Humildad y temor de Dios (I)
Posted by: Ioseph
Cristo de la Humildad
David, profeta y salmista, que, como atestigua la Escritura, fue elegido según el corazón de Dios, y que hizo siempre y en todo su voluntad, nos muestra en un lugar lo que desea y ama nuestro Creador, diciendo: «¿Quién es semejante al Señor, Dios nuestro, que habita en las alturas, y tiene cuidado de las cosas humildes en el cielo y en la tierra?» Y en verdad, si el Altísimo Señor de infinita excelencia y grandeza, en todas sus criaturas, tanto en las más elevadas como en las más pequeñas, es decir, en los ángeles y en los hombres, tiene en mucho y premia la humildad, ¿cómo no va a mirar continuamente por nuestra humildad y a conservárnosla siempre y en todo, por agradar a nuestro Creador?
Leer más...La práctica de la humildad (XII)
Posted by: Ioseph
O humilima Maria, fac me tibi similem!
Aunque en medio de los desprecios y de las contradicciones conserves la paz y la alegría, no creas por esto haber alcanzado la humildad, porque, a menudo, la soberbia no está sino adormecida, y basta con que se despierte para que comience a hacer estragos. Sean tus armas, de las que nunca debes separarte, el conocimiento de ti mismo, la huida de las alabanzas y el amor a las humillaciones. Cuando hayas adquirido esta rica heredad no temas perderla ya, porque el humillarse es el medio más seguro para conservar el don precioso de la humildad.
Leer más...La práctica de la humildad (XI)
Posted by: Ioseph
San Francisco de Asís apedreado por niños
Para crecer más en esta virtud y para endulzar y familiarizarte con las humillaciones te sería muy provechoso que te representaras a menudo en la imaginación las afrentas que te pueden sobrevenir y te esforzaras en aceptarlas, aun a costa de la naturaleza recalcitrante, como prenda segura del amor que Dios te tiene y como medio seguro de santificación. Quizá para ello tendrás que sostener muchos combates; pero sé valiente y esforzado en la pelea hasta que te sientas firme y decidido a sufrirlo todo con alegría por amor de Jesucristo.
Leer más...El puesto de honor
Posted by: Laudem Gloriae
¡Oh Jesús!, que dijiste: no he venido “a ser servido sino a servir” (Mt 20, 28). Enséñame a amar el último puesto.
Durante la última cena Jesús quiso dar a sus apóstoles otra lección de humildad: mientras ellos discutían “sobre quién de ellos debía ser tenido por mayor”, Él les dijo: “…el mayor entre vosotros será como el menor y el que mande como el que sirve”, porque “Yo estoy en medio de vosotros como quien sirve” (Lc 22, 24-27).
El divino Sembrador
Posted by: Laudem Gloriae
El Evangelio de hoy (Lc. 8,4-5), domingo de sexagésima (según el calendario antiguo del rito romano), presenta cuatro categorías de personas que reciben de modo diverso la simiente de la divina palabra, y las compara: al camino pisoteado, al suelo pedregoso, a la tierra espinosa y, finalmente al buen terreno.
Leer más...Doce armas contra las tentaciones (II)
Posted by: Lotario de Segni
Quinta. La memoria de nuestras postrimerías: esta es arma muy poderosa contra los deleites sucios de la carne, contra la gloria mentirosa del mundo y contra la sed insaciable de riquezas.
Leer más...El fundamento del edificio espiritual: la humildad
Posted by: Lotario de Segni
La humildad es la raíz y el fundamento de todas las virtudes, como la soberbia es la raíz de todos los pecados. San Bernardo la define: “una virtud o hábito adquirido, por el cual el hombre se desprecia a sí mismo y desea ser despreciado por los otros”.
Leer más...Beato Carlos de Austria: "cumplir la voluntad de Dios en todo" (III)
Posted by: Corim
Hemos considerado ya gran parte de la vida de nuestro beato; desde su nacimiento, pasando por su juventud y su matrimonio con Zita de Borbón, y finalmente habíamos llegado a la etapa de su transformación como Emperador de Austria-Hungría.
Leer más...Ni Jesús sin la cruz, ni la cruz sin Jesús
Posted by: Ioseph
Hoy, 14 de septiembre, la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, en recuerdo de la recuperación de la cruz en que murió nuestro Señor, obtenida en el año 614 por el emperador Heraclio, quien la rescató de los Persas que la habían robado de Jerusalén.
La cruz es para el cristiano el más honorífico trofeo, pues en ella Nuestro Señor dio muerte al pecado y al infierno. Pero es mucho más que un mero símbolo recordatorio: es la verdadera “señal del cristiano”, especialmente en su sentido de dolor redentor.
Podemos observar, sin embargo, cómo en nuestros días cada vez más se intenta desterrar la cruz de todos los ambientes, aun los ambientes católicos. Se pretende presentar un Cristo sin la cruz, un Cristo resucitado sin señales de la pasión, olvidando que “no hay domingo de Pascua sin Viernes Santo”. Pocos son los predicadores que pueden decir con San Pablo: nosotros predicamos a Cristo crucificado (1 Cor 1, 23).