El insensato sublime, San Francisco de Asís

Posted by: Corim

San Francisco de Asís 02

Hoy, cuatro de Octubre, la Santa Iglesia pone a nuestra consideración la memoria del “insensato sublime” Francisco de Asís; quien nació hacia el año 1182. Vivió una juventud un tanto disipada, corriendo tras honores y placeres, poniendo todo lo que es vanidad como centro de su vida.
 
Luego de varios sucesos claves, como haber luchado en la batalla de Perusa en 1202, en la que resultó prisionero, comenzó para él un periodo de conversión; era El Amor de Dios que buscaba a quien más tarde incendiaría de ese mismo amor casi toda Europa y lo impulsaría a ir a convertir a los moros de Tierra Santa.
 
Al volver del cautiverio, seguía en él, el ansia de ser caballero noble, y se inscribió en las filas del conde Gualterio quien luchaba a favor del Papa Inocencio III, en una cuestión de regencia del futuro rey Federico II. Y partió para la lucha a ganar vanos honres de mundo, obnubilado por el esplendor de la honra y el buen nombre. Pero he aquí que llegado a la región de Espoleto, le sorprendió la fiebre que le obligó a guardar cama. Medio dormido escucha una voz que le pregunta a dónde se dirige; Francisco responde: “A la Apulia, para ser allí armado caballero”. Y la misma voz le preguntó: “Dime Francisco, ¿a quién vale más servir, al Amo o al siervo?"; “Al amo, ciertamente”,  le respondió; “¿Como pues vas tú buscando al siervo y dejas al Amo?, ¿cómo abandonas al Príncipe por su vasallo?”; Francisco respondió: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?... A lo que le respondió la voz misteriosa: “Vuélvete a tu patria, que allí se te dirá lo que debes hacer...”; y sin dudar tomo todas sus pertenencias y regresó a su casa.
 
A partir de entonces su vida se volvió una búsqueda incesante de la Voluntad de Dios. Luego de varias vicisitudes y contradicciones, a raíz de su conversión y cambio de vida y costumbres; despreció todos los honores que había buscado intensamente; y, dejando su casa paterna y todos sus bienes de herencia, hasta su ropa de lujo, vistió pobremente y se dedicó a la oración y a la contemplación del Amor Divino; tomando por morada la ermita de San Damián por él restaurada durante su periodo de conversión. Fue por todo esto que comenzaron a llamarlo loco, necio, insano. A pesar de todo, pronto se le unieron otros jóvenes de Asís, muchos de ellos, hijos de familias adineradas, deseosos de seguirlo e imitar su vida de desprendimiento de todo bien material y de todo honor del mundo, para desposarse con la dama pobreza que los une e identifica con Cristo de una manera más perfecta; es así que nace la congregación Franciscana; raíz del copioso árbol cuyas ramas fueron y son numerosas y muy fecundas en variados frutos. Francisco muere el 4 de octubre de 1226, a los 46 años de edad; y fue canonizado dos años más tarde, el 16 de julio de 1228.
 
Hasta aquí hemos hecho un muy breve resumen de la vida de este gran santo de la humildad y la pobreza. Hemos puesto de relieve dos  puntos  que nos pueden servir para meditar: La humildad y el desprecio de toda vanidad.
 
Este es el siglo de la  propia complacencia, de la búsqueda desenfrenada de placeres, de bienestar, de comodidad, de seguir lo que “sentimos” o lo que nos parece, dejándonos llevar por el orgullo y la sensualidad; dejando de lado a Dios y a su Iglesia, poniendo nuestro propio YO en el lugar de Dios. Frente a todo esto, Dios pone ante nuestros ojos el ejemplo del humilde Hermano Francisco de Asís, que dejo todo lo terreno y superfluo por amor al que Nos Ama, por Amor al Divino Crucificado; por su amor abrazó el desprecio, quién buscaba honores; y eligió la pobreza, quién buscaba riqueza.

Descubrió que detrás de toda vanidad del mundo se esconde el Mal que nos aleja de Dios, quien tendría que ser nuestro único bien. Abandonó el orgullo y la soberbia de los vanos honores para elegir el desprecio de los hombres que más lo asemejaba al Cristo sufriente de la Pasión y prefirió ser llamado loco por el Amor de Dios, que caballero de un mero hombre mortal; eligió al Amo en lugar del siervo.

Hermoso y edificante ejemplo para el hombre de hoy, para quien cuenta sólo lo que da honor y placer, y que se envenena el alma con el orgullo y la soberbia. San Francisco nos invita a elevar nuestra mirada, a ser águilas que vuelan libres y alto; nos invita a ser los héroes del tiempo moderno abrazando al Divino Crucificado, eligiendo la humildad de corazón, el servicio, el olvido de nosotros mismos, dejando nuestra comodidad y nuestros pareceres para que en todo se cumpla la voluntad de Dios. Eligiéndolo a Él por único sostén y seguridad de nuestra vidas, no apoyándonos en nada, ni en lo espiritual, ni en lo temporal, que no sea sólo en Dios; pues en esto está la verdadera pobreza del cristiano, que no es no tener bienes materiales, sino no darles el corazón, no hacer de lo material el centro de nuestras vidas; sino vivir y usar de todo bien como un don de Dios que nos brinda su providencia y nos “viste como los lirios del campo”.

“Serafín de Asís, ahora eres rico, y tu sayal reluce más que la púrpura de los reyes. Ruega por la Iglesia y sigue siendo una de sus más robustas columnas. Enséñanos el desprecio de todo lo terreno, que al fin, todo ello vale mucho menos que un alma. Y, sin embargo, los hombres arriesgan alocados la suya, y aun la pierden por hallar un montoncito de polvo que reluce. A ti te llamaron loco las gentes, pero esta sí que es locura, frente a la misteriosa y única cordura de la Cruz y del entero desprendimiento.”