, el Varón de dolores. Es Cristo paciente que se presenta a nuestras miradas cubierto con la púrpura encendida de su sangre y llagado de pies a cabeza… “¿Cómo está, pues, rojo tu vestido y tus ropas como la de los que pisan en el lagar?” “He pisado en el lagar yo solo, y no había conmigo nadie de las gentes”.

Leer más...

La Fe de María (II)

Posted by: Laudem Gloriae

Sagrada Familia 04 (12)

Muy lejos estaría de la verdad quien pensase que los misterios divinos fueron totalmente manifiestos a la Virgen y que la divinidad de Jesús fuese para Ella tan evidente que no tuviese necesidad de creer. Exceptuada la Anunciación y los hechos que rodearon el nacimiento de Cristo, no encontramos en su vida manifestaciones sobrenaturales de carácter extraordinario. Ella vive de pura fe, exactamente como nosotros, apoyándose en la palabra de Dios.

Leer más...

La fe de María (I)

Posted by: Laudem Gloriae

Anunciación 04 (08)

¡Oh María, Madre de la buena esperanza! Enséñame el camino de la plena confianza en Dios.

La Iglesia, haciendo suyas las palabras de Santa Isabel, dirige a María esta bellísima alabanza:
“Bienaventurada Tú, que has creído porque se cumplirán en ti las cosas que el Señor te ha dicho” (Lc. 1, 45).

Leer más...

El gran valor de la fe (II)

Posted by: Laudem Gloriae

Jesus 11 (12)
El Óbolo de la viuda

Santo Tomás dice que “la fe es una disposición habitual de nuestra mente, con la cual comienza en nosotros la vida eterna”. En efecto, por la fe comenzamos a conocer a Dios como le conoceremos un día en el cielo: allá arriba le conoceremos sin celajes con el “lumen gloriae” -luz de la gloria-, aquí abajo le conocemos veladamente mediante las verdades que la fe nos propone; y, sin embargo, se trata del mismo Dios.

Leer más...

El gran valor de la fe (I)

Posted by: Laudem Gloriae

Fe 01 (01)
Alegoría de la Fe

¡Señor! ¡Que comprenda yo el gran valor de la fe!

“Sin la fe no es posible agradar a Dios” (Heb. 11, 6), porque la fe es el fundamento de nuestras relaciones con Él. Para el hombre sin fe, Dios no tiene ningún sentido, ningún valor, ningún puesto en su vida. Al contrario, cuanto la fe es más viva, más entra Dios en nuestra vida, hasta llegar a ser nuestro todo, hasta hacerse la única gran realidad por que se vive, porque se afronta animosamente el dolor y la muerte.

Leer más...

Hijo, dame tu corazón

Posted by: Laudem Gloriae

Sagrado Corazón 07 (06)

León XIII en la Encíclica Annum Sacrum, afirma: “El Sagrado Corazón es el símbolo y la imagen de la caridad infinita de Jesucristo, caridad que nos incita a corresponderle”. Efectivamente, nada mejor que el amor es capaz de suscitar amor. “Amor con amor se paga”, han dicho siempre y repetido los santos. Santa Teresa de Jesús escribe: “Siempre que se piense en Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes…: que amor saca amor. Y aunque sea muy a los principios y nosotros muy ruines, procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar…”.

Leer más...

Fuente de todos los dones

Posted by: Laudem Gloriae

Santísima Trinidad 02 (04)

Desde el Adviento hasta el tiempo pascual, la Iglesia nos ha hecho considerar las manifestaciones sublimes de la misericordia de Dios con los hombres: la Encarnación, la Redención, Pentecostés. Al finalizar el tiempo de la Pascua endereza nuestra mirada a la fuente de tales dones, a la Santísima Trinidad, de quien todo proviene, de modo que aflora espontáneamente a los labios el himno de reconocimiento entonado en el Introito de la Misa: “Bendita sea la Trinidad santa y la indivisa Unidad: la ensalzaremos porque volcó sobre nosotros su misericordia”.

Leer más...

Una nube lo ocultó de su vista

Posted by: Laudem Gloriae

Jesus - Ascension 01 (05c)

Junto a la esperanza y a la gozosa expectativa del cielo, la fiesta de la Ascensión tiene también un tono de melancolía. Frente a la definitiva partida de Jesús, los Apóstoles debieron sentirse presos de una sensación de espanto, ese espanto de quien ve alejarse para siempre al amigo y sostén más querido y se encuentra solo ante las dificultades de la vida.

Leer más...

Vivir para Dios

Posted by: Laudem Gloriae

Custodia Adoración 02 (02)

«Obrar con el fin purísimo de agradar únicamente a Dios, no queriendo, si fuera posible, que jamás el ojo humano fuera testigo», fue el programa de Santa Teresa Margarita del Corazón de Jesús, la Santa de la vida oculta. Queriendo reservar sólo para Dios la donación completa de sí misma, fue celosísima en esconder a los ojos de las criaturas la riqueza de su vida interior, el heroísmo de sus virtudes, de tal modo que su vida fue la realización plena de aquella fórmula: «vivir sola con Dios solo».

Leer más...

La vida escondida

Posted by: Laudem Gloriae

San José 10 (41)

¡Oh Jesús, Dios escondido! Enséñame el secreto de la vida oculta.

A lo largo de su vida terrena Jesús se complació en esconder su divinidad bajo las apariencias humanas. Si exceptuamos alguna rara ocasión, no permitió jamás, especialmente durante los treinta años que precedieron a su apostolado, que su persona trasparentase su grandeza, su sabiduría, su omnipotencia divina.

Leer más...

