Las obras de misericordia corporales (I)

Posted by: Nycticorax

Madre Teresa de Calcuta 02 (03)

Las obras de misericordia corporales se llaman así porque atañen al bienestar físico y temporal del prójimo. Al espigarlas de las Sagradas Escrituras, aparecen siete:
1) Dar de comer al hambriento
2) Dar de beber al sediento
3) Dar posada al peregrino
4) Vestir al desnudo
5) Redimir (o visitar) al cautivo (preso)
6) Visitar y cuidar a los enfermos
7) Enterrar a los muertos

Las primeras cuatro obras de misericordia (“Dar de comer al hambriento”, “dar de beber al sediento”, “dar posada al peregrino” y “vestir al desnudo”) se podrían agrupar en una más general llamándola: socorrer a los pobres. Y esta se puede encauzar a través de tres vías: Primero, tenemos lo que se podría llamar «caridad organizada». En nuestras ciudades contamos con muchos tipos de organizaciones para las más diversas atenciones sociales, a las que pueden acudir los necesitados. Tenemos hospitales, orfanatos, asilos, instituciones para niños descarriados y subnormales. Cuando las ayudamos, bien directamente, bien por medio de colectas o campañas, cumplimos una parte de nuestras obligaciones hacia el prójimo, pero no todas.
Otro modo de practicar las obras de misericordia corporales es colaborar en movimientos para mejoras cívicas o sociales. Si nos preocupamos de mejorar la vivienda de las familias pobres; si trabajamos para paliar las injusticias que pesan sobre los emigrantes; si apoyamos los justos esfuerzos de los obreros para obtener un salario adecuado y seguridad económica; si damos nuestra activa cooperación a organizaciones cuyo objetivo es hacer la vida del prójimo un poco menos gravosa, estamos practicando las obras de misericordia corporales.

Pero, evidentemente, todo esto no nos libra de la obligación de prestar
ayuda directa y personal a nuestros hermanos cuando la oportunidad -mejor dicho, el privilegio- se presente. No puedo decir al necesitado que conozco, «ya di a tal asociación de caridad; ve a verles». Tengamos presente que Cristo se presenta bajo muchos “disfraces”.
Debemos dar por amor a Cristo. Es cierto que no podemos fomentar la holgazanería dando con
imprudencia; pero debemos tener en cuenta que negar nuestra ayuda a una familia necesitada porque son una colección de inútiles, porque el padre bebe o la madre no sabe administrar (lo que equivale a castigar a los niños por los defectos de los padres), es poner en peligro la salvación de nuestra alma. La verdad es así de exigente.

Fuente: Cfr. Leo J. Trese, La fe explicada