Una benevolencia inoportuna

Posted by: Juan Sobiesky

San Ignacio de Antioquía 02

La palabra benevolencia hace referencia a querer el bien para alguien. Pero veremos que aunque sea una laudable actitud, sin embargo no siempre significa la realización de un verdadero bien.
¿Cómo es que puede ser así? Veremos...

Para realizar algo bueno para alguien concreto, se requiere el conocimiento de ese alguien. Si no conocemos verdaderamente a la persona ni sus necesidades o conveniencias reales, estamos lejos de poder evaluar cuál sería el verdadero bien para ella.
Esto ocurre muy frecuentemente. Cuántos padres hay que en pro del bien de sus hijos realizan cosas -o les exigen cosas- amparados en la excusa de que buscan el bien de sus hijos, cuando, en realidad, son dañinas para ellos. ¿Por qué? Porque hoy muchos padres se dedican a muchas cosas que consideran importantes -y quizás lo sean-, pero no dedican tiempo a conocer verdaderamente a sus hijos. Así, el bien que procuran para ellos es, quizá, un bien, objetivamente hablando, pero no lo es para
esta persona en particular, es decir para éste hijo concreto.
Lo mismo ocurre en otros casos y en otros ámbitos.
¡Qué importante es, entonces, que conozcamos bien a las personas con las que tratamos y tenemos obligaciones por lazos de familia o amistad o, incluso, por relaciones profesionales!

Pero pensemos en otra cosa más. ¡Qué importante es tener una mirada
realista sobre todas las cosas en general; sobre el origen y el fin de todo lo que existe; sobre el orden o ley básicos a los cuales obedecen todas las cosas -todo lo que existe- y que conforman el cosmos.
Si nuestra mirada es
chata, -es decir, es simplemente una mirada de mundo- nuestro juicio sobre las cosas y su valoración en cuanto bienes, también será chato o superficial, y por tanto, sumamente peligroso y dañino.
Si, en cambio, nuestra mirada sobre las cosas es una mirada
profunda, viendo en ellas -y entre ellas- un ordenamiento, jerarquía y disposición que Dios dispuso para cada una en particular y para todas en su conjunto -en este cosmos en el que vivimos-, entonces nuestro juicio sobre las cosas será objetivo, pudiéndose entonces discernir entre bienes verdaderos y aparentes.

Podemos apreciar la importancia capital que tiene el saber pensar bien; el que nuestro pensamiento esté conforme con la realidad, cuyo autor es Dios.
Por ende, es importante que pensemos las cosas según Dios, aplicando como criterios para movernos en este mundo los criterios que surgen de una mirada de fe, una mirada que no ve sólo
lo que aparece, sino que ve más allá; ve lo que no se ve, sabiendo que existe porque Dios lo ha revelado.

Haciendo un pequeño paréntesis, podemos considerar también que las cosas que Dios reveló no son solamente para movernos en el ámbito de las prácticas religiosas, sino que su enseñanza nos capacita para vivir bien y coherentemente en todos los ámbitos de la vida terrena.

Pero vayamos ahora a algunos ejemplos que nos ilustrarán mejor lo que queremos decir:
En este día, 17 de Octubre, se celebra el martirio de San Ignacio de Antioquía, segundo sucesor de San Pedro en esa Ciudad del Asia Menor, que era muy importante en la antigüedad, siendo la Tercera del Imperio Romano, después de Roma y Alejandría.
Fue discípulo directo de los apóstoles San Juan y San Pablo; por este motivo es uno de los llamados
Padres Apostólicos. Consta que fue consagrado Obispo por imposición de manos de San Pedro y de San Pablo, y asignado Obispo de Antioquía por San Pedro. Allí gobernó por cuarenta años hasta su martirio.