Afanarnos continuamente por una mayor perfección

Posted by: Laudem Gloriae

Santa Isabel de Hungría 02 (04)
Santa Isabel de Hungría atendiendo a los leprosos

En todo tiempo, amados hermanos, la misericordia del Señor llena la tierra, y todo fiel halla en la misma naturaleza motivo de adoración a Dios, ya que el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos nos hablan de la bondad y omnipotencia del que los ha creado, y la admirable belleza de los elementos puestos a nuestro servicio exige de la creatura racional el justo tributo de la acción de gracias.

Leer más...

Humildad en las caídas (II)

Posted by: Laudem Gloriae

Santa Teresita 10 (25)


“La humildad no inquieta, ni desasosiega, ni alborota el alma, por grande que sea, sino viene con paz y regalo y sosiego… No alborota, ni aprieta el alma, antes la dilata y hace hábil para servir más a Dios. Estotra pena [que provoca la falsa humildad al considerar que merecería estar en el infierno] todo lo turba, todo lo alborota, toda el alma revuelve, es muy penosa. Creo pretende el demonio que pensemos tener humildad, y si pudiese, a vueltas, que desconfiásemos de Dios” (Santa Teresa de Jesús).

Leer más...

La fuerza de Jesús

Posted by: Laudem Gloriae

Crucifixión 05 (17)

¡Oh Jesús, fortaleza divina! Me acerco a Ti, en busca de apoyo para mi debilidad y mi enfermedad.

Desde el primer domingo de Cuaresma la Iglesia nos presenta a Jesús luchando contra el demonio; en un principio era una actitud humilde de defensa frente a las tentaciones del maligno. Hoy, al contrario, es una posición de ataque, coronado por una estrepitosa victoria.

Leer más...

El puesto de honor

Posted by: Laudem Gloriae

Ultima Cena 02 (05)

¡Oh Jesús!, que dijiste: no he venido “a ser servido sino a servir” (Mt 20, 28). Enséñame a amar el último puesto.

Durante la última cena Jesús quiso dar a sus apóstoles otra lección de humildad: mientras ellos discutían “sobre quién de ellos debía ser tenido por mayor”, Él les dijo: “…el mayor entre vosotros será como el menor y el que mande como el que sirve”, porque “Yo estoy en medio de vosotros como quien sirve” (Lc 22, 24-27).

Leer más...

Humildad en las caídas (I)

Posted by: Laudem Gloriae

San Pedro 04 (11)
San Pedro arrepentido

“Yo soy pobre y menesteroso, el Señor cuidará de mí… y me amparará a la sombra de sus alas” (Sal 39, 18; 56, 2)

Si al contemplar tu miseria no levantas tus ojos a Dios, Padre de las misericordias, fácilmente te sentirás oprimido y desanimado. Si te examinas atentamente verás que este desaliento procede siempre de dos causas, íntimamente unidas entre sí: la una consiste en que, habiendo contado con tus fuerzas, tu orgullo se ha sentido fuertemente herido y desilusionado ante el fracaso sufrido; la segunda, es que, habiendo hecho caso omiso de Dios, no has pensado en recurrir a Él, ni para pedirle el éxito en el bien, ni cuando has caído en el mal. En conclusión has obrado siempre solo: solo has buscado el triunfo, solo estabas cuando caíste, y solo cuando reflexionaste en tu caída.

Leer más...

Las tentaciones

Posted by: Laudem Gloriae

Jesus 05 (05)

Jesús fue tentado porque quiso. Nosotros somos tentados sin quererlo, y hasta muchas veces contra nuestra voluntad. La tentación de Jesús fue puramente exterior, sin hallar ninguna resonancia en su interior. Nuestra naturaleza, por el contrario, herida por la triple concupiscencia de la carne, del orgullo y de la avaricia, no sólo puede ser fácilmente presa de los asaltos del demonio, sino que ella misma es fuente y origen de múltiples tentaciones. No podemos, pues, estar exentos de tentaciones, y nuestra virtud no consistirá en su ausencia, sino en saber superarlas. Nadie puede eludir esta lucha; antes bien, Dios ha querido que ella sea para nosotros la prenda de la vida eterna: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación, porque, probado, recibirá la corona de la vida” (St 1,12).

Aprendamos de Jesús cómo debemos comportarnos durante la tentación. Es necesario, ante todo, tener una confianza ilimitada en Dios. Jesús no procuró remediar su hambre, ni quiso imponerse a los hombres por medio de un estrepitoso milagro, ni aceptó reinos o riquezas, porque, confiando plenamente en su Padre, había dejado totalmente en sus manos el cuidado de su vida, de su misión y de su gloria. Quien confía del todo en Dios y está cierto de su divina Providencia no se deja atraer fácilmente por las vanas lisonjas del demonio, del mundo y de la carne, porque sabe que sólo Dios puede darle las verdaderas riquezas y la verdadera felicidad.

Pero debemos cultivar también bajo este aspecto nuestra confianza en Dios. Cuando Dios permite una tentación, no consiente que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas; al lado de cada prueba tiene siempre preparada una particular gracia actual suficiente para vencerla. Por eso no nos dejemos impresionar por la violencia de la lucha, antes bien miremos confiadamente a la gracia que el Señor nos ofrece y hagámosla nuestra con la oración humilde y confiada.

