Siete consideraciones para cada día de la semana (II)

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Alegoría de los placeres 01 (01)
Alegoría de los placeres

LUNES: El pecado mortal

1. ¡Si supieses, hijo mío, lo que haces cometiendo un pecado mortal! Vuelves las espaldas al Dios que te ha creado y colmado de beneficios; desprecias su gracia y su amistad. Dices con los hechos al Señor: “Alejaos de mí, Señor; no quiero ya obedeceros, no quiero serviros, ni reconoceros ya por mi Dios: Non sérviam. He elegido para mi dios aquel placer, aquella venganza, aquella cólera, aquella mala conversación, aquella blasfemia”. ¿Es posible imaginar una ingratitud más monstruosa? Y no obstante, he ahí lo que haces ofendiendo a tu Dios.

2. Es tanto más negra esta ingratitud, cuanto que para pecar te has servido de los mismos bienes que Dios te ha dado. Oídos, ojos, boca, lengua, pies y manos, todo te fue dado por Dios, y los has empleado para ofenderle. Escucha lo que te dice el Señor:
“Hijo mío, te he creado de la nada, te he dado todo cuanto tienes, te he hecho nacer en la verdadera Religión, te he concedido la gracia del bautismo, podía haberte dejado morir cuando estabas en el pecado, y te conservé la vida para no enviarte al infierno, ¿y tú, olvidando tantos beneficios, quieres aún servirte de esos mismos dones míos para ofenderme?” ¿Quién no experimentará dolor, a la vista de una injuria tan enorme hecha a un Dios tan bueno, por criaturas tan miserables como nosotros?

3. Considera, además, que este Dios de bondad no deja de estar justamente irritado por tus ofensas, y que cuanto más continúas viviendo en el pecado, tanto más excitas contra ti la cólera de Dios: por lo cual debes temer que si multiplicas tus faltas, el Señor te abandonará.
In plenitúdine peccatárum púniet. No porque te falte su misericordia, sino porque te faltará tiempo para implorarla, porque el que abusa de las gracias de Dios, no merece que se las conceda. Grande es el número de los pecadores que vivieron en pecado con la esperanza de convertirse; pero la muerte llegó cuando menos la esperaban y no les dio tiempo para que pusieran en orden su conciencia, y ahora, helos ¡ay! eternamente perdidos. ¿No tiemblas al pensar que puede sucederte igual desgracia? Después de tantas culpas como Dios te ha perdonado, ¿no podría castigarte al primer pecado mortal que cometieras y precipitarte en el infierno?

Dale gracias por haberte esperado hasta ahora y toma una firme resolución, diciéndole:
“¡Dios mío! demasiado os he ofendido hasta ahora; quiero emplear la vida que me resta en amaros y llorar mis pecados, de los que me arrepiento de todo corazón. Jesús mío quiero amaros; Santísima Virgen, Madre de Dios, ayudadme. Así sea”.

Fuente: San Juan Bosco, La juventud instruida

Siete consideraciones para cada día de la semana (I.b)

Posted by: Ioseph

San Luis Gonzaga 01 (06)
San Luis Gonzaga meditando

DOMINGO: Fin del hombre (continuación)

3. A este propósito, quiero hacer observar un lazo temible, de que se sirve el demonio para perder a un gran número de cristianos: es el de permitirles que se instruyan en la Religión, impidiéndoles después que la practiquen. Saben perfectamente que Dios los ha creado para amarle y servirle, y se diría que emplean el tiempo en buscar su eterna perdición. En efecto, ¿a cuántos no vemos en el mundo ocupados en pensar en todo, excepto en su salvación?
Si se le dice a un joven que frecuente los sacramentos, que haga un poco de oración, al momento contesta:
“Tengo otras cosas que hacer, tengo que trabajar, tengo que divertirme...” ¡Oh infeliz! Y ¿no tienes un alma que salvar?

En cuanto a ti, joven cristiano que lees esta consideración, no te dejes engañar por el demonio, y promete a Dios que todas tus palabras, tus pensamientos y tus acciones se dirigirán a la salvación de tu alma; porque sería grave imprudencia ocuparte tan seriamente en lo que debe concluir tan pronto y olvidar la eternidad que no tiene fin. San Luis Gonzaga, que hubiera podido gozar de los placeres, de los honores y de las riquezas de la tierra, renunció a esos bienes efímeros, diciendo:
"¿De qué me sirven estas cosas para la vida eterna? Quid haec ad aeternitátem?".

Concluye, pues, así esta consideración:
“Tengo un alma: si la pierdo, lo pierdo todo. Aun cuando ganara el mundo entero con detrimento de mi alma, ¿de qué me aprovecharía?
Quid énim pródest hómini, si múndum univérsum lucrétur, ánimae vero suae detriméntum patiátur? Si llego a ser un hombre rico y sabio hasta poseer todas las ciencias y todas las artes del mundo, y pierdo mi alma, ¿de qué me habrá servido? La misma sabiduría de Salomón no me valdría de nada, si me condenase.
Dios me ha creado para salvar mi alma, y quiero salvarla a toda costa; esta alma será, pues, de hoy en adelante, el único fin de todas mis acciones. Se trata de ser o eternamente feliz o eternamente desdichado: estoy resuelto a perderlo todo para salvarme. Dios mío, perdonadme mis pecados y no permitáis que tenga jamás la desgracia de ofenderos de nuevo; ayudadme con vuestra santa gracia, a fin de que pueda amaros y serviros fielmente en lo porvenir. María, esperanza mía, rogad por mí”.

