La oración mental

Posted by: Ioseph

San Alfonso María de Ligorio 01 (01)

“Porque no se medita en las verdades eternas el mundo está lleno de pecados y el infierno de réprobos”.
 
San Alfonso María de Ligorio, de quien es esta frase, expone un método sencillo de hacer oración mental, el cual consta de tres partes: preparación, meditación y conclusión.
 
I. Preparación
 
Consiste en tres actos:
1- Acto de fe en la presencia de Dios. – Dios mío, creo que estáis aquí presente: os adoro con todo mi corazón.
2- Acto de humildad y contrición. – Señor, yo debería estar ahora en el infierno por mis pecados. ¡Oh bondad infinita! me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido.
3- Acto de petición. – Dios mío, por el amor de Jesús y de María, iluminadme en esta oración y haced que me sea provechosa.
 
Luego se puede rezar un
Ave María a la Santísima Virgen, para que nos alcance las luces que necesitamos; también un Gloria en honor de San José, del Ángel de la Guarda, del Arcángel San Miguel y del Santo patrono. Estos actos deben hacerse con atención, pero brevemente, y pasar luego a la meditación.
 
II. Meditación
 
Puede ser útil servirse de un libro, al menos en los principios, deteniéndose en los pasajes que hagan más impresión. San Francisco de Sales dice que en esto se ha de imitar a las abejas que se posan en una flor mientras encuentran miel, y luego vuelan a otra.
 
Los frutos de la meditación son de tres clases: los afectos, las súplicas y las resoluciones, en lo cual consiste todo el fruto de la oración mental. Así, cuando se ha meditado en alguna verdad eterna y el Señor ha hablado al corazón, conviene dirigirse a Dios:
 
1. Por medio de afectos, es decir, con los actos de fe, de agradecimiento, de humildad y de esperanza; y sobre todo, repetir los actos de amor y de contrición. Según Santo Tomás, “todo acto de amor nos hace acreedores a la gracia de Dios y al Paraíso”. He aquí algunos actos de amor: Dios mío, os amo sobre todas las cosas. – Os amo con todo mi corazón. – Quiero cumplir en todo vuestra santa voluntad. – Me regocijo de que sois infinitamente feliz. Para el acto de contrición basta decir: Bondad infinita, me arrepiento de haberos ofendido.
 
2. Se debe también hablar a Dios por medio de súplicas, pidiéndole las luces que se necesitan, alguna virtud, una buena muerte, la salvación eterna, pero muy especialmente su amor y la santa perseverancia. Si el alma se encuentra en gran aridez bastará repetir: Dios mío, socórreme. – Señor, ten piedad de mí. – Jesús mío, misericordia.
Aun cuando no se hiciera otra cosa que lo dicho, la oración sería excelente.
 
3. Por último, es necesario hablar a Dios por medio de resoluciones. Antes de terminar la oración se debe tomar alguna resolución particular, por ejemplo, la de huir de tal ocasión, soportar lo que se encuentre de fastidioso en tal persona, corregirse de tal defecto, etc.
 
III. Conclusión
 
Se compone de tres actos:
1. Dar gracias a Dios por las luces recibidas. 2. Hacer el firme propósito de cumplir las resoluciones. 3. Pedir a Dios, por el amor de Jesús y de María, la gracia de serle fiel.
San Francisco de Sales aconseja que se fije en el pensamiento lo que durante la oración nos ha llamado más la atención, a fin de tenerlo presente para el resto del día.
   
Fuente: R. P. Saint-Omer, El Sagrado Corazón de Jesús según San Alfonso María de Ligorio