“Sí, Dios mío y Salvador mío, yo confío en ti. Especialmente en el momento de la lucha yo quiero refugiarme en ti con doblada confianza, porque ‘Tú eres mi refugio… Tú me librarás de la red del cazador, de la peste exterminadora. Me cubrirás con tus plumas, hallaré seguro refugio bajo tus alas, y tu fidelidad me será escudo y adarga. No tendré que temer los espantos nocturnos, ni las saetas que vuelan de día, ni la pestilencia que vaga en las tinieblas, ni la mortandad que devasta en pleno día. Tú eres, Señor, mi esperanza, y Tú, Altísimo, mi refugio. A tus ángeles has dado órdenes para que me guarden en todos mis caminos, y ellos me llevarán en sus manos para que no tropiecen mis pies en las piedras…’” (Sal 90, 2-12)

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina

La gran batalla

Posted by: Laudem Gloriae

Jesus 04 (04)

¡Oh Jesús! Yo me retiro en espíritu contigo al desierto. Enséñame a luchar contra la triple concupiscencia de la carne, del orgullo, de la avaricia.

En este tiempo de Cuaresma la Iglesia nos invita a lanzarnos con ardor en la batalla decisiva contra el pecado, que debe abrirnos el camino para la resurrección pascual. El modelo de esta lucha es Jesús, que, aunque exento del incentivo de la concupiscencia, quiso someterse por nuestro bien a las tentaciones del demonio, para “compadecerse de nuestras flaquezas” (Hb. 4,15).

Leer más...

El anuncio de la Pasión

Posted by: Laudem Gloriae

Crucifixión 04 (12)

¡Oh Jesús! Dame luz para comprender el misterio del sufrimiento y su valor.

Ante la proximidad de la Cuaresma, tiempo penetrado totalmente por el recuerdo de los padecimientos de Jesús, el Evangelio del Domingo de Quinquagésima (Lc. 18,31-43), (según el calendario antiguo del rito romano), nos anuncia ya su Pasión.

Leer más...

El camino de la verdadera felicidad

Posted by: Laudem Gloriae

San Juan de la Cruz 04 (17)

Muéstrame, Señor, la senda estrecha que conduce a la verdadera vida y el camino que lleva a la unión contigo.

Si quieres entrar decididamente en el camino del desasimiento total –el único que termina con certeza en la unión con Dios– tienes que “poner el hacha a la raíz del árbol”, es decir, debes herir y cortar la raíz misma de tus afecciones, que no es más que una desordenada tendencia a gozar, esto es, a buscar tu satisfacción en ti mismo, en tu amor propio y en las demás criaturas.

Leer más...

El divino Sembrador

Posted by: Laudem Gloriae

Divino Sembrador 01 (01)

El Evangelio de hoy (Lc. 8,4-5), domingo de sexagésima (según el calendario antiguo del rito romano), presenta cuatro categorías de personas que reciben de modo diverso la simiente de la divina palabra, y las compara: al camino pisoteado, al suelo pedregoso, a la tierra espinosa y, finalmente al buen terreno.

Leer más...

Diversas formas de apostolado (II)

Posted by: Laudem Gloriae

Santa Teresita 09 (17)

El apostolado interior puede subsistir por sí solo, y hay de hecho formas de vida que legitiman la ausencia del apostolado exterior. Tal es el caso de la vida contemplativa pura que siempre floreció en la Iglesia y ha sido siempre por ella defendida maternalmente contra quienes la tachan de absentismo del campo de la activad.

Leer más...

Diversas formas de apostolado

Posted by: Laudem Gloriae

Cartujo 01 (01)

¡Oh Jesús! Enséñame a orar, a sufrir y a trabajar contigo por la salvación de las almas.

Cuando se habla de apostolado, se piensa casi exclusivamente en la actividad externa; ciertamente es esta necesaria, pero no es la única forma de apostolado. Hay que tener siempre presente que Jesús nos ha salvado no sólo con la actividad desarrollada en los tres últimos años de su vida, dedicados a la evangelización de las turbas y a la formación del primer núcleo de la Iglesia, sino también con la oración, con el sufrimiento y, en una palabra, con toda su vida.

Leer más...

El Bautismo de Jesús

Posted by: Laudem Gloriae

Bautismo de Jesús 02 (02)

Hoy celebramos la Fiesta del Bautismo de Jesús, una de las tres Epifanías, es decir, manifestaciones del Señor. Las otras dos son la adoración de los Magos y las bodas de Caná.
Con esta Fiesta se concluye el
Tiempo de Navidad. A partir de mañana comienza el Tiempo ordinario o Tiempo durante el año, en el que la Iglesia nos pone a consideración la Vida Pública de Jesús y sus enseñanzas, y tiene el deseo y la firme esperanza de que nos aprovechemos de ellas para llegar al cielo. El color de los ornamentos durante este tiempo es el verde (excepto en las solemnidades, fiestas y memorias de los santos).

Leer más...

Cristo nos abre las puertas del Paraíso

Posted by: Laudem Gloriae

Bautismo de Jesús 01 (01)

Cristo es hoy iluminado, dejemos que esta luz divina nos penetre también a nosotros; Cristo es bautizado, bajemos con él al agua, para luego subir también con él.
Juan está bautizando, y Jesús acude a él; posiblemente para santificar al mismo que lo bautiza; con toda seguridad para sepultar en el agua a todo el viejo Adán; antes de nosotros y por nosotros, el que era espíritu y carne santifica el Jordán, para así iniciarnos por el Espíritu y el agua en los sagrados misterios.

Leer más...

Palpar el amor de Dios contemplando a Jesús Niño

Posted by: Laudem Gloriae

Pesebre 04 (13)

“¡Dios es amor!” Es inmenso el tesoro que encierran estas palabras, tesoro que Dios descubre y revela al alma que sabe concentrarse totalmente en la contemplación del Verbo Encarnado.

Leer más...

Reflexiones de fin de año

Posted by: Laudem Gloriae

Reloj de arena 01 (01)

Ya llegaste al fin de este año; ¿será acaso también el fin de tus infidelidades y de tus ingratitudes? ¿Cómo has vivido? ¿Puedes decir que hayas dado un día de este año enteramente a Dios? Pues sabe que todo lo que no hayas hecho por Dios es totalmente perdido.