Fuente: San Juan Bosco, La juventud instruida

Siete consideraciones para cada día de la semana (I.a)

Posted by: Ioseph

Alegoría de la muerte 01 (01)
Alegoría de la muerte

l. Domingo: Fin del hombre.
2. Lunes: El pecado mortal.
3. Martes: La muerte.
4. Miércoles: El juicio.
5. Jueves: El infierno.
6. Viernes: La eternidad de las penas.
7. Sábado: El Paraíso.

Como deseo mucho, hijos míos, que todos los días tengáis un rato de lectura piadosa, os ofrezco una corta consideración para cada día de la semana, y espero que la leeréis atentamente, dado caso que no tengáis otro libro más apropiado para ello.
Después de haberos arrodillado decid lo siguiente:
Dios mío, me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; concededme la gracia de conocer bien las verdades que voy a meditar y abrasadme de amor a Vos. Virgen Santísima, Madre de Jesús, rogad por mí.


DOMINGO: Fin del hombre

1. Considera, hijo mío, que Dios te ha creado a su imagen, que te ha dado un alma y un cuerpo, sin el menor mérito de tu parte. Además, por el bautismo te ha hecho hijo suyo, te ha amado siempre, y te ama aún como tierno padre, y no te ha creado para otro fin que para amarle y servirle en este mundo y merecer así algún día ser eternamente feliz en el Paraíso.
No estás, pues, en este mundo sólo para divertirte, enriquecerte, comer, beber y dormir como los animales privados de razón: infinitamente más noble y más sublime es el fin para el cual fuiste creado, a saber: amar y servir a Dios y salvar así tu alma.
Si durante tu vida, tienes siempre presente este pensamiento, ¡qué consuelo experimentarás en la hora de la muerte! Pero si al contrario no piensas seriamente en servir a Dios, ¡qué remordimientos experimentarás en aquel instante en que conocerás claramente que las riquezas y los placeres de que has gozado en la tierra de nada sirven si no es para llenar de amargura tu corazón, y hacerte conocer el daño que has causado a tu alma!

Por eso, hijo mío, guárdate bien de ser de aquellos que sólo piensan en procurarse placeres y satisfacer sus pasiones; pues estos al fin de la vida se encontrarán en gran peligro de perderse eternamente.
El secretario de un rey de Inglaterra, moría exclamando:
"¡Desdichado de mí, he empleado tanto papel en escribir las cartas de mi señor, y no he sabido emplear una sola hoja para escribir mis pecados y hacer una buena confesión!"

2. Sube de punto la importancia de tu fin, si consideras que tu salvación eterna o tu eterna condenación depende de ella. Si salvas tu alma, todo te irá bien y serás feliz para siempre; pero si la pierdes, pierdes al mismo tiempo a Dios y el Paraíso, y te condenas por toda la eternidad.
No imites la locura de los desventurados que dicen:
"Cometo este pecado, y después me confesaré"; no te dejes engañar por estas palabras, porque el Señor maldice al que peca con la esperanza de obtener el perdón: Maledíctus homo qui péccat in spe. Acuérdate de que todos los condenados tenían la intención de convertirse más tarde, y a pesar de eso se han perdido por toda la eternidad. ¿Estás cierto, acaso, de tener tiempo para confesarte? ¿Quién te asegura, que no morirás inmediatamente después del pecado? Además, ¿no es una locura herirte gravemente con la esperanza de encontrar un médico que te cure?
Renuncia, pues, al pensamiento falaz de entregarte más tarde a la virtud y al servicio de Dios; hoy mismo detesta y abandona para siempre el pecado, que es el mayor de todos los males, y que alejándote de tu fin, te priva de todos los bienes.

Fuente: San Juan Bosco, La juventud instruida

Exhortación a abrazar el camino de la virtud (I)

Posted by: Nycticorax

Alegoría de la Virtud 01 (01)
Alegoría de la Virtud

Todas las maneras de bienes que el corazón humano puede en esta vida alcanzar se encierran en la virtud; por donde parece que ella es un bien tan universal y tan grande que ni en el cielo ni en la tierra hay cosa con que mejor la podamos, en su manera, comparar que con el mismo Dios.
Porque así como Dios es un bien tan universal que en Él sólo se hallan las perfecciones de todos los bienes, así también, en su manera, se hallan en la virtud. Porque vemos que entre las cosas criadas, unas hay honestas, otras hermosas, otras provechosas, otras agradables y otras con otras perfecciones, entre las cuales tanto suele ser una más perfecta y más digna de ser amada cuanto más de estas perfecciones participa.