Este Santo, además de una vida plena de virtudes y de una muerte heroica, es venerado y apreciado por varios motivos que lo hacen único en cuanto al aporte brindado a la Iglesia naciente. Veamos algunos puntos:
1. Él presenta con lucidez y suma claridad la doctrina católica como
Apostólica, es decir, que la doctrina de la Iglesia Católica viene de Jesucristo por medio de los Apóstoles.
2. Es el primer escritor que habla del
Parto Virginal de María, fuera del Nuevo Testamento.
3. Nos muestra que Cristo es
humano y divino: "Perfecto Dios y Perfecto hombre", como se dice en el Credo.
4. Es el primero en usar la palabra
Eucaristía, para referirse al Santísimo Sacramento. A Jesús lo llama "Pan de Dios, que debe ser comido en el altar, dentro de una única Iglesia".
5. Habla de la Iglesia, enseñando que
"es una Institución divina cuyo fin es la salvación de las almas; quienes se separan de ella, se separan de Dios". Él es quien por primera vez se refiere a la Iglesia como "Iglesia Católica", es decir Universal, e incluye en ella a todos los que son fieles a la verdad.

Su martirio tuvo lugar en Roma en el año 107, en tiempos del emperador Trajano. Fue condenado a morir devorado por las fieras.
Él está
absolutamente seguro de que su inminente martirio por Cristo es un privilegio, por lo cual no quiere que nadie lo impida. Dice en efecto:
"Yo voy escribiendo a todas las Iglesias, y a todas les encarezco lo mismo: que moriré de buena gana por Dios, con tal que vosotros no me lo impidáis. Os lo pido por favor: no me demostréis una benevolencia inoportuna. Dejad que sea pasto de las fieras, ya que ello me hará posible alcanzar a Dios." (De su carta a los Romanos, Cap. 4, 1-2).

¿Qué dirá el hombre de hoy, que no ve más allá de sus narices, y que piensa que solamente en este mundo está la felicidad, cuando no que solamente existe este mundo y nada más después de la muerte? ¿Cómo interpretará esta petición del Santo frente a la posibilidad de verse salvado de la muerte por la generosidad de sus fieles, que pensaban en interceder ante la autoridad para quitarle la condena?
Benevolencia inoportuna... Benevolencia que de llevarse a cabo trueca lo eterno por lo temporal, lo definitivo por lo pasajero, lo permanente por lo transitorio, lo que ES por lo que pasa.

Y de esta
benevolencia está plagado el mundo de hoy. Y no sólo el mundo que no conoce a Dios. También está presente en la vida de muchos cristianos que no viven ni se preocupan por vivir según los dictámenes de Aquel que es la Palabra de Vida Eterna.

¿Cuántos padres habrá hoy que busquen el verdadero bien para sus hijos? ¿Cuántos habrá que imiten el pedido que hicieran el Beato Emperador Carlos I de Austria (cuya memoria se celebra el 21 de Octubre) y su esposa la Emperatriz Zita cuando, dirigiéndose a Dios en la oración, le rogaron que envíe la muerte a cualquiera de sus hijos antes de que pequen mortalmente? ¿Por qué algunos hoy quedan horrorizados por este pedido, cuando lo que estos padres desearon para sus hijos fue la Vida Verdadera, y no una vida terrena vivida con la muerte en el alma?
¿O cuántos jóvenes habrá hoy que sepan distinguir el bien del mal, para hacer la elección correcta para no frustrar el plan que Dios tiene sobre cada uno de nosotros? ¿Cuántos imitarán hoy a Santo Domingo Savio en su pedido a Dios de
morir antes que pecar?
¿Es sólo una cuestión de fe, reservada a los
fanáticos de la piedad religiosa?
No, es la consideración de las cosas según el orden que Dios puso en ellas.

Pidamos al Padre Eterno que como católicos podamos dar siempre testimonio de la verdad que nos ha llegado por su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, y nos sigue llegando por la Iglesia que Él fundó para ser en este mundo de tinieblas el Faro Luminoso que los hombres necesitamos para no errar el camino que lleva a la Verdadera Vida.