Leer más...

¡Reconoce, oh cristiano, tu dignidad!

Posted by: Laudem Gloriae

Pesebre 03 (12)

“Nuestro Salvador, amadísimos hermanos, ha nacido hoy; alegrémonos. No puede haber, en efecto, lugar para la tristeza, cuando nace aquella vida que viene a destruir el temor de la muerte y a darnos la esperanza de una eternidad dichosa.

Leer más...

Preparad un corazón digno del Verbo de Dios

Posted by: Laudem Gloriae

Pesebre 01 (04)

Me arrodillo a los pies de Jesús, mi Salvador, pidiéndole que Él mismo prepare mi corazón a su inminente venida.
“Reunid a todas las gentes; anunciad a los pueblos y decidles: he aquí que viene Dios, nuestro Salvador” (Breviario Romano). El mensaje se hace cada vez más apremiante: dentro de breves días se manifestará al mundo el Verbo de Dios hecho carne. Es necesario, pues, urgir los preparativos, disponer un corazón digno de Él.

Leer más...

Ya que el tiempo era llegado...

Posted by: Laudem Gloriae

San Juan de la Cruz 03 (13b)

Mañana celebramos la memoria del gran místico y doctor de la Iglesia San Juan de la Cruz. Meditemos en esta bellísima poesía suya. Es parte del Romance sobre el evangelio “In principio erat Verbum” acerca de la Santísima Trinidad.

Leer más...

La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María

Posted by: Laudem Gloriae

Inmaculada Concepción 05 (08)

Hoy es el día de la fiesta solemnísima de la Inmaculada Concepción de María. Este dogma nos enseña que, por singular privilegio de Dios, fue Ella eximida del pecado original y de las concupiscencias que trae consigo el pecado. Pío IX lo definió como dogma de fe en 1854, declarando que “María, por un privilegio único, fue preservada de la mancha original desde el primer instante de su concepción”.

Leer más...

Dios ha mirado la humillación de su Esclava

Posted by: Laudem Gloriae

Virgen con el Niño 01 (01)

En el comienzo del adviento y preparándonos a la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María Santísima, meditemos sobre su profunda humildad, en la que Dios ha puesto su mirada para hacerla Madre de su Divino Hijo (Cfr. Lc. 1,48).

Leer más...

La Santísima Virgen en el tiempo previo a la Natividad II

Posted by: Laudem Gloriae

Santísima Virgen María 01 (02)

Mientras María adora en silencio el misterio que se ha realizado en ella, no descuida los humildes deberes de la vida; su vivir con Dios que vive en ella no la abstrae de la realidad de la existencia cotidiana.

Leer más...

La Santísima Virgen en el tiempo previo a la Natividad I

Posted by: Laudem Gloriae

Anunciación 02 (06)

«¡Oh Llave de David, que abres la puerta del Reino eterno, ven y saca de la cárcel al prisionero que yace en las tinieblas!» (Leccionario).

Aunque la vida de María Santísima estuvo siempre recogida y concentrada en Dios, hubo de estarlo ciertamente de una manera especialísima durante aquel período en que, por la virtud del Espíritu Santo, tuvo en sus entrañas al Verbo divino encarnado.

Leer más...

Cuántas almas se pierden por vuestra desidia

Posted by: Laudem Gloriae

San Francisco Javier 01 (03)

El día 3 de diciembre es la memoria de San Francisco Javier, presbítero. Es, junto con Santa Teresa del Niño Jesús, patrono de las misiones.

Leer más...

Heme aquí para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad

Posted by: Laudem Gloriae

Visitación de la Virgen 01 (01)

«Heme aquí que vengo... para hacer, ¡Oh Dios!, tu voluntad» (Hb. 10, 7).
Los antiguos sacrificios no fueron suficientes para expiar los pecados de los hombres ni para dar a Dios un culto digno de Él. Entonces el Hijo se ofrece: toma el cuerpo que el Padre le ha preparado, nace y vive en ese cuerpo a través del tiempo como víctima ofrecida en un sacrificio ininterrumpido que se consumará en la cruz.

Leer más...

Santa Cecilia, patrona de la música

Posted by: Laudem Gloriae

Santa Cecilia 01 (01)

Santa Cecilia es una de las vírgenes mártires más celebradas; su nombre figura en el canon de la Misa. Fue martirizada en tiempos de Alejandro Severo hacia el 230. En 1599, se abrió su sepulcro y se halló el cuerpo de la santa que se conservaba intacto, como si acabara de expirar.

Leer más...

La sencillez

Posted by: Laudem Gloriae

San José 07 (16)
San José se levantó y, de inmediato, hizo lo que el Señor le ordenaba

La sencillez es una virtud muy afín a la sinceridad. Excluye toda suerte de doblez y complicación derivada del egoísmo, del amor propio o del apego a sí mismo y a las criaturas y, por tanto, impulsa al alma en una sola dirección, Dios: vivir para Él, para agradarle, para darle gloria.

Leer más...

Santos mártires Rioplatenses

Posted by: Laudem Gloriae

Mártires rioplatenses 01 (01)

Los "Mártires del Paraguay" o "Rioplatenses" evangelizaron en tierras de las Misiones guaraníticas, repartidas hoy entre Paraguay, Argentina y Brasil. Roque González de la Santa Cruz nació en Asunción (Paraguay) el año 1576. Entró en la Compañía de Jesús, ya sacerdote, en 1609 y, durante casi 20 años, trabajó incansablemente en civilizar a los salvajes de aquellas regiones, en reunirlos en Reducciones y en instruirlos en la fe y vida cristiana.