Pues, según esto, ¿cuánto merece ser amada la virtud en quien todas estas perfecciones se hallan? Porque si es por honestidad, ¿qué cosa más honesta que la virtud, que es la misma raíz y fuente de toda honestidad? Si es por honra, ¿a quién se debe la honra y el acatamiento, sino a la virtud? Si es por hermosura, ¿qué cosa más hermosa que la imagen de la virtud? Si con ojos mortales se pudiese ver su hermosura, a todo el mundo llevaría en pos de sí, como dice Platón.
Si es por utilidad, ¿qué cosa hay de mayores utilidades y esperanzas que la virtud, pues por ella se alcanza el sumo bien? La longura de los días, con los bienes de la eternidad, están en su diestra, y en su siniestra, riquezas y gloria.

Pues, si es por deleites, ¿qué mayores deleites que los de la buena conciencia, y de la caridad, y de la paz, y de la libertad de los hijos de Dios, y de las consolaciones del Espíritu Santo, lo cual todo anda en compañía de la virtud?
Pues, si se desea fama y memoria, en memoria eterna vivirá el justo y el nombre de los malos se pudrirá, y así como humo desparecerá.
Si se desea sabiduría, no la hay otra mayor que conocer a Dios y saber encaminar la vida por debidos medios a su último fin.
Si es dulce cosa ser apreciado de los hombres, no hay cosa más amable ni más conveniente para esto que la virtud. Porque, como dice Tulio, así como de la conveniencia y proporción de los miembros y humores del cuerpo nace la hermosura corporal, que lleva los ojos en pos de sí, así de la conveniencia y orden de la vida nace una tan grande hermosura en la persona, que no sólo enamora los ojos de Dios y de sus ángeles, sino aun a los malos y enemigos es amable.

Fuente: Cf. Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta

Vida mariana

Posted by: Laudem Gloriae

Virgen María 06 (18b)

¡Oh María, Madre dulcísima! Quiero vivir contigo, como un hijo vive con su madre.

El alto puesto que María ocupa en su cualidad de Madre en la obra de nuestra salvación, justifica plenamente el deseo de una vida de intimidad con Ella. Lo mismo que el Hijo está tan a gusto junto a su Madre, así el cristiano vive tan a gusto junto a María; por eso se ingenia de mil modos para mantener siempre vivo en su mente el recuerdo de su Madre del cielo. Procura, por ejemplo, tener delante de los ojos su imagen, acostumbrándose a saludarla amorosamente todas las veces que su mirada se encuentra con ella.

Pero la mirada profunda de la fe va mucho más lejos que la mirada de los ojos: penetra y llega hasta María viviente en la gloria, y que, a través de la visión beatífica, nos ve, nos sigue, conoce todas nuestras necesidades, nos ayuda con su asistencia maternal; así, por este ejercicio de fe, el alma vive en contacto continuo con la Virgen, espontáneamente, como por un impulso natural de su corazón, multiplica a lo largo del día los pequeños ejercicios de piedad en su honor, las invocaciones, las jaculatorias y todo lo que puede intensificar sus relaciones con María.
El sábado, el Mes de María, las numerosas fiestas de la Virgen son otras tantas ocasiones para recordarla particularmente, para meditar sus prerrogativas, para contemplar sus bellezas, para enamorarse cada vez más de Ella. Es imposible llevar en la mente y en el corazón la dulce figura de María sin sentirnos movidos a amarla, sin experimentar la necesidad de demostrarle la verdad de nuestro amor, procurando agradarle, procurando vivir como verdaderos hijos suyos.

Así concebida la vida 'mariana', la vida de intimidad con María puede penetrar y animar todo el conjunto de nuestra vida cristiana y hacernos más fieles en el cumplimiento de nuestros deberes, porque nada puede agradar tanto a la Madre como vernos cumplir por amor la voluntad de su Hijo. Por otra parte, vivida así, bajo la mirada maternal de María, la vida cristiana adquiere aquella dulzura especial y aquella suavidad que brota espontáneamente de la compañía de una Madre dulcísima que nos rodea de atenciones.

“¡Oh Madre mía dulcísima! Tú me llamas y me dices: 'Si alguno es pequeño venga a mí'. Los niños tienen siempre en sus labios el nombre de la madre y siempre, en cualquier peligro, en cualquier susto, en cualquier dificultad, la llaman inmediatamente. ¡Oh Madre dulcísima, oh Madre amorosísima! Esto es lo que Tú deseas: que, como niño pequeño, siempre te llame, siempre te invoque y te diga: ¡Madre mía, Madre mía amabilísima! Este nombre me consuela completamente, me llena de ternura y me recuerda la obligación que tengo de amarte. Este nombre me anima a confiar en ti. Después de Dios Tú eres mi esperanza, mi refugio y mi amor en este valle de lágrimas. ¡Oh dulce Señora y Madre mía! Tú, que con el amor que te abraza hacia tus hijos robas los corazones, roba mi pobre corazón que tanto desea amarte” (San Alfonso).

