Diálogo del Criador y la criatura (I)
Posted by: Nycticorax
CRIATURA:
En la menuda aventura me metí
velay, cuando nací.
Este mundo es muy grande para mí
Y este mundo es muy chico para mí.
Nadie que yo recuerde me pidió
mi parecer; de lo que hiciere yo
¿Quién se responsabilizó?
¡Que me responda aquel que me crió!
Abrí los ojos y sentime ser
y hombre nacido de mujer
una llamita con propio querer
y una sed de entender y poseer…
Foco de do broté, vital fulgor
Tú existes si yo existo, Creador.
Si yo sé hablar Tú sabes, oh Dador,
hablar ¡responde a mi dolor!
CRIADOR:
El ser es mejor que el no ser
CRIATURA:
¿Y por ventura soy
relámpago fugaz, criatura de hoy
que en rauda irrefrenable marcha voy
al ataúd, cada paso que doy?
¿Esto, es vivir, es existir
es esto ser: huir, huir, huir
sin poder detenerse ni dormir?
Vivir muriendo -id est, para morir-
se debe llamar más bien morir.
Tomásteme y echásteme cual flecha.
No cual flecha, porque ella va derecha
y yo puedo torcerme en cualquier fecha
con el timón que siento en mi derecha.
CRIADOR:
Hijo, quien marcha es para llegar.
Es verdad que no puedes sofrenar,
pero toda carrera ha de acabar
y el fin hay que mirar.
Si es bueno el Fin, bueno es el Ser y amigo
-alégrate de haberlo recibido-
Si no, fuera mejor no haber nacido…
Y el Fin tuyo soy Yo, que hablo contigo.
Sine te, de la nada te saqué
te di un envión, y te comuniqué
esa marcha que dices, para que
libre cual Yo, vengas a donde esté
Yo, el invisible objeto de tu fe
Qui non salvabit tamen sine te.
CRIATURA:
Mi alma, oh Dios, tus manos reconoce
-deja que me alboroce-.
Tú eres mi fin y mi perfecto goce
principio y fin mi mente te conoce…
Señor, mi fin es completamente en Ti
volver por fin a Ti, donde salí
sanarme en Ti y divinizarme en Ti
-Tú sí que eres bastante para mí-
y eternamente amarte conociéndote a Ti.
¡Ay de mí!
En tu presencia saltan mis entrañas
de gozo, y se licuan como cera.
¡Oh fe que desarraigas las montañas!
¡Oh sol que quemas, ciegas y no dañas
Y mi luz verdadera…!
¡Ay de mí!
Si eres Tú, eterno Dios, mi fin jocundo
soy rey, Señor, soy príncipe heredero
sobre todos los reyes de este mundo
y tendré el despertar de Segismundo
y el despertar de Segismundo espero.
Soy rey, soy príncipe heredero…pero
¡Ay de mí!...
…puedo perder mi vestidura real
y perderte con perdida eternal.
Eso se llama pecado mortal.
Yo lo conozco bien ¡ay! por mi mal.
¡Ay de mí!
Cayó el ángel y yo soy caedizo,
puedo perder, Adán, el paraíso
perder -¡ay de mí, triste!- el que me hizo
y la dicha para la cual me hizo.
¡Ay de mí!
Ay, perderme, es decir, perderte a ti
perderte luego que te conocí
me perdonaste y yo te prometí
y me abrazaste y te entregaste a mí
Y moriste, ¡ay de mí!
Infierno eterno, mi alma se anonada.
La infinitud no es para revelada.
Mi alma no aguanta -¡oh Dios…!- que es polvo y nada
esta verdad -¡ayúdame!- pesada.
¡Ay de mí!
Ten compasión de mí, Señor.
Mira que viene contra mí el Horror
y cual trueno brutal y aterrador
me tira por los suelos su fragor
y no puedo moverme de pavor.
¡Señor, tú eres amor y no temor!
¡Responde a mi clamor!
Fuente: P. Leonardo Castellani, El libro de las oraciones, Ed. Dictio