Leer más...

San Martín de Tours

Posted by: Laudem Gloriae

San Martín de Tours 01 (01)

Martín conoció con mucha antelación su muerte y anunció a sus hermanos la proximidad de la disolución de su cuerpo. Entretanto, por una determinada circunstancia, tuvo que visitar la diócesis de Candes.

Leer más...

Cuan grande amor nos profesa nuestra Santísima Madre

Posted by: Laudem Gloriae

Inmac Cor 01 (05)

“De que María es Madre nuestra, podemos deducir el gran amor que nos tiene. El amor de una Madre hacia sus hijos es algo totalmente necesario, natural.

Leer más...

He hallado mi cielo en la tierra

Posted by: Laudem Gloriae

Beata Isabel de la Trinidad 01 (01)

Hoy conmemoramos a la Beata Isabel de la Trinidad, Carmelita descalza. Falleció el 9 de noviembre de 1906 en el Carmelo de Dijon (Francia) para irse –como dijo ella– “a la luz, a la vida, al amor”. Adoradora auténtica en espíritu y verdad, llevó una vida humilde, acrisolada por intensos sufrimientos físicos y morales, en alabanza de gloria de la Trinidad, huésped del alma, hallando en este misterio el cielo en la tierra y teniendo clara conciencia de que él constituía su carisma y su misión en la Iglesia.

Leer más...

El Santo Rosario, terror y espanto del infierno

Posted by: Laudem Gloriae

Virgen del Rosario 05 (08)

Mientras Santo Domingo predicaba cerca de Carcasona, le presentaron un albigense poseído del demonio. El Santo lo exorcizó en presencia de una gran muchedumbre. Se cree que estaban presentes más de doce mil personas.

Leer más...

Nuestra Señora del Rosario II

Posted by: Laudem Gloriae

Virgen del Rosario 04 (07)

El segundo fruto que debemos sacar del rezo cotidiano del Rosario es la inteligencia de los misterios de Cristo; por medio de María y con María, que nos abre su puerta, el Rosario nos ayuda a penetrar las inefables grandezas de la Encarnación, de la Pasión y de la gloria de Jesús. ¿Quién mejor que la Virgen ha comprendido y vivido estos misterios? ¿Quién mejor que la Virgen puede comunicarnos su inteligencia?

Leer más...

Nuestra Señora del Rosario I

Posted by: Laudem Gloriae

Virgen del Rosario 03 (04)

¡Tu bendito Rosario, oh Virgen Santa, sea para mí arma defensiva y escuela de virtud!

La fiesta de ayer, 7 de Octubre, es una manifestación de reconocimiento por las grandes victorias alcanzadas por el pueblo cristiano en virtud del Rosario de María; y, al propio tiempo, es el testimonio más hermoso y autorizado del valor de esta plegaria.

Leer más...

María Santísima nos dio a luz al pie de la Cruz

Posted by: Laudem Gloriae

Virgen de los Dolores 05 (17)

“Los devotos de María no la llaman en vano con el nombre de Madre. Y no se cansan de invocarla con este dulce nombre. Ella es Madre nuestra, Madre espiritual, Madre de nuestra alma y de nuestra salvación.
Cuando el pecado quitó a nuestra alma la gracia de Dios, le quitó también la vida espiritual. Pero vino Jesucristo. Y movido por su gran misericordia murió en la cruz por nuestra salvación y nos devolvió la vida espiritual.

Leer más...

Es menester una confianza absoluta en Él

Posted by: Laudem Gloriae

El Buen Pastor 02 (10)

Carta de San Francisco de Sales a la Señora de Veyssilieu, del 18 de enero de 1619:

“Creo, queridísima hija, que vuestro corazón tendrá tal seguridad en el invariable afecto que os profeso, que en adelante no será capaz de seguir dudándolo: lo que Dios hace, bien está. Si he tardado en escribiros atribuidlo a este trajín insoportable, en medio del cual hay que hacer más cosas de las que uno quisiera, dejando de hacer otras que uno está deseando.

Leer más...

En Fátima, hace 95 años...

Posted by: Laudem Gloriae

Virgen de Fátima 03 (13)

Hace 95 años que Nuestra Señora se apareció en Fátima (Portugal) a tres pastorcitos: Lucía (de 10 años), Francisco (de 9) y Jacinta (de 7).
Así cuenta Lucía lo que pasó ese día, mandada por el Obispo a escribir lo que recuerde de las apariciones del Ángel y de Nuestra Señora.

Leer más...

Los Corazones de Jesús y de María están atentos a la voz de vuestras súplicas

Posted by: Laudem Gloriae

Virgen de Fátima 02 (19)

Lucía, la vidente de Fátima, cuenta en las ‘Memorias’ (cartas al Obispo sobre varios temas que le manda escribir), las apariciones del Ángel, antes de ver a Nuestra Señora. Las primeras –mientras pastoreaba sus rebaños con tres amigas– son confusas, ‘una figura como si fuera una estatua de nieve que los rayos del sol volvían como transparente’.

Leer más...

San José, modelo y patrono de los trabajadores

Posted by: Laudem Gloriae

San José 06 (02)

San José “se impone entre todos por su augusta dignidad, dado que por disposición divina fue custodio y, en la creencia de los hombres, padre del Hijo de Dios. De donde se seguía que el Verbo de Dios se sometiera a San José, le obedeciera y le diera aquel honor y aquella reverencia que los hijos deben a sus propios padres.

Leer más...