Fuente: Cf. P. Gabriel de S. M. Magdalena, o.c.d, Intimidad Divina

Dos órdenes de virtudes (IV)

Posted by: Nycticorax

Ópera 01 (01)

Todo esto nos declara bastantemente la importancia de estas virtudes (exteriores), dejando en su lugar y no derogando a la dignidad de las otras (interiores), que son mayores. De todo lo cual se podrá colegir la diferencia que hay entre las unas y las otras; porque las unas son como fin; las otras, como medio para este fin; la unas, como la salud; las otras, como medicina con que se alcanza la salud; las unas son como el espíritu de la religión; las otras, como el cuerpo de ella, que, aunque es menor que el espíritu, es parte principal del compuesto y de que tiene necesidad para sus operaciones; las unas son como tesoro, y las otras, como llave con que se guarda este tesoro; las unas son como la fruta del árbol, y las otras, como las hojas que adornan el árbol y conservan la fruta en él. Aunque en esto falta la comparación, porque las hojas del árbol, de tal manera guardan el fruto, que no son parte del fruto; mas estas virtudes, de tal manera son guarda de la justicia, que también son parte de la justicia, pues todas éstas son obras virtuosas que, ejercitadas en caridad, son merecedoras de gracia y gloria.

Esta es, pues, hermano, la estima que debes tener de las virtudes de que hemos tratado, que es lo que al principio de este capítulo propusimos, y con esta doctrina estaremos seguros de dos extremos viciosos, que es de dos grandes errores que ha habido en el mundo en esta parte, el uno, antiguo, de los fariseos, y el otro, nuevo, de los herejes de este tiempo.
Porque los fariseos, como gente carnal y ambiciosa y como hombres criados en la observancia de aquella ley, que aun era de carne, no hacían caso de la verdadera justicia, que consiste en las virtudes espirituales, como toda la historia del Evangelio nos lo muestra. Y así se quedaban, como dice el Apóstol, con la imagen sola de la virtud, sin poseer la substancia de ella, pareciendo bueno en lo de fuera y siendo abominables en lo de dentro.

Mas los herejes de ahora, por el contrario, entendido este engaño, por huir de un extremo vinieron a dar en otro, que fue despreciar del todo las virtudes exteriores, cayendo, como dicen, en el peligro de Escila por huir de Caribdis. Mas la verdadera y católica doctrina huye de estos dos extremos y busca la verdad en el medio; y de tal manera la busca, que, dando su lugar y preeminencia a las virtudes interiores, da también el suyo a las exteriores, poniendo las unas como en el orden de los senadores y las otras como en el de los caballeros y ciudadanos que componen una misma república, para que se sepa el valor de cada cosa y se dé a cada una su derecho.

Fuente: Cf. Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta

La perdiz tierna

Posted by: Ioseph

Perdiz 01 (01)

Una perdiz madre a quien la comadreja le sorbió tres huevos -y no le sorbió los cuatro porque Guañabéns, que andaba con la escopeta, de una perdigonada le quemó las ancas-, con la aflicción de su desgracia, sobre que era cariñosa de por sí, empolló su huevo unigénito con cuadruplicado ardor. Nació un lindo pichón color canela; y quiso echar a correr como un pollito en la mañana fresca y húmeda. Pero su madre no quería ser menos que la Cardenala que tenía el nido en un naranjo y polluelos de quince días, que no dejaba salir sin embargo, hasta que no tuviesen volantones. Y así le prohibió que saliese y le trajo gusanitos y lo calentó con sus alas, que para eso tenía él mamá de posición y no necesitaba ir a trabajarse el sustento por esos surcos de Dios, llenos en aquel momento de los silbos alegres y tímidos de los perdigoncitos pobretes sus vecinos, nacidos aquel mismo día.

Los pájaros del cielo, que anidaban en los árboles, tienen que pasar antes de salir del nido por las cuatro edades, de tripón, pintón, plumadito y volantón; pero los pájaros de la tierra como la perdiz y el ñandú, apenas nacen, ya son volantones -y nunca salen de ahí en su vida-, y se arreglan ya por sí solos, y andan, cazan y campan como mayores, y disparan -como decía Guañabéns, el fabricante de plumeros-, “que el Diablo se los lleva”.
Y éste fue el error de la joven madre. Quiso tener a su hijo al calorcito de su seno y de sus plumas -y eso que el muchachito quería irse con los otros cada día-; quiso alimentarlo con lombricita mascada, cuando el otro ya tenía pico duro; lo tuvo a la sombra y bajo sus alas; y no le dio jamás un mal picotazo porque lo quería mucho, cuando los otros tenían ya el lomo curtido de los golpes con que sus madres les enseñaban a no salir del matojo cuando se oye ruido, a acurrucarse inmóviles y a hacerse tierra y hojas secas cuando pasa el Hombre, el Zorrito o el Lechuzón Blanco.

