La obediencia según el Padre Castellani

Posted by: Lotario de Segni

Religiosos Don Guanella 01 (01)
Religiosos de Don Guanella

La definición de “obediencia” según Santo Tomás es “oblación razonable firmada por voto de sujetar la propia voluntad a otro por sujetarla a Dios y en orden a la perfección”.(1)
Esta definición contiene claramente los límites de la obediencia, porque no hay que creer, A.H., que la obediencia es ilimitada. La obediencia religiosa es ciega pero no es idiota. Es ciega y es iluminada a la vez, como la fe, que es su fuente y raíz. Sus dos límites son la recta razón y la Ley Moral.
Ambos límites están también fijados por San Ignacio al afirmar a una mano que físicamente es imposible asentir a algo absurdo, y a otra, que no hay que obedecer a cosa en que se viese pecado, no ya mortal solamente, sino de cualquier clase. No se puede ejecutar virtuosamente ninguna cosa donde exista la más mínima porquería, relajamiento, vileza o claudicación moral.

El obediente verdadero obedece al Superior menor a la luz de la voluntad conocida y amada del Superior mediano; y al Superior mediano a la luz conocida, entendida y amada del Superior Sumo; y la de este a la luz de las Reglas; y estas a la luz del Evangelio; y este a la luz interior que el Espíritu Santo imprime en los corazones y con la cual el Verbo ilumina a todo hombre venido a este mundo; de manera a formar una escala luminosa por la cual cualquier voluntad contingente o ínfima haga actos muy excelentes, superiores a su propia habitualidad tomada separadamente, por su unión con otras voluntades mejores, y en definitiva con la de Dios. Y la voluntad de Dios, no es de derogar el orden natural sino de coronarlo y sobreelevarlo.

Como toda virtud marcha en medio de dos vicios, así la obediencia camina entre la insumisión por un lado y por otro la sujeción servil, el espíritu de esclavo, la obsecuencia muerta, la dependencia al hombre como hombre, el temor, la pereza de pensar y la cobardía de ser persona, cosas todas que son abominables a Dios y al varón Cristo.
La verdadera obediencia pertenece a la virtud de la religión, la primera de las morales; y por tanto sólo puede producirse en el clima teologal de la caridad. Sin caridad es informe.

Aristóteles enseña (Eth. Nic. IX,6) que una sociedad cesa de serlo si se deseca en ella la “concordia”, que es la amistad social; entre religiosos llamada “caridad”. En ese caso hipotético, el mecanismo de la obediencia se convertiría en un esqueleto sin carne, en una máquina monstruosa que parece humana pero puede ser ocupada de hecho por el demonio.

(1) Tener en cuenta que el texto está principalmente dirigido a religiosos.

Fuente: R.P. Leonardo Castellani s.j., Cristo y los fariseos, ed. Jauja, Mendoza, Argentina, 1999