El Buen Pastor

Posted by: Laudem Gloriae

El Buen Pastor 01 (05)

En la dulce figura del Buen Pastor resume la liturgia del día todo lo que Jesús hizo por nuestras almas. El pastor es todo para sus ovejas: en sus manos están totalmente su vida, su nutrimiento, su vigilancia, y, si el pastor es bueno, nada tienen que temer bajo su protección y nada les faltará.

Leer más...

La Divina Misericordia

Posted by: Laudem Gloriae

Divina Misericordia 01 (01)

Desde el año 1931 Nuestro Señor se apareció repetidas veces a una humilde religiosa, Santa María Faustina Kowalska, para revelarle el tesoro inagotable de Su misericordia, el ardiente anhelo de que toda las almas lo conozcan y recurran a él.

Leer más...

A quién buscas

Posted by: Laudem Gloriae

Jesús y la Magdalena 01 (01)

“Es de saber que si el alma busca a Dios, mucho más la busca su Amado a ella” (San Juan de la Cruz). María ha buscado con intenso amor y he aquí que también el Señor la busca y la llama “¡María!”. Aunque resucitado y glorioso, Jesús es siempre el buen Pastor que conoce a sus ovejas una a una y “las llama por su nombre…, y las ovejas le siguen porque conocen su voz” (Jn 10, 3-4). Al oír su nombre, María reconoce al Señor y exclama: “¡Rabboni!”, que quiere decir: “¡Maestro!”.

Leer más...

El triunfo de Jesús

Posted by: Laudem Gloriae

Pasión de Jesucristo 03 (09)

“La semana comprendida entre el Domingo de Ramos y el de Resurrección, se llama SEMANA SANTA o ‘Semana Mayor’, porque se conmemoran en ella los misterios más santos, más augustos de nuestra religión. Son días de luto, pero de un luto reconfortador; pues recuerdan la muerte afrentosísima del Hombre-Dios, y por ella nuestra redención.

Leer más...

Vida de Fe de San José II

Posted by: Laudem Gloriae

San José 05 (09)

Toda la vida de San José se sintetiza en una aceptación continua del plan divino, aun en situaciones donde él sólo veía misterio y oscuridad.
 
También sobre nuestra vida flota continuamente un cierto ambiente de misterio: es que a Dios le gusta obrar oculta y secretamente; es que su acción siempre es impenetrable a nuestro pobre entendimiento humano.

Leer más...

Solemnidad de San José, Patrono de la Iglesia II

Posted by: Laudem Gloriae

San José 04 (26)

La elección de San José para ser custodio y guardián de la familia de Nazaret, significó también para él la vocación a la intimidad divina. No debemos olvidar que San José se encuentra en el punto de división entre el antiguo y nuevo testamento; la primera parte de su vida pertenece al antiguo, la segunda al nuevo testamento.

Leer más...

Solemnidad de San José, Patrono de la Iglesia I

Posted by: Laudem Gloriae

San José 03 (15)

¡Oh glorioso San José! Concédeme que bajo tu patrocinio crezca y se desarrolle mi vida interior.
 
La Iglesia nos presenta hoy a San José, el gran Patriarca a cuya custodia quiso Dios confiar la porción más preciosa de su grey: María Santísima y Jesús. Precisamente por haber sido José destinado por Dios para custodio de la familia de Nazaret, primer núcleo de la gran familia cristiana, ha querido la Iglesia reconocer en él al custodio y patrono de la cristiandad entera.

Leer más...

Vida de Fe de San José I

Posted by: Laudem Gloriae

San José 02 (05)

En tu escuela, ¡oh glorioso San José!, quiero aprender a vivir de fe, dejándome guiar en todo por la divina Providencia.
 
La actitud fundamental de San José es una confianza y abandono totales en Dios, actitud que nace de su fe.

Leer más...

El amor hace igualdad y semejanza

Posted by: Laudem Gloriae

San Juan de la Cruz 02 (16)
San Juan de la Cruz

¡Oh Jesús! Postrado al pie de tu cruz, te ruego me hagas comprender la necesidad del padecimiento para hacerme semejante a ti.
 
Para el alma que aspira a la unión con Dios, la penitencia no es sólo un medio de sujetar la carne al espíritu, es también el medio de asemejarse a Cristo Crucificado reproduciendo y prolongando en su propio cuerpo la Pasión del Señor.

Leer más...

Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen

Posted by: Laudem Gloriae

Crucifixión 01 (07)

La perfección de la caridad consiste en el amor a los enemigos. A ello nada nos anima tanto como la consideración de aquella admirable paciencia con que el más bello de los hombres ofreció su rostro, lleno de hermosura, a los salivazos de los malvados; sus ojos, cuya mirada gobierna el universo, al velo con que se los taparon los inicuos; su espalda a los azotes; su cabeza, venerada por los principados y potestades, a la crueldad de las espinas; toda su persona a los oprobios e injurias; aquella admirable paciencia, finalmente, con que soportó la cruz, los clavos, la lanzada, la hiel y el vinagre, todo ello con dulzura, con mansedumbre, con serenidad. En resumen, como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.

Leer más...

Yo mismo iré a buscar a mis ovejas

Posted by: Laudem Gloriae

Benedicto XVI 01 - imposición de la ceniza

“Así dice el Señor, Yahvé: Yo mismo iré a buscar a mis ovejas… y las pondré a salvo de todos los lugares en que fueron dispersada el día del nublado y de las tinieblas… y las llevaré a su tierra y las apacentaré sobre los montes de Israel… Las apacentaré en pastos ubérrimos”. Este es el programa de cuanto el Señor quiere realizar en este santo tiempo de Cuaresma a favor de nuestras almas, para conducirlas a una vida de mayor perfección y de profunda intimidad con Él.

Leer más...