Creció pues aquel perdigón de nido, perdigón de invernáculo; y salió lindo, pero fofo. Grandote y sin gracia, como flor de sótano, con las patas rosadas y flojas en vez de firmes y rojas; los ojos rojos en vez de negros y la plumazón albina y clara, que en vez del lindo percal rameado de los otros era fina seda gris.
Apenas salió el sol, grandote e inútil, parecía que se quería derretir, y la gente le cantaba:
La lechuza es batará
y el tero picotazo overo
y la perdiz es barcina, ay, ay, ay,
moteada de blanco y negro.
Eso sí, muy bien educado, y no como esa gentuza, decía la madre del zascandil aquel, que no parecía varón ni era hombre para nada, que lo reventaba un volido(1) de treinta metros y no sabía disparar ni esconderse, ni aguantaba la luz del mediodía con sus ojos tiernos, ni veía el granito perdido en el surco, ni encontraba sustento. Se le burlaban todos. No tenía resolución para nada, ni para irse de allí, donde era infeliz. Pasaba terrores y apuros sin cuento porque no sabía defenderse ni siquiera del Gato, del cual las perdices se burlaban. Una paja lo cortaba, una espina lo mancaba, la escarcha lo endurecía, un calorazo de enero lo ponía hecho una esponja.

Fue un día al Tero y le dijo:
-
¡Son todos crueles conmigo, todos me persiguen, todos son enemigos míos, no sé por qué!
-
¡No, m´hijo! -le dijo el Tero-. Ninguno es cruel. La vida es cruel. ¿Querés saber quién fue cruel con vos? La verdad hay que decirla, aunque sea dura, y yo te la voy a decir, como se lo dije a ella muchas veces por más que lloraba cuando ya no había remedio. El enemigo tuyo ha sido tu finada madre que de quererte tanto, tanto, te ahorró las molestias pequeñas, y te legó las grandes. Tu finada madre ha sido cruel. Dios le haya perdonado que la pobre no sabía que con sus mimos te dejó en herencia buenos modales pero malas costumbres.

(1) Volido: vuelo.

Fuente: P. L. Castellani, Camperas, ed. Vórtice

El valor educativo del dolor

Posted by: Ioseph

Sufrimiento 01 (01)

San Pablo define sucinta y vigorosamente las consecuencias educativas del dolor, con estas palabras: “Nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación obra paciencia, y la paciencia prueba, y la prueba esperanza y la esperanza no trae confusión” (Rom. 5, 3 y ss.). La tribulación educa al cristiano para la paciencia y en la paciencia se prueba y acrisola la virtud. La virtud acrisolada y probada da un derecho más firme a poner toda la esperanza en Dios. De ahí que en la tribulación no desfallece la esperanza del cristiano, sino que toma un vuelo más alto y animoso en alas de la paciencia y de la fidelidad para con Dios. El dolor no debe ser para el cristiano un motivo de pena sino de gloria.

El dolor seméjase a un lagar, según una figura del Viejo Testamento empleada por San Agustín en esta forma:
“¿Quieres salir del lagar del dolor? Ten en cuenta que el racimo que teme al lagar, puede ser devorado por las aves y las fieras”. La ligereza, y la pasión pierden frecuentemente al que durante mucho tiempo se ve exento de tribulaciones y desdichas o las teme exageradamente.
“Antes de ser humillado (por el dolor), yo delinquí” dice el Salmista (118, 67). Muchos se han de encontrar en el mismo caso y todos deben agradecimiento al dolor. Cuando pasan demasiados años sin que el árbol dé fruto, o cuando lo da malo, no queda más recurso que cavarle alrededor del tronco con la azada del dolor (S. Luc. 13, 8).

Honores, riqueza, bienestar y placeres adormecen al hombre. Durante un largo sueño del alma, degeneran todos los órganos más nobles. Se produce la dilatación adiposa y, para curarla, es indispensable que Dios lo apriete con su mano y exprima con el estrujamiento del dolor
No ha de considerarse como un castigo el hecho de que Dios se interponga en el camino del pecador con un dolor. Al contrario, castigo verdadero es que rehúse tal encuentro y le deje proseguir la marcha, impelido por los perversos dictados de su corazón (Salmo 80, 13).
“Porque es señal de un gran beneficio, no permitir a los pecadores largo tiempo el obrar según su voluntad, sino aplicar desde el primer momento el castigo” (II Macab. 6, 13). Exclama agradecido San Agustín: “Siempre te apiadaste de mí aun en medio de tu enojo, y destilaste en mis pecaminosos placeres las más amargas tribulaciones”. En otro lugar declara: “¡No recibir castigo! ¿Qué mayor castigo? Si vives mal y Dios te lo permite, es señal de que su enojo es grande”.

Fuente: Mons. Juan Straubinger, En la escuela del dolor

Sobre el Símbolo de la Fe

Posted by: Ioseph

San Cirilo de Jerusalen 01 (01)
San Cirilo de Jerusalén

Al aprender y profesar la fe, adhiérete y conserva solamente la que ahora te entrega la Iglesia, la única que las santas Escrituras acreditan y defienden. Como sea que no todos pueden conocer las santas Escrituras, unos porque no saben leer, otros porque sus ocupaciones se lo impiden, para que ningún alma perezca por ignorancia, hemos resumido, en los pocos versículos del símbolo, el conjunto de los dogmas de la fe.
Procura, pues, que esta fe sea para ti como un viático que te sirva toda la vida y, de ahora en adelante, no admitas ninguna otra, aunque fuera yo mismo quien, cambiando de opinión, te dijera lo contrario, o aunque un ángel caído se presentara ante ti disfrazado de ángel de luz y te enseñara otras cosas para inducirte al error. Pues aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os predicáramos un evangelio distinto del que habéis recibido, tened por anatema al que tal cosa hiciere.

Esta fe que estáis oyendo con palabras sencillas retenedla ahora en la memoria y, en el momento oportuno, comprenderéis, por medio de las santas Escrituras, lo que significa exactamente cada una de sus afirmaciones. Porque tenéis que saber que el símbolo de la fe no lo han compuesto los hombres según su capricho, sino que las afirmaciones que en él se contienen han sido entresacadas del conjunto de las santas Escrituras y resumen toda la doctrina de la fe. Y a la manera de la semilla de mostaza, que, a pesar de ser un grano tan pequeño, contiene ya en sí la magnitud de sus diversas ramas, así también las pocas palabras del símbolo de la fe resumen y contienen, como en una síntesis, todo lo que nos da a conocer el antiguo y el nuevo Testamento.

Velad, pues, hermanos, y conservad cuidadosamente la tradición que ahora recibís y grabadla en el interior de vuestro corazón.
Poned todo cuidado, no sea que el enemigo, encontrando a alguno de vosotros desprevenido y remiso, le robe este tesoro, o bien se presente algún hereje que, con sus errores, contamine la verdad que os hemos entregado. Recibir la fe es como poner en el banco el dinero que os hemos entregado; Dios os pedirá cuenta de este depósito. Os recomiendo -como dice el Apóstol-, en la presencia de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que ante Poncio Pilato rindió tan solemne testimonio, que guardéis sin mancha la fe que habéis recibido, hasta el día de la manifestación de Cristo Jesús.

Ahora se te hace entrega del tesoro de la vida, pero el Señor, el día de su manifestación, te pedirá cuenta de él cuando aparezca como el bienaventurado y único monarca, Rey de reyes y Señor de los señores, el único inmortal, el que habita en la luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. A él la gloria, el honor y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

Fuente: San Cirilo de Jerusalén, Catequesis, Oficio de Lectura, Liturgia de las Horas

El castillo interior (VI)

Posted by: Laudem Gloriae

Ultima Cena 04 (07)

Prosigue de la importancia de la humildad. Poner los ojos en Cristo, mirando sus grandezas comprenderemos mejor nuestra bajeza.

No sé si queda dado bien a entender, porque es cosa tan importante este conocernos que no querría en ello hubiese jamás relajación, por subidas que estéis en los cielos; pues mientras estamos en esta tierra no hay cosa que más nos importe que la humildad. Y así torno a decir que es muy bueno y muy rebueno tratar de entrar primero en el aposento adonde se trata de esto, que volar a los demás; porque éste es el camino, y si podemos ir por lo seguro y llano, ¿para qué hemos de querer alas para volar?; mas que busque cómo aprovechar más en esto; y a mi parecer jamás nos acabamos de conocer si no procuramos conocer a Dios; mirando su grandeza, acudamos a nuestra bajeza; y mirando su limpieza, veremos nuestra suciedad; considerando su humildad, veremos cuán lejos estamos de ser humildes.

Hay dos ganancias de esto: la primera, está claro que parece una cosa blanca muy más blanca cabe la negra, y al contrario la negra cabe la blanca; la segunda es, porque nuestro entendimiento y voluntad se hace más noble y más aparejado para todo bien tratando a vueltas de sí con Dios; y si nunca salimos de nuestro cieno de miserias, es mucho inconveniente. Así como decíamos de los que están en pecado mortal cuán negras y de mal olor son sus corrientes, así acá (aunque no son como aquéllas, Dios nos libre, que esto es comparación),
metidos siempre en la miseria de nuestra tierra, nunca la corriente saldrá de cieno de temores, de pusilanimidad y cobardía: de mirar si me miran, no me miran; si, yendo por este camino, me sucederá mal; si osaré comenzar aquella obra, si será soberbia; si es bien que una persona tan miserable trate de cosa tan alta como la oración; si me tendrán por mejor si no voy por el camino de todos; que no son buenos los extremos, aunque sea en virtud; que, como soy tan pecadora, será caer de más alto; quizá no iré adelante y haré daño a los buenos; que una como yo no ha menester particularidades.

¡Oh válgame Dios, hijas, qué de almas debe el demonio de haber hecho perder mucho por aquí! Que todo esto
les parece humildad, y otras muchas cosas que pudiera decir, y viene de no acabar de entendernos; tuerce el propio conocimiento y, si nunca salimos de nosotros mismos, no me espanto, que esto y más se puede temer. Por eso digo, hijas, que pongamos los ojos en Cristo, nuestro bien, y allí deprenderemos la verdadera humildad, y en sus santos, y ennoblecerse ha el entendimiento como he dicho y no hará el propio conocimiento ratero y cobarde; que, aunque ésta es la primera morada, es muy rica y de tan gran precio, que si se descabulle de las sabandijas de ella, no se quedará sin pasar adelante. Terribles son los ardides y mañas del demonio para que las almas no se conozcan ni entiendan sus caminos.

Fuente: Cf. Santa Teresa de Jesús, Castillo Interior, Moradas primeras, Cap. 2.