Mortificar el propio yo

Posted by: Laudem Gloriae

San José 01 (03)
San José, modelo de mortificación interior

El espíritu de mortificación no se limita a la parte física del hombre; abraza también la negación del yo, de la voluntad, de la inteligencia. Así como en nuestro cuerpo y en nuestros sentidos existen inclinaciones desordenadas a los goces materiales, también en nuestro espíritu existen inclinaciones desordenadas a la afirmación de nuestro propio yo.

Leer más...

Confomar plenamente nuestro querer al de Dios

Posted by: Laudem Gloriae

Basílica de San Pedro 01 (01)

“Purifica, Señor, mi alma para que pueda ser invadida totalmente por tu luz y tu amor”
 
San Juan de la Cruz compara el alma a una vidriera embestida por el sol;
“si la vidriera tiene algunos velos de manchas o nieblas, no la podrá esclarecer y transformar en su luz totalmente…; antes tanto menos la esclarecerá, cuanto ella estuviere menos desnuda de aquellos velos y manchas… Mas si ella estuviera limpia y pura del todo, de tal manera la transformará y esclarecerá el rayo, que parecerá el rayo, y dará la misma luz que el rayo” (Subida* II, 5,6).

Leer más...

Septuagésima, tiempo de conversión

Posted by: Laudem Gloriae

Dgo de Septuagésima - un denario 01 (02)

“Señor, me acerco a Ti con vivos deseos de aprender la fidelidad a tus llamadas”
 
El tiempo de Septuagésima es algo así como el vestíbulo de la cuaresma, el tiempo clásico de la reforma espiritual; por eso la liturgia de este domingo* nos presenta lo que ha de ser nuestro programa si queremos disponernos a una seria y renovada conversión, que nos dé la posibilidad de resucitar después con Cristo en la próxima Pascua.

Leer más...

María Santísima quiere que recurramos a ella como niños pequeños

Posted by: Laudem Gloriae

Asunción de la Virgen María 02 (03)

Yo soy la Madre del amor hermoso, dice María (Ecl. 24,24) porque su amor hermosea nuestras almas a los ojos de Dios.  “¿Qué Madre amará a sus hijos y se interesará tanto por su felicidad, como Tú amabilísima Reina nos amas y te interesas por nuestro bien?”, dice San Buenaventura.

Leer más...

El mayor consuelo en la hora de la muerte

Posted by: Laudem Gloriae

Fieles Difuntos

En el mes de María, procuremos conocer más a nuestra dulcísima Madre. Meditemos cómo defiende ella a sus devotos en la hora de la muerte. El texto está extraído de “Las Glorias de María”, de S. Alfonso María de Ligorio.

Leer más...

Beata Isabel de la Trinidad

Posted by: Laudem Gloriae

Sor Isabel de la Trinidad 01 (03)

Isabel Catez (en el Carmelo, Isabel de la Santísima Trinidad), nació el 18 de Julio de 1880 en el campo militar de Avor, diócesis de Bourges (Francia). En 1901, ingreso en el Carmelo de Dijon, donde profeso en 1903. Allí falleció el 9 de noviembre de 1906 para irse -como dijo ella- “a la luz, a la vida, al amor”.

Leer más...

Hubo misericordia de él por aquel servicio que hizo a su Madre

Posted by: Laudem Gloriae

Misa por las almas del Purgatorio

Como estamos en la novena de Ánimas, veamos la importancia de realizar obras de caridad y de los servicios que hagamos a Dios; y de la oración, en especial la S. Misa, por los difuntos. Este texto está extraído de las “Fundaciones”, de Santa Teresa de Jesús (Cap. X,1-5): «Antes que se fundase este monasterio de San José en Malagón, cuatro o cinco meses, tratando conmigo un caballero principal, mancebo, me dijo que, si quería hacer monasterio en Valladolid, que él daría una casa que tenía, con una huerta muy buena y grande, que tenía dentro una gran viña, de muy buena gana, y quiso dar luego la posesión; tenía harto [mucho] valor.

Leer más...

Bienaventurados los que mueren en el Señor

Posted by: Laudem Gloriae

Purgatorio 01 (02)

“El día de los muertos nos hace meditar no sólo en la muerte de las personas queridas, sino también en la nuestra. La muerte es un castigo, y por lo tanto lleva consigo necesariamente un sentimiento de pena, de temor y de miedo; también los Santos lo han experimentado y el mismo Jesús lo quiso experimentar.

Leer más...

No estéis sin tan buen amigo

Posted by: Laudem Gloriae

Santa Teresa de Jesús 05 (05)

La oración no debe limitarse a esos momentos al día que dedicamos exclusivamente a “tratar de amistad con Quien sabemos nos ama”, sino que todo el día debe ser una oración que suba a Dios como el incienso.

Leer más...

Rendir nuestra voluntad a la de Dios

Posted by: Laudem Gloriae

Santa Teresa de Jesús 04 (10)

“Este es nuestro engaño, no nos dejar [no dejarnos] del todo a lo que el Señor hace, que sabe mejor lo que nos conviene.”

“Un alma dejada en las manos de Dios no se le da más que digan bien que mal, si ella entiende (…) que no tiene nada de sí. (…) y aparéjese [prepárese] a la persecución, que está cierta en los tiempos de ahora.”

Leer más...

Conviene mucho no apocar los deseos

Posted by: Laudem Gloriae

Santa Teresa de Jesús 03 (04)

Pues procúrese a los principios andar con alegría y libertad (…). Bien es andar con temor de sí para no se fiar poco ni mucho de ponerse en ocasión donde suele ofender a Dios, que esto [evitar las ocasiones] es muy necesario hasta estar ya muy enteros en la virtud, (…) siempre, mientras vivimos, aun por humildad, es bien conocer nuestra miserable naturaleza.