Visión de una persona que muere en pecado

Posted by: Laudem Gloriae

Muerte 01 (01)

Santa Teresa cuenta así la visión que tuvo de una persona que murió en pecado mortal:

Otra vez me acaeció otra cosa que me espantó muy mucho. Estaba en una parte adonde se murió cierta persona que había vivido harto mal, según supe, y muchos años; más hacía dos años que tenía enfermedad y en algunas cosas parece estaba con enmienda. Murió sin confesión, mas, con todo esto, no me parecía a mí que se había de condenar. Estando amortajando el cuerpo, vi muchos demonios tomar aquel cuerpo, y parecía que jugaban con él, y hacían también justicias en él, que a mí me puso gran pavor, que con garfios grandes le traían de uno en otro.
Como le vi llevar a enterrar con la honra y ceremonias que a todos, yo estaba pensando la bondad de Dios cómo no quería fuese infamada aquel alma, sino que fuese encubierto ser su enemiga.

Estaba yo medio boba de lo que había visto. En todo el Oficio no vi más demonio. Después, cuando echaron el cuerpo en la sepultura, era tanta la multitud que estaban dentro para tomarle, que yo estaba fuera de mí de verlo, y no era menester poco ánimo para disimularlo. Consideraba qué harían de aquella alma cuando así se enseñoreaban del triste cuerpo. Pluguiera al Señor que esto que yo vi ¡cosa tan espantosa! vieran todos los que están en mal estado, que me parece fuera gran cosa para hacerlos vivir bien.

Fuente: Cf. Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida, Cap. 38, 24 y 25.

Dos órdenes de virtudes (III)

Posted by: Nycticorax

Ayuno 02 (02)

Mas con todos estos loores que se dan a estas virtudes, las otras que pusimos en el segundo orden, dado caso que en la dignidad sean menores, pero son importantísimas para alcanzar las mayores y conservarlas, y algunas de ellas necesarias por razón del precepto o voto que en ellas interviene. Esto se prueba claramente discurriendo por aquellas mismas virtudes que dijimos. Porque el encerramiento y la soledad excusan al hombre de ver, de oír, de hablar y de tratar mil cosas; y de tropezar en mil ocasiones, en las cuales se pone a peligro no sólo la paz y sosiego de la conciencia, sino también la castidad y la inocencia. El silencio ya se ve cuánto ayuda para conservar la devoción y excusar los pecados que se hacen hablando, pues dijo el Sabio que en el mucho hablar no pueden faltar pecados (Pr 10,9).

El ayuno, además de ser acto de la virtud de la templanza y ser obra satisfactoria y meritoria, si se hace en caridad, enflaquece el cuerpo, y levanta el espíritu, y debilita nuestro adversario, y dispone para la oración, lección y contemplación, y excusa los gastos y codicias en que viven los amigos de comer y beber, y las burlerías, y parlerías, y porfías, y disoluciones en que entienden después de hartos. Pues el leer libros santos, y oír semejantes sermones, y el rezar, y el cantar, y asistir a los oficios divinos, bien se ve cómo éstos son actos de religión e incentivos de devoción y medios para alumbrar el entendimiento y encender más el afecto en las cosas espirituales.

Pruébase también esto mismo por una experiencia tan clara que, si los herejes la miraran, no vinieran a dar en el extremo que dieron.
Porque vemos cada día con los ojos y tocamos con las manos que en todos los monasterios donde florece la observancia regular y la guarda de todo lo exterior, siempre hay mayor virtud, mayor devoción, más caridad, más valor y ser en las personas, más temor de Dios y, finalmente, más cristiandad, y, por el contrario, donde no se tiene cuenta con esto, así como la observancia anda rota, así también lo anda la conciencia, y las costumbres, y la vida; porque como hay mayores ocasiones de pecar, así hay más pecados y desconciertos.
De suerte que, como en la viña bien guardada y bien cercada está todo seguro, y la que carece de guarda y de cerca está toda robada y esquilmada, así está la religión cuando se guarda la observancia regular o no se guarda. Pues ¿qué más argumento queremos que éste, que procede de una tan clara experiencia, para ver la utilidad e importancia de estas cosas?

Fuente: Cf. Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta

Indulgencias en favor de los difuntos

Difuntos 01 (02b)

CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

La Iglesia, después de celebrar ayer la fiesta de todos sus hijos bienaventurados ya en el cielo, se interesa hoy ante el Señor en favor de las almas de todos cuantos nos precedieron en el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, para que, purificados de toda mancha de pecado, puedan gozar de la felicidad eterna.

Celebramos, pues, la victoria de Cristo, y de nosotros con Él, sobre la muerte. Y hacemos memoria de cuantos, habiendo compartido ya la muerte de Jesucristo, están llamados a compartir también con Él la gloria de la resurrección.

El primer prefacio de difuntos nos enseña que «en Cristo brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección; y así, aunque la certeza de morir nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad; porque la vida de los que creemos en el Señor, no termina, sino que se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo».

Mientras nosotros pedimos por los difuntos, ellos interceden por nosotros.

Fuente: Directorio Franciscano



En este día de la conmemoración de todos los fieles difuntos enviamos esta nota donde se informa sobre la manera de ganar indulgencias en favor de aquellos que han fallecido:

- Los fieles que
visiten devotamente el cementerio y recen, aunque sólo sea mentalmente, por los difuntos, se les concede indulgencia -únicamente aplicable a las almas del Purgatorio- la cual puede ser:
PLENARIA: cada uno de los días desde el 1 al 8 de noviembre. Tener en cuenta que para ganar cualquier indulgencia plenaria, además de la obra prescrita, es necesaria la confesión y comunión sacramental y rezar por las intenciones del Sumo Pontífice.
PARCIAL: los demás días del año.

- El día de la Conmemoración de todos los fieles difuntos (02/11) puede lucrarse una indulgencia plenaria aplicable únicamente a los difuntos. La obra prescrita para ganarla es la devota visita de una iglesia u oratorio, en la que se rece el Padrenuestro y el Credo -añadiendo la confesión sacramental, la comunión eucarística y una oración por las intenciones del Sumo Pontífice, según se dijo más arriba-. Se puede lucrar desde el mediodía del 1 de noviembre hasta la medianoche del día 2.

¡Cante la Iglesia, cante todo el Cielo!

Posted by: Ioseph

Todos los Santos 07 (08)

Entre todas las fiestas que la Santa Iglesia ha instituido por todo el año, en reverencia de los bienaventurados que están en el cielo, la más solemne y de mayor devoción es la que celebra el día primero de Noviembre, en conmemoración y honra de todos los santos; porque en esta fiesta los abraza a todos, sin excluir a ninguno, y se encomienda a ellos, e invoca y llama en su favor a toda aquella bienaventurada compañía y Corte celestial.

Instituyó esta fiesta en Roma el Papa Bonifacio IV, en honra de la gloriosísima Virgen María nuestra Señora, y de todos los santos Mártires, consagrando al Señor aquel famosísimo y suntuosísimo templo que Marco Agripa había dedicado a Júpiter vengador. Llamó Agripa a este templo Panteón, que quiere decir
Casa de todos los dioses, porque en él todos los falsos dioses de la antigüedad eran venerados.
Y dado que después que el Emperador Constantino se convirtió a nuestra santa fe y comenzó a edificar templos a Jesucristo nuestro Salvador, los cristianos derribaron muchos templos de los gentiles para que no quedasen en pie los lugares en que se habían ofrecido tan sucios y abominables sacrificios al demonio. Luego juzgaron que era mejor (ya que estaba caída y rendida la gentilidad) que donde antes había sido servido el demonio fuese servido el verdadero Dios, y que los mismos templos profanos y abominables se purificasen con las ceremonias que usa la Iglesia Católica y, santificados y adornados con las reliquias de los mártires, se consagrasen al Señor. Siguiendo, pues, esta costumbre, Bonifacio IV dedicó el Panteón, que Agripa había edificado a todos los dioses, en honra de la sacratísima Virgen María nuestra Señora, y de todos los Santos Mártires (que eran los que en aquél tiempo se celebraban en la santa Iglesia) y llamó a aquella iglesia Santa María de los Mártires.

Saludemos en este día a todos los santos juntos y a cada uno por su nombre, y pidámosle el sufragio de su oración. Saludemos también a nuestra dulce patria y, como peregrinos que andan desterrados de ella, enviémosle con los ojos el corazón, y digamos:
Oh, dulce patria, oh tierra de los vivientes, Dios te salve puerto seguro, refugio de las almas acosadas, paraíso de deleites, Reino de Dios, casa de bendición, palacio del Rey soberano, Corte de inmensa majestad, jardín de flores eternas, plaza de todos los bienes, premio de todos los justos, centro y fin de todos nuestros deseos. Dios te salve Madre nuestra, esperanza nuestra, bienaventuranza nuestra, por quien suspiramos y damos gemidos y peleamos.

Y vosotros, Santos bienaventurados y gloriosos, volved vuestros piadosos ojos sobre estos vuestros pobrecitos siervos y miserables hermanos, y desde vuestro triunfal palacio mirad este triste valle de lágrimas en que vivimos. Peleado habéis y sufrido grandes batallas y salido de ellas con victoria: ayudad, pues, a los que ahora peleamos, para ser con vosotros vencedores. En el puerto estáis, no desamparéis a los que al presente nos hallamos en las tormentas y peligros en que vosotros muchas veces os hallasteis. Estáis en la Patria y gozáis de Dios: socorred a los que todavía estamos peregrinando por llegar a esa eterna morada. Ya tenéis vuestra cosecha llena, colmada y abundante: favoreced a los que ahora siembran con lágrimas, para recoger con alegría.

Carne nuestra sois, y huesos de nuestros huesos: probado habéis nuestra flaqueza y el poder, astucia y bravura del enemigo: apiadaos pues de nosotros y suplicad al común Señor que nos dé gracia para pelear con Él de tal manera que merezcamos llegar a ese puerto de tranquilidad y dulcísima patria nuestra, y recibir de su mano la corona y el copiosísimo fruto de nuestros pequeños trabajos. Amén.

Fuente: Cfr. Pedro de Ribadeneira, S.J., Flos sanctorum