Leer más...

Santa Teresita del Niño Jesús

Posted by: Laudem Gloriae

Santa Teresita 08

Hoy es la fiesta de santa Teresita del Niño Jesús, virgen y Doctora de la Iglesia. Nació en Aleçon (Francia) el 2 de enero de 1873.  Entró al Carmelo de Lisieux el 9 de abril de 1888, a los 15 años. Exhaló su último suspiro en un éxtasis de amor el 30 de septiembre de 1897. Pío XI la canonizó en 1925 y la proclamó Patrona de las Misiones en 1927. Juan Pablo II la declaró doctora de la Iglesia en 1997.

Leer más...

De los peligros de las malas compañías

Posted by: Laudem Gloriae

Malas Compañias

Así como son muchos los frutos que hacen las buenas compañías y virtudes de los padres en la educación de los niños y jóvenes, también nos enseña Santa Teresa, por experiencia propia, el gran mal que hacen las malas compañías y los malos ejemplos que ven en los padres. Dice ‘espántame algunas veces el daño que hacen las malas compañías, y si no hubiera pasado por ello, no lo pudiera creer; en especial en tiempo de mocedad, debe ser mayor el mal que hace. Querría escarmentase en mí los padres para mirar mucho en esto.’

Leer más...

De la importancia de las buenas compañías y ejemplos

Posted by: Laudem Gloriae

Familia

Santa Teresa nos dice en el libro de su Vida, la autobiografía que escribió por mandato de sus confesores, que tuvo padres ‘virtuosos y temerosos de Dios’, que su padre era ‘aficionado a leer buenos libros’ y también los tenía ‘para que leyesen sus hijos’. Su madre tenía gran cuidado ‘de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de nuestra Señora y de algunos santos.’ Que le ayudaba no ver en sus padres ‘favor sino para la virtud. Tenían muchas. Era mi padre hombre de mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos y aún con los criados.’ ‘Era de gran verdad, jamás nadie le vio jurar ni murmurar.

Leer más...

No carezcamos de tanto bien

Posted by: Laudem Gloriae

Oracion niños

“Por amor del Señor le ruego yo no carezca de tanto bien” ¿Quién nos hace este ruego y cuál es este bien tan grande? Nos lo pide Santa Teresa de Jesús y de lo que no debemos carecer es de la particular amistad con Dios, que es la oración. Pero ¿Qué es, cómo se hace – podríamos preguntarle– la oración? “No es otra cosa oración mental –nos responde– sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama.” Y ¿Para quién es este tesoro de la oración? ¿Para los religiosos? ¿No son un impedimento para hacerla, nuestros pecados? Nos responde “Pues si a cosa tan ruin como yo tanto tiempo sufrió el Señor y se ve claro que por aquí se remediaron todos mis males, ¿Qué persona, por malo que sea, podrá temer”

Leer más...

Quería que me entregase del todo a su Amor

Posted by: Laudem Gloriae

Santa Maravillas de Jesús

El 11 de diciembre de 1974, moría en La Aldehuela (España) la Madre Maravillas, hoy Santa Maravillas de Jesús. Es muy conveniente que conozcamos su vida, ya que la Santa Madre Iglesia nos da a los santos para que sean nuestros modelos e intercesores. Y hay muchas razones para tenerle devoción a esta gran santa, especialmente sus muchas y heroicas virtudes, el ser tan cercana a nuestros días y el haber realizado en nuestro país el milagro que permitió su canonización: la completa y rápida recuperación de Manuel Vilar, que se había ahogado en una pileta.
Por haber sido Priora desde poco tiempo después de haber profesado hasta el día de su muerte, y por haber fundado nueve conventos Carmelitas; ha escrito numerosas cartas y ‘billetes’, de los cuales se conservan la mayoría, ya que quienes la trataban palpaban la cercanía y unión con Dios de esta gran alma y guardaban sus escritos.

Leer más...

Vida Escondida de María Santísima

Posted by: Laudem Gloriae

Virginity

Ya próximos a esta hermosa fiesta de la Natividad de nuestra dulcísima Madre, reflexionemos (con textos de "Intimidad Divina", del P. Gabriel de S. M. Magdalena O.C.D), sobre la importancia de este día y una de las características más notorias de toda su vida: su ocultamiento.

La Liturgia celebra con entusiasmo el nacimiento de María.
"Tu natividad, oh Virgen Madre de Dios -canta el oficio-, anunció la alegría al mundo entero; porque de ti salió el Sol de Justicia, Cristo nuestro Dios". La natividad de María es el preludio de la natividad de Jesús, porque precisamente en aquella tiene su primer principio la realización del gran misterio del Hijo de Dios hecho hombre para salvación de la humanidad. ¿Cómo podría pasar inadvertido al corazón de los redimidos el día natal de la Madre del Redentor? La Madre preanuncia al Hijo, dice que el Hijo está para venir, que las promesas divinas, vaticinadas desde siglos, están para cumplirse. El nacimiento de María es la aurora de nuestra redención, su aparición proyecta una luz de inocencia, de pureza, de gracia, anticipo esplendoroso de la gran luz que inundará la tierra cuando aparezca Cristo, Lux mundi. María, preservada del pecado en previsión de los méritos de Cristo, no sólo anuncia que la redención está cerca, sino que trae consigo las primicias, como primer redimida por su Hijo divino.

Por Ella, toda pura y toda llena de gracia, la Santísima Trinidad dirige finalmente a la tierra una mirada de complacencia, porque encuentra finalmente en Ella una creatura en que puede reflejar Su belleza infinita.

Leer más...